Opinión
Sedentarismo, huesos y grasa (I)
La osteoporosis se caracteriza por el deterioro de la microestructura del tejido óseo
No hemos dejado de insistir en los beneficios globales de la actividad física para un envejecimiento saludable. En un artículo publicado hace pocos días en «Science Reports», se comparó la correlación entre la actividad sedentaria, la actividad física, la densidad mineral ósea y el porcentaje de grasa corporal en los Estados Unidos. El estudio evaluó la relación entre estos parámetros en 9.787 estadounidenses de 20 a 59 años (edad media 38 años).
La osteoporosis se caracteriza por el deterioro de la microestructura del tejido óseo y la reducción de la densidad ósea, lo que aumenta el riesgo de fracturas esqueléticas. En Estados Unidos, la osteoporosis costó 57.000 millones de dólares en 2018, cifra que se prevé que aumente a más de 95.000 millones de dólares anuales en 2040.
Teniendo en cuenta el aumento mundial de la esperanza de vida y la carga que suponen las fracturas por osteoporosis para las sociedades, los sistemas sanitarios y las personas, es esencial contar con estrategias eficaces de prevención de la osteoporosis.
La densidad mineral ósea disminuye tras el pico de masa ósea debido a cambios multifacéticos y complejos en las hormonas sexuales, la nutrición y la carga ósea. Los comportamientos modificables, como el tabaquismo, la ingesta dietética y el ejercicio, pueden contribuir al desarrollo de osteoporosis en la vejez.
Como consecuencia de la inactividad y la reducción de la carga de peso, como el reposo en cama y el tiempo en gravedad reducida, se alteran el recambio óseo y la homeostasis mineral.
Las guías clínicas recomiendan la actividad física para el tratamiento de la osteoporosis.
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