Caso cerrado

Philippe Barbarin, el cardenal que dimitió acusado de un encubrimiento de abusos que nunca se probó

El que fuera arzobispo de Lyon y hombre de confianza del Papa dejó su cargo ante unas denuncias que ahora son de nuevo rechazadas por la justicia

El caso Barbarin se da por cerrado definitivamente
El caso Barbarin se da por cerrado definitivamenteEfeAgencia EFE

Se apartó para no molestar. Para no entorpecer. Con la conciencia de no haber cometido delito alguno. Pero con la sombra de haber sido cómplice con su supuesta inacción. El pasado junio, el cardenal francés Phillippe Barbarin se despedía de la diócesis de Lyon para convertirse en capellán de un convento. Una retirada que llegaba después de que los focos de la opinión pública se fijaron sobre él acusado de encubrir los abusos perpetrados por el sacerdote Bernard Preynant.

Fue en marzo cuando el Papa aceptaba la renuncia de un hombre sencillo y cercano, que había abanderado la lucha contra la pederastia en la Iglesia gala. Lo hacía después de que Barbarin se mostrara cansado y derrotado anímicamente, aun cuando unas semanas antes fue absuelto de encubrimiento. “Tuve que soportar un gran sufrimiento”, expuso a sus fieles en su adiós como pastor. Era la segunda vez que le solicitaba a Francisco dejar el cargo. Su anterior intento llegó en pleno juicio, cuando en primer instancia fue condenado a seis mes de cárcel con exención de cumplimiento de pena.

Ahora el caso Barbarin se da por cerrado definitivamente. Hoy se ha sabido que la apelación contra el purpurado por lo civil ha sido desestimada, como lo fue el años pasado por la vía penal. Así, se considera que el que fuera primado de Francia no es el responsable civil de los posibles daños a las víctimas del depredador sexual Preynant. De hecho, el Tribunal de Casación deja claro en su sentencia que el ya ex arzobispo de Lyon no tenía obligación de denunciar las agresiones.

Barbarin, que ahora tiene 70 años y al que le faltarían cinco para jubilarse de no haber dimitido, ha recibido la noticia en su retiro en Rennes. Con menos eco y focos que cuando el dedo de la sospecha le apunto directamente.