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El punto

Los MIR y las graves grietas de la atención primaria

Casi seis años después de la llegada de Pedro Sánchez al poder, el deterioro de este nivel asistencial es notorio

Médico con fonendoscopio DreamstimeDreamstime

Si las listas de espera y el retraso en la incorporación de los nuevos fármacos son herramientas muy útiles para medir el estado de salud de un sistema sanitario, hay otra que no le va a la zaga: la situación de la atención primaria.

Casi seis años después de la llegada de Pedro Sánchez al poder, el deterioro de este nivel asistencial es tal, que corre casi parejo al de los dos primeros parámetros, lo que no habla bien de las políticas desplegadas por los sucesivos gobiernos socialcomunistas y refleja una vez más que las proclamas oficiales en defensa de la Sanidad pública no van acompañadas luego de acciones que las sustenten. En cinco palabras: son meros brindis al sol.

El último signo de los estertores de la llamada puerta de entrada al sistema –centros de salud y ambulatorios– no es la saturación que la azota ni la burocracia que la asfixia, que existen, y cada vez son mayores. Se trata de la elección de plazas que realizan los MIR para formarse.

A pesar de la segunda convocatoria realizada a la desesperada por el Ministerio de Sanidad, al final han quedado vacantes 246 de medicina de familia –ninguna en Madrid, por cierto–, lo que equivale a decir que los futuros especialistas rehúyen la primaria por las pésimas condiciones de trabajo que allí se dan y por la feroz competencia que les harían otros profesionales sin esa especialidad contratados por las autonomías para suplir la falta de personal.

La hiperfrecuentación, el régimen funcionarial que impide incentivar el esfuerzo y penalizar la indolencia, el pésimo modelo organizativo, la falta de capacidad resolutiva, la montaña de gestiones ajenas a la medicina y la parálisis de las autoridades han terminado por sepultar un modelo siempre fagocitado por la izquierda. ¿A qué espera el Ministerio para actuar?

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