
Opinión
¿Quién está a favor de despenalizar el proxenetismo?
En la mayoría de los debates que abogan por la legalización de la prostitución, se pone el foco en las ventajas y derechos que obtendrían las que llaman «trabajadoras sexuales» en un intento de blanquear la explotación y abuso sexual

Defender la abolición de la prostitución es defender la dignidad de las mujeres. Tiene que ver con que no se normalice la utilización de las mujeres y niñas más vulnerables como simple mercancía, violando de forma flagrante los derechos humanos.
En la mayoría de los debates que abogan por la legalización de la prostitución, se pone el foco en las ventajas y derechos que obtendrían las que llaman «trabajadoras sexuales» en un intento de blanquear la explotación y abuso sexual, dando apariencia de reivindicación laboral. Incluso he llegado a leer que en ocasiones se habla en un masculino neutro, cuando, seamos claros, las personas prostituidas son las mujeres y niñas prácticamente en su inmensa totalidad. Y mientras se llevan el debate al terreno de los hipotéticos derecho a vacaciones, bajas laborales o controles ginecológicos, se deja al margen que la prostitución está vinculada a la pobreza, la desigualdad y la falta de oportunidades.
Además, la mayoría son mujeres migrantes. Y el 60% tienen edades inferiores a 36 años, encontrando incluso menores de edad. España vergonzosamente tiene de media 56 mujeres en situación de prostitución por cada 10.000 mujeres adultas.
Tampoco se habla de los efectos inmediatos que produciría la legislación de la prostitución, como la despenalización del proxenetismo y la impunidad de los puteros en nuestro país que encabeza las estadísticas de la UE de hombres que al menos una vez en su vida han pagado por la prostitución, con un 39%. La prostitución y la trata son dos caras de la misma moneda. Ya que la trata con fines de explotación sexual, donde el 97,6% de las víctimas son mujeres y niñas, se da por la existencia de un sistema de prostitución que normaliza la compra y venta de la sexualidad y cuerpos de mujeres y niñas. Y mientras eso se permita no habrá una sociedad igualitaria y libre de violencia.
Carmen Montón es embajadora observadora permanente de España ante la OEA y OPS. Ex ministra de Sanidad, consumo y bienestar social
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