Entrevista
Luis Chiva: «Etiquetar la obstetricia como objeto de delito penal supone un prejuicio tremendamente injusto»
Luis Chiva, uno de los diez cirujanos más destacados del mundo
La Sociedad Americana de Cirugía ha nombrado a Luis Chiva, director del Departamento de Ginecología de la Clínica Universitaria de Navarra, miembro de honor (Honorary Fellow) de esta entidad por su prestigio quirúrgico en Ginecología Oncológica, su reconocimiento a nivel internacional, su exquisito cumplimiento del código ético y por la encomiable actividad solidaria que lleva a cabo en el Congo. Este nombramiento le convierte en uno de los diez cirujanos más destacados del mundo y en el segundo ginecólogo español que recibe la distinción desde la puesta en marcha de estos galardones en 1913. El primero en recibirlo fue, en 1996, el doctor Santiago Dexeus, fundador del Instituto Universitario Dexeus.
¿Qué supone este reconocimiento para usted y para la ginecología española?
Aunque considero que es inmerecido porque, como yo, habrá muchas personas que se lo merezcan enormemente, me produce una profunda alegría y, al mismo tiempo, una honda responsabilidad. La Sociedad Americana de Cirugía es la sociedad científica más grande del mundo. Cuenta con 80.000 miembros de Estados Unidos y de fuera del país. En esta sociedad, un porcentaje altísimo son cirujanos generales. De hecho, desde 1913, se les ha otorgado el reconocimiento a más de 500 médicos, pero solo siete son ginecólogos. Este galardón me inspira a seguir sirviendo a la gente que tengo alrededor. Me apasiona la fertilidad, la salud de la mujer. Además, espero que sirva para dar reputación a mi institución y para que se reconozca la excelencia de la ginecología en España.
Además de su prestigio quirúrgico, ¿qué otras cuestiones le han hecho merecedor de este reconocimiento?
Mi experiencia en cáncer es por la que tengo mayor reconocimiento quirúrgico en España y a nivel internacional. Soy chairman del Comité Educativo de la Sociedad Europea de Ginecología Oncológica. También soy Chairman del Comité de Acreditación y Calidad de la Sociedad Europea de Ginecología Oncológica. Pero hay cuestiones que van más allá de la cirugía, como la humanización y la ética. De hecho, hay un aspecto interesante de mi vida que quizá también haya podido influir en este nombramiento. A finales de 2010 me diagnosticaron una leucemia aguda mieloblástica de la que me he curado, al menos, hasta el momento tras dos trasplantes de médula ósea. Esto me ayudó a profundizar en el concepto de una medicina centrada en la persona, a empatizar con mis pacientes, entender cuáles son sus preocupaciones y estar a su lado en los peores momentos.
Además, tengo una perspectiva cristiana y valores éticos profundos. Soy un gran defensor de la vida desde el momento de la concepción. A lo largo de mi vida he podido atender, ayudar y acompañar a cientos de mujeres que han estado dudando si tener un bebé o no. Desde el respeto y sin juzgar, he intentado estar a su lado. Por otra parte, desde el programa social CUN Te Acompaña ayudamos a mujeres con bebés que tienen una corta esperanza de vida y ofrecemos cuidados paliativos perinatales a estos niños cuando nacen.
Como usted ha comentado, cuando un médico se sienta a solas con su paciente no solo le ofrece sus conocimientos. Detrás de su mirada cómplice, cariñosa y compasiva reposan pinceladas de una personalidad que busca empatizar con el mundo interior ajeno. ¿Qué lugar ocupa la humanización en la asistencia sanitaria?
El término «paciente» deriva de la palabra griega pathos, que significa «sufrimiento». Esto nos da una pista de que lo más importante que tiene que hacer el médico es acompañar en el sufrimiento al paciente. Esto se resume, de un modo muy bonito, en que no debemos ver a la paciente como una enfermedad, sino como una persona que sufre por algo que le está ocurriendo. Esto nos permite aproximarnos más a ella, empatizar con su realidad para imaginar y comprender lo que está sintiendo para proporcionarle la mejor terapia. Consiste simplemente en sonreír con sinceridad, practicar la escucha activa, explicarse de modo inteligible, adoptar una relación de ecuanimidad o mirar a los ojos. Al final, lo que espera el paciente del médico, en mi perspectiva, es que realmente se haga cargo de su problema. La paciente espera que su médico le dé confianza, que sea humano, pero, sobre todo, que sea meticuloso.
Esta comunicación entre el médico y el paciente brilla por su ausencia en la formación universitaria. No se nos enseña la liturgia de la relación, que es muy importante para que el médico no adquiera un comportamiento bloqueante. Porque no es lo mismo que el médico permanezca sentado cuando entra el paciente a que se levante. No es lo mismo que siente al paciente delante a que haga de chamán examinando el cuerpo del paciente. No es lo mismo terminar abruptamente la consulta que preguntarle: ¿hay algo más que te preocupa y realmente me quieras contar? Quizá la paciente no te cuente nada más, pero esa pregunta en sí misma es terapéutica. Vacía los bolsillos. A veces, lo que le preocupa al paciente no es la enfermedad, sino lo que va a pasar con sus hijos, con la hipoteca…
Al mismo tiempo, el médico se debe cuidar a sí mismo. La Medicina es un mundo de mucho estrés. Trabajamos con gran presión legal, temporal, de recursos… Si no nos cuidamos a nosotros mismos acabamos entrando en el «burn out» y en hacer una Medicina profundamente defensiva.
En un momento en el que muchas mujeres denuncian haber sufrido violencia obstétrica, ¿cree que los ginecólogos deben hacer autocrítica?
Todos los médicos de todas las especialidades debemos evaluar nuestros resultados y ser cada día mejores. Hay margen de mejora en la personalización del cuidado durante el embarazo y el parto, en la analgesia, en el acompañamiento… pero no en la ciencia ni en el respeto hacia la paciente. Por lo tanto, etiquetar, de modo conceptual, la obstetricia como potencialmente violenta y objeto de un delito penal supone un prejuicio tremendamente injusto para miles de especialistas que, además, son mayoritariamente mujeres.
La obstetricia es la profesión más bella que existe en la Medicina. Obstetricia significa «estar delante» para acompañar a una mujer en el momento más bello de su vida. Es una situación sublime que puede llenarte de una emoción desmesurada o helarle la sangre a diez ginecólogos al mismo tiempo porque se convierta en una situación de difícil resolución. A veces, se dan escenarios que no te permiten tragar saliva. Hay que tener temple, sangre fría, pasión para dedicarse a la obstetricia que es difícilmente compatible con sentirse bajo sospecha.
¿Qué consecuencias tendría la promulgación de esta ley?
Las consecuencias de esta irresponsable actitud del Gobierno van a ser inconmensurables y van a tener un efecto pernicioso y negativo fundamentalmente entre la mujer gestante y el obstetra. Este se sentirá amenazado por una ley y adquirirá una actitud defensiva. Pero, además, los estudiantes de Medicina dejarán de hacer obstetricia, lo que deriva en que las mujeres tendrán muchas dificultades para encontrar a alguien que las atienda en el parto. Todo esto disminuirá la calidad de la atención. Eso es coercitivo, es punitivo.
Esta ley va a destrozar lo trabajado y conseguido en los últimos 50 años. Yo voy a Congo todos los años. Es un país de 80 millones de habitantes en el que fallecen anualmente 20.000 mujeres de parto. En España tenemos un nivel de formación obstétrica excelente y un sistema sanitario maravilloso, y fallecen al año 15 mujeres de los 300.000 partos. Es, probablemente, la tasa de mortalidad obstétrica más baja del mundo.
¿Cuál es el nivel formativo de los cirujanos ginecológicos de nuestro país?
Como ginecólogos y obstetras, debemos aprender a hacer una Medicina holística: ser expertos en ecografía, en fertilidad, en medicina materno-fetal, en menopausia, en cáncer, en psicología femenina, en sexualidad… y encima expertos cirujanos porque debemos afrontar situaciones quirúrgicas de extremada complejidad como es el cáncer de ovario, de vulva, de endometrio, la endometriosis, la pelvis congelada… En este momento tenemos grandísimos cirujanos ginecológicos.
Incluiría en la formación ginecológica una amplia rotación por cirugía general, vascular y urológica que permitiera afrontar situaciones que hemos tenido que aprender fuera de la especialidad. El cuidado posoperatorio complejo también es algo importante. Esto lo estamos solucionando gracias a que pertenecemos a Europa, que genera sociedades educativas como es la ESGO. Tiene la mejor plataforma del mundo de formación online para ginecólogos oncólogos: ESGO e-academy.
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