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El nuevo 'amigo invisible': un avatar de inteligencia artificial
Se trata de una conducta peligrosa porque "sustituyen figuras de apego"

El abuso de pantallas en niños y adolescentes está generando una adicción emergente: la dependencia de 'compañeros' de inteligencia artificial o avatares.
Se trata de una conducta peligrosa porque esos recursos de inteligencia artificial "sustituyen figuras de apego", como si fuera la nueva versión del 'amigo invisible' de toda la vida.
El psiquiatra infantil del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla de Santander Miguel Mamajón está a cargo del 'Programa pantallas', una iniciativa pionera para prevenir y tratar el uso excesivo de las pantallas en niños y adolescentes con un abordaje individual y también grupal, con sesiones en las que participan los menores con sus padres.
La mayor parte de los pacientes que pasan por este programa son adolescentes que invierten un tiempo superior a las siete u ocho horas diarias con pantallas, y han llegado a ver casos que consideran "muy extremos", de hasta de más de 11 horas al día pegados a dispositivos de este tipo, destaca a EFE Miguel Mamajón.
Pero lo que últimamente está llamando la atención de los expertos, "aparte de la adicción a las redes sociales", es una dependencia emergente a los 'compañeros' de inteligencia artificial: avatares con los que el usuario establece diálogos y con los que llega a cubrir necesidades emocionales.
"Sustituyen las figuras de apego y pueden convertirse en un problema serio. La inteligencia artificial te responde y te hace una devolución de lo que tú le dices, en un ciclo infinito. Tú te relacionas con la inteligencia artificial y esa inteligencia artificial, en base a tu experiencia, te da respuestas vacías por aprendizaje mecánico", explica Mamajón.
Advierte de que así se crea "adicción en el sentido de dependencia emocional hacia la propia inteligencia artificial".
A partir de los 16 años
Este psiquiatra avisa de que el abuso de pantallas tarda en detectarse porque se trata de hábitos que están normalizados en la sociedad.
"Y por una sencilla razón, en una adicción a sustancias tóxicas se ve un deterioro rápido y además socialmente tiene otra aceptación. Las redes sociales y en conjunto todas las nuevas tecnologías están socialmente mejor vistas y son más silentes. Y eso dificulta la detección", subraya.
Las consecuencias de una exposición abusiva no sólo llegan en forma de mayor vulnerabilidad ante trastornos de salud mental, sino que multiplican el riesgo de que puedan aparecer otros problemas, como los de la conducta alimentaria o el acoso, por el tipo de contenidos a los que los menores tienen acceso en redes sociales.
"Pongámonos en el contexto de una chica de 12, 13, ó 14 años que empieza a preocuparse en exceso por su imagen, y que consume contenidos de celebridades que en las redes sociales no dejan de enviar imágenes donde el canon de belleza se eleva cada vez más. Si a eso se le suma gente inexperta dando consejos de qué hacer y qué comer con poca evidencia científica, esto supone un cóctel explosivo", dice Mamajón.
Por eso, este especialista defiende que, en la medida de lo posible, hay que intentar retrasar la entrega del teléfono inteligente o de dispositivos similares al menos hasta los 16 años.
"Padres que no saben ni por dónde empezar"
Los casos que están viendo en el Hospital Valdecilla de Santander dentro del 'Programa pantallas' llegan "empujados por los padres".
Y lo que esos padres trasladan a los especialistas es su inseguridad e incertidumbre al afrontar este problema.
"Te encuentras a padres que no saben ni por dónde empezar para abordar este problema con sus propios hijos", señala Mamajón.
En las sesiones de terapia se trabajan estilos de crianza, comunicación, acompañamiento a los padres, o mecanismos y formas de proteger a sus hijos, como el control parental. "Se necesita mucho tiempo y mucha dedicación", resalta el psiquiatra.
En cualquier caso, recomienda a los padres "desarrollar más interés sobre lo que consumen sus propios hijos", además de "acompañar y proteger".
"Que les pregunten qué influencer les gusta, o que aprovechen cuando en el telediario ponen una noticia sobre redes sociales para intentar debatir en casa. También que el propio padre o madre le pida al hijo que le enseñe habilidades. De esta forma se fomenta el diálogo y el conocimiento sobre lo que les pasa a los hijos", afirma.
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