
Coronavirus
¿Cómo se entrena en los gimnasios de la nueva normalidad?
7 accesos por minuto, bancos «blindados», cintas clausuradas, «puntos de kit higiénico», mascarillas en los pasillos y un máximo de 75 minutos de ejercicio. Éstas son las normas a las que se deben adaptar los que regresan al «gym». ¿Merece la pena? Hablamos con los deportistas
En la puerta de VivaGym, en el centro de Madrid, uno de los trabajadores del gimnasio recibe a los ansiosos clientes con cautela. Les ordena en filas en función de sus necesidades para evitar así aglomeraciones. En el suelo, unas pegatinas indican las marcas donde tienen que guardar su turno, mientras otra compañera les facilita gel hidroalcohólico a todos y les indica el paso por una alfombrilla que limpia de virus las zapatillas. Es el primer día de apertura de este popular gimnasio que, en condiciones normales, tiene un aforo de 435 personas, pero que la primera semana lo redujo al 30% y ayer lo amplió al 60%.
Para acceder, los deportistas deben reservar a través de una aplicación con un mínimo de 24 horas antes hasta cinco minutos previos al entreno, pero claro, las horas vuelan después de tres meses de barbecho y hay quienes, como Benito, que se conectan desde casa antes de la hora fijada para ser los primeros en coger cita. «Vengo con muchas expectativas y ganas, la verdad. También con ciertas dudas sobre qué es lo que tendremos que hacer o cómo debemos comportarnos. Eso sí, los protocolos no me asustan, con esta pandemia hemos aprendido todos a ajustarnos a lo que nos piden», afirma mientras mete caña a sus bíceps, tríceps y pecho. «Da gusto porque las máquinas están vacías, no hay que esperar, es una maravilla», argumenta.

Antes de ponerse en marcha, coge la toalla y comienza a desinfectar la máquina. «Benito, para limpiarla coge de los puntos limpios papel e hidroalcohólico, no lo hagas con tu toalla», le dice un instructor apuntando a los «puntos de kit higiénico». A todos los clientes se les explican que cada máquina que utilicen deben limpiarla antes y después de su uso. «También les hemos pedido que traigan dos toallas, una para su sudor y otra para poner en los aparatos», explica el monitor.
Este gimnasio ha sido de los primeros en abrir en Madrid, de hecho, algunos clientes comenzaron a entrenar hace una semana, eso sí, las clases colectivas no estaban todavía disponibles, éstas volvieron a activarse ayer. «Solo se permiten 20 personas por clase, así que se ha reducido la duración a media hora para que más socios puedan disfrutarlas. Se han establecido también más protocolos de limpieza en el aula y en los materiales con los que se trabaja», explica Sara, la directora del centro deportivo de Embajadores. Para completar las colectivas, también ofrecen clases «outdoor» de «running» y ejercicios funcionales.
Revisión de aforo cada hora
Estos tres meses cerrados no han sido sencillos. Muchos gastos de mantenimiento y casi toda la plantilla (en España esta cadena da empleo a más de 700 personas) en ERTE. Pese a las dudas iniciales, lo cierto es que se respira calma, varias personas hacen cinta o elíptica sin mascarilla, porque ésta solo es obligatoria para moverse por los pasillos y en el vestuario. La música ambiental se mezcla con consejos sanitarios para mantener la distancia y las medidas higiénicas. Las taquillas de los vestuarios también se han marcado en verde para que sólo se utilicen algunas de ellas, y, una vez más, hay que limpiarla antes y después de utilizarla, un ritual que muchos ya han integrado con total normalidad.

También los bancos tienen una demarcación para evitar que dos personas se sienten juntas mientras se cambian y, de igual modo, en las duchas hay una separación protocolaria. «Estamos gratamente sorprendidos con el civismo que estamos comprobando», apunta Francisco Tortosa, director de operaciones de la cadena, que muestra con orgullo la fidelidad de los más de 4.000 socios que tiene VivaGym. De hecho, para no perder el contacto durante los meses de confinamiento han ofrecido clases a través de Instagram así como consejos deportivos para no perder la rutina. Carlos Luengo, que es el encargado de recepción, confiesa que la gente está muy emocionada, «antes salían unas chicas bailando, muy motivadas», describe. Nos cuenta que el tiempo de permanencia en el interior del gimnasio es de 75 minutos, y que es cierto que «alguno ha intentado estirar la hora, pero enseguida se les recuerda que no pueden hacerlo y la gente cumple. Están pautados siete accesos cada cinco minutos. Hasta ahora hemos tenido 50 personas al mismo tiempo, pero cada hora se revisa el aforo a través de la aplicación para comprobar que se cumple con la normativa», detalla.
«La gente me pregunta más por las medidas de higiene que por los ejercicios que pueden hacer», detalla con humor el monitor Alfonso Martínez, que pasea por las zonas de máquinas donde se aprecia que cada banco tiene también una señalización para evitar que los socios lo cambien de posición y alteren la nueva «estructura covid» del gimnasio. «Todos teníamos ganas de volver, clientes y los que trabajamos aquí», dice Martínez, que él es el encargado de las clases de ciclo que ayer comenzaron a funcionar. «Lo que sí que he visto es que algunos vienen demasiado animados, se nota que tenían ganas de retomar su rutina, porque no es lo mismo hacer ejercicio en casa que aquí. Así que tengo que insistirles en que se lo tomen con calma, que hay que llevar a cabo un entrenamiento progresivo para evitar lesiones. De momento no hemos registrado ninguna», relata.
Ventilación 24 horas
Mientras varios deportistas lucen brazo y dorsal con unas mancuernas de peso titánico en la zona de peso libre y fuerza, otros apuran los estiramientos en el suelo en el área de entrenamiento funcional donde el espacio se ha distribuido en cuadrículas. No muy lejos, en la elíptica, está Caterina, que mientras pedalea nos cuenta la alegría que ha supuesto para ella reencontrarse con el gimnasio: «Pensaba que sería más complicado, pero me siento cómoda y no me da miedo tener que utilizar máquinas que han utilizado otros porque las limpiamos muy bien», afirma.

Esta publicista ha empezado su rutina de «gym» con 75 minutos de cardio y estiramientos. «Me estoy poniendo en forma, aunque durante el confinamiento también me he mantenido activa, eso sí, soy consciente de que no es lo mismo y que ahora me lo tengo que tomar con calma para no tener mañana agujetas ni lesionarme», comenta mientras las gotas de sudor le caen por el rostro.
Cuando termina coge un pulverizador y se afana en dejar su máquina como los chorros del oro. Además del refuerzo de medidas de higiene entre los usuarios, Tortosa añade que cada noche se realiza una desinfección profunda y las medidas de ventilación están funcionando las 24 horas. Es llamativo el silencio que impera en todas las instalaciones, cada uno va a lo suyo, hay poca interacción, aunque algunos también están deseosos de retomar esa vida social tan característica de los gimnasios, donde muchos, además de acudir para ponerse en forma, lo utilizan para ampliar su «agenda» de ligues, algo que no es posible si, por el momento, se tienen que guardar los rigurosos dos metros de distancia social.
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