
Salud
Así funciona la hospitalización a domicilio, el nuevo enfoque de los Trastornos de la Conducta Alimentaria
La anorexia o la bulimia afectan a pacientes cada vez más jóvenes y se comienzan a tratar de manera individualizada y más humanizada

Los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) son desórdenes psicológicos graves que, tal y como indica su nombre, conllevan alteraciones en la conducta de la alimentación de una persona. Los más frecuentes son la anorexia y la bulimia y su incidencia se había mantenido estable durante los años 90 y primera década del nuevo siglo. Sin embargo, el número de casos se ha multiplicado en los últimos diez años, especialmente tras la pandemia. Nuevos enfoques, como la hospitalización a domicilio, están revolucionando su manejo, implicando a la familia e individualizando el tratamiento.
La doctora Montserrat Graell dirige el servicio de Psiquiatría y Psicología Clínica Infantil y Juvenil del Hospital Universitario Niño Jesús de Madrid y ha puesto en marcha una unidad pionera en este ámbito. «Se trata de una unidad dirigida a todos los trastornos mentales –no solo el TCA– para niños y adolescentes. Tenemos mucha experiencia: nuestro servicio se puso en marcha en 1992, por lo que nos animamos a tratar también, desde julio de 2021, los TCA con este enfoque domiciliario y familiar, como se hace en otros países. Y estamos muy satisfechos con los resultados, que publicaremos en el futuro en una revista científica», anuncia.
En total, se han tratado ya 188 niños y adolescentes con TCA en sus casas, a los que se suman otros 120 con patología psiquiátrica. El tratamiento global dura cuatro años. Tal y como aclara la doctora Graell, «son pacientes que necesitan un tratamiento intensivo y de rango hospitalario, pero sus características clínicas permiten que se puedan tratar de forma segura en sus domicilios. Si son pacientes extremadamente graves, tienen que tratarse en el hospital, mientras que los menos –dentro de la gravedad– pueden tratarse en casa. Pero cuando aquellos muy graves mejoran durante su estancia en el hospital, pueden derivarse a casa. Y lo mismo sucede si hay riesgo psiquiátrico». En su opinión, el programa domiciliario ha demostrado ser igual de eficaz y seguro que si se realizara en el hospital. Además, tanto las familias como los profesionales sanitarios puntúan con mucha satisfacción en la encuesta que responden cuando termina el tratamiento domiciliario.
Por otro lado, al año de tratamiento, la evaluación ha demostrado que menos de un 15% de los pacientes tiene que volver a ingresar. «Es un porcentaje menor que cuando ingresan directamente en hospitalización», apunta la experta, que recalca que el objetivo es que, «al final, la gran mayoría sea atendida en sus propios domicilios y rodeada de su entorno familiar más próximo».
Equipo multidisciplinar
El equipo preciso para el tratamiento domiciliario está formado por un psiquiatra o un psicólogo, que cuenta con el apoyo de enfermería especializada y el personal de la unidad de hospitalización pediátrica a domicilio. «Lamentablemente, no contamos con dietistas-nutricionistas, aunque hemos realizado la petición desde hace años y lo seguimos haciendo. Los aspectos nutricionales, en nuestro caso, los lleva el pediatra. Pero sería muy conveniente que estos profesionales se incorporaran», asegura.
Otro motivo de preocupación que indica la doctora Graell es que los pacientes son cada vez más jóvenes, con edades de entre ocho y diez años. La causa que está detrás de esta precocidad es el inicio, también cada vez más temprano, tanto de la adolescencia como de la primera menstruación.
Por esta razón, la experta considera que deben potenciarse las políticas de prevención y centrarse en las personas más jóvenes. En este sentido, recalca que son efectivas las acciones que se realizan en los colegios, como la alfabetización en medios, la educación digital y enseñar pensamiento crítico ante los mensajes que reciben, así como tener una buena estima y aceptación corporal. Pero estos conocimientos deben introducirse en la Educación Primaria y no solo en la Educación Secundaria Obligatoria. «Los mensajes sobre los ideales corporales –sobre todo los de las mujeres– han existido siempre. Y ahora, con la digitalización, son los mismos y seguirán existiendo, pero están mucho más amplificados. Por eso, desde el punto de vista de la prevención, hay que adelantar las acciones, que han demostrado ser efectivas en el bienestar emocional en general y en todos los trastornos alimentarios. Y, sobre todo, realizar un diagnóstico cuanto antes e intervenir de manera precoz», recalca.
Cuando no funciona
¿Y qué sucede cuándo el tratamiento en casa no funciona? La doctora Graell explica que esta opción también está prevista en el programa. «A veces no se cumplen los objetivos: no se adquiere un patrón alimentario adecuado, no se aumenta de peso y no hay mejoría de la motivación o colaboración con el tratamiento. En estos casos, se pasa siempre a la hospitalización de manera muy rápida y esta opción está siempre disponible desde el principio». Además, la experta hace hincapié en que la monitorización «debe ser muy continua para no alargar un estado de fracaso terapéutico». Por este motivo, las visitas al domicilio por parte del psicólogo y del equipo de enfermería son prácticamente diarias para evaluar tanto los aspectos físicos como los psicológicos y familiares.
Otra de las ventajas que supone este abordaje es el ahorro de dinero al sistema sanitario tanto en costes directos como indirectos. «Ahorramos muchas estancias en el hospital, que son muy caras. Y las familias pueden contar con algunos recursos administrativos para cuidar a sus hijos durante las tres-cuatro semanas que dura de media la hospitalización en casa. Estas enfermedades son muy graves (la anorexia es la patología mental con mayor mortalidad), por lo que resulta fundamental que cuente con recursos para tratarla», recomienda.
Este nuevo abordaje no está limitado a hacerse en grandes ciudades, también puede realizarse en zonas más rurales, pero siempre que dispongan de un hospital de referencia que cuente con un convenio, por si es precisa la hospitalización. «Hay que generar sinergias y trabajar en coordinación con los diferentes servicios. El objetivo es que el tratamiento sea lo más individualizado posible. Y no hay nada más individualizado que hacerlo en tu propia casa, reduciendo el estigma y humanizando la atención. Y las familias y los propios pacientes nos dicen que se sienten más seguros para continuar en el futuro con un tratamiento que, de media, va a durar cuatro años», concluye la doctora Graell.
Mensajes falsos en redes
Diana (nombre figurado) es paciente de TCA y, como recalca, la hospitalización a domicilio «es una idea maravillosa. Nos llegan mensajes falsos en redes en contra de la hospitalización, sentimos rechazo tanto en recibir terapia como en la recuperación forzada: nos dicen que nos van a forzar a comer con métodos muy agresivos y eso nos asusta y nos hace encontrar un refugio dentro del TCA y sentirnos cómodos allí. Y esta es una idea totalmente equivocada y maligna, por eso apoyo la concienciación temprana. Acompañar al paciente en una recuperación sana, en un ambiente en el que se siente cómodo, resulta muy útil».
¿Cómo detectarlo a tiempo?
La doctora Azucena Díez es miembro del Comité de Salud Mental de la Asociación Española de Pediatría (AEP) y directora de la unidad de Psiquiatría Infantil y Adolescente del departamento de Psiquiatría y Psicología Clínica de la Clínica Universidad de Navarra. Coincide en que el papel de la familia es fundamental: «Se involucran en el proceso psico-educativo y, cuanto más sepan de la enfermedad, más van a ayudar. Lo ideal es no tener que llegar a la hospitalización y la única forma es que la sociedad esté concienciada de que existen estas enfermedades y los padres sepan detectar muy pronto los signos de alarma y consulten precozmente con el personal sanitario, cuando haya muy poca pérdida de peso». Por ello, se debe estar atento a una forma «peculiar» de comer de la niña o del niño, «troceando mucho y apartando los alimentos en los bordes del plato. O escurrir el aceite. También beber mucha agua para saciarse y elegir alimentos, indicando que ya no le sientan bien las hamburguesas, las patatas fritas, las croquetas o las pizzas. Y que solo le sientan bien alimentos hipocalóricos como lechuga, pollo a la plancha o una manzana».
También la doctora Díez aconseja que se debe estar alerta porque, en ocasiones, el paciente come con normalidad lo que se les sirve «porque se saltan comidas y mienten, diciendo que han comido con sus amigos. Hay que estar al tanto, además, si hace más actividad física. Y es clave que los padres sepan qué lugares de internet visitan sus hijos, revisando historiales y búsquedas. Por último, comprobar si se esconden mucho en el cuarto de baño y si hay vómitos o fugas sospechosas después de comer».
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