Entrevista
"En salud mental no necesitamos máquinas costosas o tecnología avanzada sino tiempo con el paciente"
Mónica Lalanda y Blanca Bolea son las autoras de «Salud mental a colores», un libro de 72 páginas con 57 infografías con "permiso explícito para compartir libremente", toda una declaración de intenciones sobre lo que con él pretenden
Son médico de familia y psiquiatra y juntas han escrito –y dibujado– un libro que responde a las preguntas más comunes sobre salud mental de forma sencilla, pero sin perder la rigurosidad y con el visto bueno de la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental.
Comentaban que, tras la DANA, casi da apuro hablar de otra cosa, pero la salud mental es –y será– un problema en este caso. ¿Qué consejos darían a quienes se han visto afectados por ella?
Blanca Bolea (B.B.) Los desastres naturales tienen consecuencias en la salud mental. Un problema frecuente es el trastorno de estrés postraumático cuando se experimenta un evento que pone en riesgo tu vida o la de tus seres queridos. Es importante, en primer lugar, comunicar y hablar sobre lo ocurrido. El apoyo entre personas que han vivido algo similar y el simple hecho de hablar y ser escuchado tiene, en sí mismo, un efecto sanador. En segundo, se debe prestar atención a cómo uno se siente; este tipo de estrés a menudo se manifiesta en reacciones psicológicas como preocupación excesiva, sentimientos de culpa o agresividad. Y si el malestar persiste meses tras el desastre, es importante acudir a los servicios de salud mental donde se puede considerar un tratamiento farmacológico o psicológico.
Dicen que es un libro de «amplio espectro». ¿A qué colectivo creen que les puede resultar más necesario y/o útil?
Mónica Lalanda (M. L.) Su utilidad puede ser diferente para varios grupos. En primer lugar, para el ciudadano medio. El afrontamiento de cualquier enfermedad pasa por la buena información, pero también para entender qué es normal y qué es enfermedad. Vivimos en una era de medicalización y «patologización» del sufrimiento que en salud mental es muy patente. En segundo lugar, en el mundo sanitario, como herramienta para que cuenten con un material sencillo y claro pero riguroso para compartir con sus pacientes. De hecho, en la página de créditos damos permiso explícito para compartir libremente las infografías. También en el mundo de la enseñanza, como referencia para alumnos y profes. Y dado que se habla tanto de salud mental en medios, nos parece que puede ser una forma sencilla de formarse e informarse para periodistas.
Una imagen vale más que mil palabras, pero, ¿qué aportan, además, sus dibujos?
M. L. La idea de mi trabajo es reconvertir información compleja en material gráfico sencillo, fácil de entender y memorizar, agradable de mirar, atractivo, pero sin perder ni un ápice de la rigurosidad científica. Cuando me siento a trabajar en una infografía, una viñeta o un cómic el principio básico no es ser ilustradora sino una médico que ilustra lo complejo y lo hace más útil usando colorines.
"La percepción errónea más común es pensar que la mental es distinta de otras patologías"
«Alardean» de rigor médico, pero no es algo muy valorado, tristemente. ¿Cómo combatir tanto descrédito?
M. L. No es que el rigor médico no sea valorado, sino que somos los médicos quienes hemos ido perdiendo cierta credibilidad. Somos una generación de médicos en activo poco críticos, particularmente en nuestro país y dada la transparencia que aportan las redes sociales, se nota. También vivimos en una sociedad que demanda todo y de forma inmediata cuando en Medicina nadamos en incertidumbre. Observamos también como se sigue practicando mucha medicina que tiene poca o ninguna consistencia científica mientras que se ataca solo a las pseudoterapias. Sería un gran momento para luchar por recobrar la esencia de la Medicina, pero ya ni siquiera nos ponemos de acuerdo en cuál es.
¿Cuáles son los tres errores más habituales respecto a la salud mental?
B. B. Estigmatizamos, en parte, porque tenemos miedo. Esta es quizá la percepción errónea más común: que la mental es distinta de otras enfermedades. Todavía se asocia con la violencia, particularmente en el caso de la esquizofrenia, lo cual es falso. El tercer error es creer que estas patologías no se pueden tratar. Disponemos de tratamientos eficaces para la mayoría de ellas; el problema radica en el acceso al tratamiento. En salud mental no necesitamos máquinas costosas o tecnología avanzada sino tiempo con el paciente y recursos que le apoyen, como médicos, enfermeras, trabajadores sociales.
"Necesitamos profesionales que tengan tiempo de dirimir si hay patología o hay un problema social o laboral"
Se habla de aumento de problemas de salud mental, especialmente tras la pandemia y cada vez más en jóvenes. ¿Qué peso tienen en esto las redes sociales y las pantallas?
B. B. Las redes sociales pueden diseminar información falsa rápidamente y también exponen al usuario a la misma información (cierta o falsa) de forma constante. Como consecuencia, pueden crear una sensación de enfermedad donde no la hay o, por contra, normalizar situaciones que no deberían serlo. Es importante debatir en familia lo que los hijos ven en ellas; abrir este diálogo es fundamental para mantener una conexión con la realidad fuera de las redes. Además observamos cómo favorecen las conductas de imitación de lo que se percibe como aceptable (sin serlo) o la pérdida de autoestima al vivir en permanente comparación con esos cuerpos aparentemente perfectos que permiten los filtros y las fotos muy estudiadas. Otra área es la posibilidad de acoso usando redes o la exposición a pantallas a niños pequeños incluso a bebés cuando esto no conlleva ningún beneficio para ellos.
España tiene el triste honor de ser el país con el consumo más alto de ansiolíticos, pero es que las consultas están desbordadas y en la mayoría de los casos son de carácter privado. ¿Qué alternativas hay?
B. B. Es imprescindible potenciar una buena atención primaria. Profesionales que tengan tiempo de dirimir si hay patología o hay problema social, laboral etc. Y cuando el tratamiento farmacológico es necesario, existen alternativas, incluyendo medicaciones más seguras y con menor potencial adictivo, como los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, eficaces para la ansiedad. Un mejor acceso a las terapias psicológicas, más psicólogos clínicos y su integración en el Sistema Nacional de Salud, también serían de gran ayuda. Debemos plantearnos también la causa de esta ansiedad. ¿Qué podemos hacer a nivel poblacional para abordar este problema de forma más saludable? Las intervenciones epidemiológicas en salud mental están aún en una etapa temprana; necesitamos investigar más, y para ello es esencial contar con datos poblacionales provenientes de España, en este aspecto aún estamos rezagados en comparación con otros países europeos
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