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Problemas psicológicos

El maltrato a menores crece en la pandemia hasta el 15%

La ansiedad lo hizo un 280% en el confinamiento, según un informe de la Fundación ANAR

Los efectos de la pandemia en los niños Teresa Gallardo

La pandemia «alteró todas las problemáticas que afectan a menores de edad y agravó muchas de ellas», entre las que destacan sobre todo los problemas psicológicos. Durante el confinamiento se dispararon en niños y adolescentes la ansiedad (+280,6%), las ideas suicidas (+244,1%), la baja autoestima (+212,3%) y la depresión o tristeza (+87,7%). Éstas son algunas de las conclusiones del «Informe anual 2020: el Teléfono/Chat ANAR en tiempos de Covid-19».

Pero, además, la Fundación registró un aumento de las llamadas por violencia física que se prorrogó más allá del confinamiento. «El motivo más grave y que más ha crecido es el maltrato físico, hemos pasado este año del 13% de casos al 15,8% de situaciones de violencia física que estaban viviendo los niños; pero durante la primera salida alcanza el 19%», subraya Benjamín Ballesteros, director de Programas de la Fundación ANAR.

Ballesteros explica que este incremento está relacionado «con la presión laboral que tienen los padres, el miedo al covid, la presión de estar metido en casa y cuando empiezan las primeras salidas de los adolescentes provoca esa frustración que se torna en violencia contra los menores», y que se mantiene a lo largo de los meses.

«Se han recrudecido los problemas de los niños, que duran más de un año en el 51% de los casos; en 2019 era del 45%, Y vemos una prolongación del sufrimiento de los menores, pero también han crecido las circunstancias de máxima gravedad de manera significativa», alerta el experto.

Los efectos de la pandemia sobre los menores se tradujeron en el incremento de las peticiones de ayuda a la Fundación durante el estado de alarma, que se tradujo en 166.433, llamadas, de las cuales 11.761 fueron casos graves. Las intervenciones de emergencia ascendieron a 2.277, lo que supuso una media de seis al día.

«Esto supone un incremento de los casos de urgencia alta (39,1%) y de máxima gravedad (55,6%) con respecto al año anterior», indica Ballesteros.

Otra de las consecuencias más llamativas de la epidemia entre los más jóvenes es que los problemas relacionados con los trastornos de alimentación tras el confinamiento crecieron un 826,3% en niños y adolescentes, mientras que la vuelta al colegio supuso que crecieran las autolesiones (+264,2%), los problemas de agresividad (+124,5%) y los relativos al duelo (+24,5%).

«Las consecuencias del Covid-19 han generado en niños/as y adolescentes una gran frustración fruto de la indefensión y desesperación que explican el porqué de que muchos/as adolescentes han aumentado sus ideaciones y tentativas de suicidio durante el confinamiento». «Han utilizado mecanismos de autorregulación emocional dañinos con el fin de lograr la reducción de su ansiedad, como las autolesiones con la vuelta al cole o los mecanismos de compensación propios de los trastornos de alimentación, que se han disparado coincidiendo con las primeras salidas», revela Diana Díaz, directora del Teléfono/Chat ANAR.

Pobreza infantil

Según el informe durante el confinamiento y las primeras salidas despuntaron las dificultades relativas a la separación de los padres, custodia y régimen de visitas (durante el confinamiento aumentaron un 42,3%, mientras que en las primeras salidas lo hicieron un 51,9%).

Además, crecieron también las consultas relativas a ayudas sociales y pobreza infantil, alcanzando la diferencia más aguda en el confinamiento (+307,2%), llegando a representar un total de 139 casos con esta problemática.

Junto con el informe, ANAR ha lanzado una serie de recomendaciones para poderes públicos, familias y menores ante la necesidad de actuar por la gravedad de estas tendencias. Entre estas, destacan la necesidad de elaborar una estrategia para la erradicación de la violencia sobre la infancia y adolescencia, e incorporar un mayor número de profesionales en el área de salud mental. También incide en la necesidad de declarar como servicios esenciales los diferentes destinados a la prevención, detección, protección y asistencia de niños, niñas y adolescentes frente a la violencia, así como la agilización en la creación de los Juzgados especializados en infancia y familia que prevé la Ley Orgánica de Protección Integral a la Infancia y Adolescencia a la violencia, que entró en vigor el pasado 25 de junio.

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