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«La protección vacunal es una necesidad durante toda la vida»

50 años después del primer calendario vacunal de España, los expertos insisten en mejorar la concienciación entre los adultos

No hay ninguna duda y los datos así lo corroboran. Las vacunas son uno de los inventos más poderosos de la historia, capaces de salvar más de 154 millones de vidas en los últimos 50 años, principalmente entre los menores, tal y como confirmó un estudio publicado en la prestigiosa revista «The Lancet» hace ahora un año.

En este escenario, España cobra un papel clave, ya que se ha convertido en un referente internacional gracias a unas tasas de cobertura vacunal infantil superiores al 95%, según datos del Sistema de Información de Vacunaciones del Ministerio de Sanidad. Y no solo eso, ya que España se ha convertido en líder mundial en innovación en salud pública al ser el primer país en implementar, en la temporada 2023-24, una estrategia de inmunización frente al VRS para todos los bebés que se enfrentaban a su primer otoño-invierno.

España, una referencia

Gran parte de ese éxito recae en el calendario vacunal español, que este 2025 cumple 50 años y que está considerado uno de los más completos del mundo. De hecho, la evolución de esta herramienta ha sido tan determinante que ahora se denomina «Calendario común de vacunaciones e inmunizaciones a lo largo de toda la vida», un nombre que refleja el papel indispensable de la inmunización también en la etapa adulta, esencial para la prevención de enfermedades en toda la población.

Así se puso de manifiesto en el contexto de la Semana Mundial de la Inmunización, motivo por el que el suplemento A TU SALUD reunió en la sede de LA RAZÓN a los máximos expertos en vacunación de nuestro país, así como a representantes de asociaciones de pacientes, sociedades científicas y administración. Realizado en colaboración con las compañías farmacéuticas GSK, Sanofi y MSD, el foro contó con la participación de José Antonio Navarro, consultor del Área de Vacunas del Ministerio de Sanidad y cofundador de la Asociación Española de Vacunología (AEV); José Javier Castrodeza, exsecretario general de Sanidad y jefe de Servicio de Medicina Preventiva del Hospital Clínico Universitario de Valladolid; Inmaculada Cuesta, secretaria de la Asociación Nacional de Enfermería y Vacunas (Anenvac); Jesús Ruiz Contreras, miembro del Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría (AEP) y jefe del Servicio de Pediatría del Hospital 12 de Octubre de Madrid; Jaime Jesús Pérez, presidente de la Asociación Española de Vacunología, y Begoña Barragán, paciente y presidenta del Grupo Español de Pacientes con Cáncer (Gepac).

Echando la vista atrás, los expertos coincidieron en que la creación del primer calendario vacunal, allá por 1975, marcó un antes y un después en la sanidad de nuestro país. «El principal valor fue crear una estructura y diseñar un mapa de trabajo con el que guiarse, así como la creación de la Ponencia de Vacunas, que fue uno de los grandes hitos de aquel momento», reconoció Navarro. Un hito que ha sido «un elemento de cohesión sanitaria y social en nuestro país, logrando controlar e incluso casi hacer desaparecer enfermedades infecciosas como la polio o el sarampión», insistió Castrodeza.

El reto

Sin embargo, aunque la base que tenemos resulta excepcional, todos los expertos coincidieron en un desafío común: mejorar la cobertura en los adultos y lograr que las tasas de vacunación no decaigan cuando los niños van creciendo. «No hay que dormirse en los laureles. Hay que fomentar el trabajo multidisciplinar y que todos vayamos a una», defendió Cuesta.

Con ese objetivo, Pérez aseguró que desde la AEV «tenemos programas para trabajar con las asociaciones de pacientes, porque ellos también deben involucrarse, y por supuesto a través de los profesionales sanitarios. Cuando consigamos que tanto los especialistas, enfermería y médicos de familia tomen las vacunas como algo propio, tal y como hicieron los pediatras en los años 80, lograremos que la población se conciencie realmente de la necesidad de vacunarse en la edad adulta, porque falta cultura de vacunación entre los mayores, ya sean enfermos crónicos o personas sanas». Un guante que recogió Barragán, quien trasladó su experiencia personal como paciente de cáncer y trasplantada, lamentando que «estoy vacunada porque insistí a los sanitarios de que quería hacerlo, pues descubrí que había estado expuesta a infecciones graves para las que sí había herramientas de prevención, como el neumococo o el herpes zóster».

Para ponerlo fácil, en estas décadas, la innovación ha resultado imparable, hasta el punto de que ahora hay muchas más vacunas, incluso algunas combinadas que reducen el número de pinchazos, lo que facilita la adherencia. Sin olvidar que también incorpora la inmunización pasiva, por ejemplo, con el anticuerpo monoclonal que protege a los lactantes frente al virus respiratorio sincitial (VRS). «Vamos hacia el camino de la prevención y esto es un éxito, porque no solo se evitan o atenúan algunas enfermedades infecciosas, sino que, gracias a esa protección además se reduce la aparición de tumores y de resistencias bacterianas, entre otros beneficios», recordó Castrodeza.

Sin embargo, esa capacidad de protección no cala en la población. «Debemos saber trasmitir esa información, explicar a los pacientes que la gente también se muere por una gripe o por una neumonía y que pierden calidad de vida por culpa de enfermedades que son prevenibles», recalcó Contreras, quien hizo hincapié en que «urge incorporar el concepto de vacunación en los adultos tal y como se hace en Pediatría. Esto se traduce en que no hay que preguntarle al paciente si quiere o no vacunarse, sino informarle de que ha llegado el momento de protegerse, por ejemplo, frente a la gripe, el VRS o el herpes zóster».

Otra de las tareas a mejorar que también salió a relucir durante el foro fue la necesidad de mejorar la información relativa a la vacunación dentro del sistema sanitario. «En el caso de los adultos, echo en falta que la vacunación se incorpore a la historia clínica, tal y como se hace en los niños», destacó Navarro. Y es que, según advirtió Contreras, «ahora mismo en nuestro paíshay más de 1,4 millones de adultos jóvenes sin protección adecuada, y eso es una bomba de relojería». Y más aún cuando se trata de personas con enfermedades crónicas, tal y como y reclamó Barragán, quien insistió en que «se nos trata muy bien en patologías graves como el cáncer, pero una vez que te dan el alta no tenemos pautas claras de protección que debamos seguir. En nuestra historia clínica o en el parte de alta debería incluirse la recomendación de las vacunas indicadas, pues así lograríamos que muchos colectivos de riesgo estén bien protegidos». En este sentido, Castrodeza apuntó la necesidad de «hacer un plan de vacunación proactivo con estos pacientes». «Se trata de integrar la vacunación en el concepto de los cuidados tras un alta, al igual que te aconsejan comer bien, hacer deporte o dormir ocho horas al día», insistió Cuesta.

A corto plazo, Castrodeza también apuntó la necesidad de «avanzar en aspectos como la facilidad de acceso a la vacunación, algo que puede parecer que ya está logrado, pero que tiene mucho margen de mejora. Cuanto más fácil sea ir al sitio donde se vacune, con horarios flexibles y con facilidades para la población, mejores tasas de cobertura lograremos. Parece obvio, pero no siempre se consigue».

Registro único

Por todo ello, los expertos reunidos por A TU SALUD esperan con optimismo la llegada del Sistema de Información de Vacunaciones e Inmunizaciones (Sivain), diseñado para centralizar el registro de vacunas e inmunizaciones administradas en España con datos recogidos a través de las autonomías. «Debería estar en marcha en los próximos meses y nos dará un registro centralizado de vacunas. Es un paso de gigante porque este sistema será capaz de proporcionarnos datos más concretos y eficaces de las coberturas y eso también repercutirá en la mayor capacidad de anticiparnos y gestionar posibles brotes», auguró Pérez.

A raíz de ello, Marta Diez, directora general de vacunas para Sanofi Iberia, aprovechó su presencia en el foro para poner sobre la mesa el liderazgo de Sanofi tanto en I+D de vacunas e inmunizaciones innovadoras como en generación de datos en vida real, y recordar que España tiene un papel verdaderamente clave en este proceso. «Con los estudios NirseGal y GalFlu, que se han llevado a cabo en Galicia, se ha dado un gran paso al frente a la hora de fortalecer la evidencia científica de distintas soluciones preventivas y evidenciar su impacto en salud pública con datos reales. Por ejemplo, NirseGal ha confirmado que el anticuerpo monoclonal para el VRS que desde el 2023-24 está disponible en nuestro país muestra una efectividad del 82% a la hora de evitar la hospitalización por esta infección en bebés», aseguró Diez, quien planteó a los ponentes si los datos de vida real y el impacto medible en salud pública tienen el suficiente peso en la toma de decisiones en la actualidad.

Evidencia en vida real

«Ningún país ha conseguido generar la evidencia científica que ha logrado España, pero es cierto que las compañías deben mirar aún más a España como un sitio para invertir en la generación de datos, porque la mayoría de los estudios de nuestro país son independientes de la industria y, aunque eso garantiza la independencia, también implica menos recursos para este asunto. La colaboración público-privada en este tema funciona muy bien», argumentó Pérez. Una idea que también defendió Castrodeza, quien insistió en que «hace falta nutrir más ese caudal de datos porque eso nos ayudará a mejorar la concienciación de la sociedad, pero también de los políticos que toman decisiones al respecto». Y es que, según reconoció Cuesta, «es nuestra obligación airear todos los datos positivos que logran las vacunas, no solo en los pacientes, sino en el contexto sanitario. Y esos datos deben airearse tanto entre los pacientes como entre los sanitarios, pues los profesionales también deben conocer todos los beneficios que se obtienen con las vacunas que ellos recomiendan».

Precisamente en esa línea también se pronunció Ana Hernando, directora de Relaciones Institucionales del Área de Vacunas de GSK España, quien remarcó la idea de que la inversión en prevención sanitaria no es un gasto, sino una estrategia económica de primer nivel que permite sistemas sanitarios más sostenibles, resilientes y eficientes: «Es necesario avanzar en nuevos modelos regulatorios y financieros que incentiven la innovación y que excluyan la inversión pública en prevención, vacunas o cribados del cómputo del déficit, tal como ya ocurre con los gastos en Defensa o digitalización y tal y como recomiendan los informes Ambrosetti y Dragui. Esto implica concebir la prevención como un motor de desarrollo económico, capaz de incrementar la productividad y aliviar la presión sobre el sistema sanitario». En este sentido, Cristina Nadal, directora ejecutiva de Government Affairs de MSD en España, asegura que «es importante recordar a la sociedad que invertir en inmunización es hacerlo en salud, sostenibilidad y futuro».

Fomentar la prevención

Los expertos coincidieron en la necesidad de fomentar esa prevención desde diferentes puntos de vista. En concreto, Cuesta fue rotunda al asegurar que se lograría con tres «C» de «cercanía, confianza y coordinación entre los profesionales sanitarios y los pacientes, ya que la mejor vacuna es aquella que se pone; de poco sirve la innovación si luego no llega al paciente final», mientras que Barragán añadió la «C» del conocimiento: «ya que los pacientes no siempre tenemos esa información y por eso es importante pedirla también a través de las asociaciones. Eso favorecerá la concienciación y el empoderamiento de la población sobre la necesidad de cuidar su salud».

De igual modo, Pérez insistió en la necesidad de «acercar las vacunas a muchos más profesionales, ya que son ellos los mejores prescriptores. Y a su vez también hace falta realizar un trabajo de concienciación de las autoridades sanitarias y los políticos, para que entiendan que prevenir con vacunas es una inversión y nunca un gasto». «Hay que trasladar estos datos a los decisores, pues el gasto que representan las vacunas resulta perfectamente asumible en un país como el nuestro», reconoció Castrodeza. Y así lo ratificó Contreras, quien recordó que «inmunizar a una persona sana durante toda su vida son unos 1.500 euros. ¿Qué es eso frente al gasto que implican todas las enfermedades que logramos prevenir?», preguntó retóricamente.