Entrevista

“El primero que se olvida del cuidador de un enfermo de cáncer es él mismo”

Miriam Algueró, autora del libro «Acompañar el cáncer», habla con LA RAZÓN sobre las pautas prácticas para hacerse cargo de los pacientes oncólogicos y no caer en el intento

Miriam Algueró es presidenta de la Asociación de Oncología Integrativa
Miriam Algueró es presidenta de la Asociación de Oncología IntegrativaJesús G. FeriaLa Razón

Su experiencia personal llevó a Miriam Algueró a escribir «Acompañar el cáncer», una guía que busca acompañar a todas aquellas personas sobre las que recae la responsabilidad e incertidumbre de cuidar a un enfermo de cáncer. De forma calmada, sensata y amistosa, la presidenta de la Asociación de Oncología Integrativa ofrece sus consejos y conocimientos de forma muy personal para enfrentarse a una tarea para la que casi nadie está preparado.

¿Cómo surge la idea de este libro?

Es el que habría necesitado tener cuando le diagnosticaron el cáncer a mi madre, porque cuando aparece el diagnóstico caes en un abismo, no sabes qué hacer, cómo darle más calidad de vida a tu ser querido el tiempo que le quede. De ahí sale un libro práctico, se puede hacer inmediatamente en tu casa en tu día a día, sin necesidad de ir prácticamente a ningún terapeuta. He querido transmitir y dar paz. El primero que se olvida del cuidador es el cuidador mismo, te olvidas de ti, te pones al final de todas las colas del mundo. Y tiene que mirar por sí mismo porque si se pone enfermo es un perjuicio para el paciente (no va a poder acompañarle a las citas, ni cocinarle o hacerle compañía...).

¿A qué problemas se enfrenta un cuidador?

El principal es el ritmo de vida frenético que llevamos. Si encima te toca cuidar de alguien, mal. Otro problema son los efectos secundarios de los tratamientos médicos en el paciente. Hay algunos de ellos que con unos pequeños ajustes en nuestros hábitos de vida disminuyen mucho. Por ejemplo, en la alimentación (no se trata de ponerse a dieta, sino de ir añadiendo alimentos más saludables). Ya llegaremos a una dieta saludable. Incorporar la meditación, salir a hacer ejercicio físico (cuidador y paciente), dormir de siete a nueve horas por la noche... esos cambios aliviarían al cuidador en los problemas del día a día. Otro tema es el «muro del silencio». Cuando surge un diagnóstico de cáncer a menudo el paciente no habla de cómo se siente ni el cuidador tampoco. Una conversación de «cómo estás, cómo te sientes, cómo lo estás viviendo...» puede ser muy terapéutica. No se trata de sentar al cáncer a la mesa cada vez que vamos a comer, ni que se convierta en el único tema de conversación. El cáncer es una etapa de nuestra vida.

¿Qué es lo básico que un cuidador debería tener en mente?

Buscar apoyo (un equipo de cuidadores), no enfrentarse a esto solo, para evitar caer en el síndrome del burnout. Otro tema muy importante es el de la paciencia, ser conscientes de que el paciente lo está pasando muy mal (a veces hay que callarse para no generar conflicto). Lo tercero es la empatía, ponernos en la piel del paciente y no obligarle a hacer nada que no quiera hacer. Por ejemplo, si no le gusta el brócoli, no le obliguemos a comerlo ahora que tiene cáncer, o si le dan pavor las agujas no le llevemos al acupuntor. Empatía para evitar el sufrimiento. El cuerpo del paciente es su cuerpo, y su vida es su vida.

¿Cómo se cuida un cuidador?

Tiene que procurar cuidar de sí mismo sin dejar de cuidar al paciente. Hay varias cosas que puede hacer: desde bajarse una parada de metro antes del trabajo (si trabaja) o al volver a casa, buscar 20 minutos para dar un paseo, reír, hacer ejercicio físico, poner música, cantar, bailar, hablar con amigos, leer... lo más importante es estar centrados en el momento, en lugar de proyectando en el futuro pensando qué puede pasar. Si estás centrado en el ahora tienes más paz interior.

¿Cuándo es necesario acudir a un psicooncólogo?

Los dos (paciente y curador) en el momento del diagnóstico. El cáncer despierta muchas emociones (rabia, culpa, miedo...). En ese momento hay que pedir una cita, que un profesional te ayude a ordenar todas las emociones que despierta la enfermedad. A partir de ahí podrás ir avanzando de otra forma. Es importante también ir si la relación en casa se hace insostenible. Hay veces que el paciente reacciona de forma agresiva, o se encierra en sí mismo, o está muy deprimido... No nos enseñan cómo gestionar las emociones (ni las propias ni las ajenas). Tener unas indicaciones que nos guíen en cómo actuar es básico.

¿Hay una dieta milagro contra el cáncer?

No, la alimentación por sí sola no cura el cáncer, esto es importante decirlo. Hay muchas que se recomiendan, la que cuenta con una mayor evidencia científica es la dieta mediterránea, pero la de verdad. En España pensamos que llevamos una dieta mediterránea cuando en realidad comemos muchos procesados (la de verdad consiste en legumbres, proteína animal de vez en cuando -no un par de veces al día como hacemos ahora-, frutos secos, semillas, cereales integrales, fruta... todo muy de proximidad y de calidad. Además, la dieta mediterránea es la que es más flexible para irla adaptando a las necesidades del paciente. Porque a medida que aparecen los efectos secundaria con ella podremos ir haciendo cambios.

El 85% de los cánceres se relacionan con hábitos no saludables ¿Qué es lo que peor hacemos?

El sedentarismo es muy malo para el cáncer y para todas las enfermedades. Hay que llevar una vida más activa, y una alimentación más saludable. Lo que comemos influye en nuestro estado mental, además impacta en la microbiota (hay estudios que están viendo que si está en mal estado es el principio de las enfermedades). Si cuidamos la alimentación y hacemos ejercicio físico gestionaremos mejor el estrés.

¿Por qué se recomienda el ejercicio a los pacientes de cáncer? ¿Cual?

El ejercicio físico es muy importante. Un estudio reciente de la Universidad de Australia ha visto que en pacientes obesos con cáncer de próstata aquellos que hacían ejercicio físico sus músculos generan una proteína que se llama mioquina, que da orden al tumor de que no crezca más. Tendrían que abrirse unidades de ejercicio físico en todos los hospitales de España, tanto públicos como privados. El ejercicio ideal depende de cada paciente. Hay algunos que si en el momento del diagnostico salían a correr pues que sigan haciéndolo mientras puedan. Hay gente que corre maratones con cáncer. Hago una llamada a los cuidadores: está muy bien cuidar, pero no lo confundamos con proteger, ni con sobreproteger. Si el paciente quiere hacer ejercicio vamos a permitírselo, mientras su cuerpo se lo permita y no haya una prescripción medica en contra.