Entrevista

La matemática que ha “mojado la oreja” a Ibai Llanos

Clara Grima ha sido elegida como una de las personas más importantes de 2022 por delante del “influencer”

Clara Grima, matemática
Clara Grima, matemáticaLa RazónLa Razón

Clara Grima (Sevilla, 1971) ocupa el puesto doce de la lista de la revista Forbes sobre los 22 españoles que cambiarán el curso de los acontecimientos este año. Esto ya de por sí es un hito para una mujer que se dedica a divulgar las Matemáticas, algo a simple vista demasiado complejo. Pero aún es más interesante cuando se lee que el «influencer» Ibai Llanos, que está en todas las salsas, va dos puestos por detrás. Grima, profesora en la Facultad de Ingeniería Informática en la Universidad de Sevilla, daba antes de la pandemia unas 150 charlas al año en colegios e institutos para fomentar una disciplina que en 2019 tuvo en España un peso específico del 10% del PIB. Que cunda la pasión de esta profesora ya es una cuestión de Estado. Si no podemos contratar “talentos” en nuestros país, “habrá que traerlos de Corea del Sur, India o Japón”. Lo que es seguro es que son imprescindibles para que esto funcione.

-¿Por qué tienen tan mala fama las Matemáticas?

-A todo el mundo le gustan, lo que ocurre es que no le saben. No son lo que la gente piensa, no consisten en hacer cuentas. Yo, que soy una yonqui de las Matemáticas, odio hacer cuentas. En realidad, se parecen más a ser un detective. A los niños no les gustan porque eso es lo que oyen desde que nacen, no por su propia experiencia. Pasa como con la verdura.

-Y, pese a no ser muy populares, está usted por delante de Ibai Llanos en la lista Forbes.

-Sí, ja, ja. Me quedé muy sorprendida, pero ahora lo estoy utilizando con mis alumnos, les digo que he ganado a Ibai Llanos. Mis estudiantes le adoran. Cuando la pandemia, me pedían que lo llamara para que nos “casteara” una clase. Estoy muy orgullosa, siempre que me dan un reconocimiento pienso en mis padres, que son los culpables. De todas formas, que una mujer de casi 51 años se haga popular hablando de lo que yo hablo dice mucho sobre nuestra sociedad.

-¿Cómo le dio por las Matemáticas?

-Me gustaban desde pequeña, era mi clase favorita junto a gimnasia y recreo. Aunque lo que yo quería ser era famosa, como Lola Flores y Madonna. A partir de tercero de BUP (primero de Bachillerato) me enamoré hasta las trancas de la Filosofía. Tenía claro que era lo que quería estudiar. A una semana de la Selectividad, cambié de opción gracias, precisamente, a mi profesor de Filosofía. Y aluciné con la carrera. Es mucho mejor y mucho más difícil de lo que has visto en el instituto. Al principio no entiendes nada, pero cuando se levanta la niebla y luce el sol las Matemáticas son fascinantes.

-Ambas disciplinas tienen puntos en común, ¿no?

-Sí, sí. Sobre todo, en lo que tiene que ver con la lógica matemática. Mis estudiantes tienen problemas cuando intervienen la lógica y la intuición en la resolución de un problema, cuando no se trata de aplicar un algoritmo. Es lo que más les cuesta. Y eso es filosofía pura.

-Tenemos la impresión de que esta carrera es solo para listos.

-Hombre, a partir de un cierto nivel sí. Hasta que empieza Bachillerato están al alcance de cualquiera, luego, cuando empieza la abstracción, sí hay gente con más rapidez mental, más brillante. No creo que todo el mundo pueda ser matemático, es como bailar o ser artista, hace falta un algo más. La creatividad es algo fundamental. El algoritmo de Google, por ejemplo, es maravilloso.

-¿Nos gobiernan los algoritmos?

-Aún no, pero falta poco. Eso es algo bueno, aunque necesitamos una Policía algorítmica. Todo lo que sea automatizable, mecanizable, lo hacen mejor las máquinas que nosotros porque no tienen altibajos. Por ejemplo, los coches autónomos, que están libres de fallos humanos. Sin embargo, no hay que olvidar que los algoritmos se alimentan de datos históricos; por tanto, hay que crear nuevos para que salven el posible sesgo existente. Una cuestión, de nuevo, que tiene que ver con la ética y la filosofía.

-¿No estamos sobrevalorando un poco las Matemáticas? Parece que ahora son la panacea.

-No. Es verdad que van a estar en todo, menos en los sentimientos. Espero que nunca lo hagan porque si no esto sería muy aburrido. Cada vez tienen más peso. Justo antes de la pandemia, la Red Estratégica de Matemáticas cifró su impacto socioeconómico en nuestro país en un 10% del PIB y en un 6% del empleo relacionado con grandes conocimientos: más de un millón de puestos.

-¿Qué país lo está haciendo bien en materia educativa?

-Singapur. Si toda la educación fuera pública, iría mucho mejor. Y luego hay que invertir dinero en el talento, que es la materia prima más importante que tenemos. El talento nos va a hacer falta, cada vez más, y si no son nuestros hijos o hijas, vendrán de Corea del Sur o de India.

-¿Cómo se dirige a un niño por este camino?

-La pelota está en el tejado de quien legisla, pero yo suprimiría a partir de tercero o cuarto de Primaria los cálculos a mano e incluiría desde Infantil la programación. No hace falta que sea con ordenadores, pero es que programar les enseña a ordenar cosas, a resolver problemas, a hacer matemáticas. Es infinitamente más productivo enseñar al alumno a hacer un algoritmo que divida que atiborrarlo a hacer divisiones. Tiene que desarrollar la intuición. Por eso los empresarios contratan a tantos matemáticos, porque tienen la cabeza muy bien ordenada, resuelven problemas e identifican muy bien las soluciones. Y eligen la manera más corta y elegante posible.

-¿Cuáles son sus ídolos matemáticos?

-Tengo muchos, entre ellos, Alberto Márquez, mi director de tesis. Con la carrera me pasó como con las series o los buenos libros, que me dio pena acabarla. Él me introdujo en el mundo de los grafos. Luego hay una matemática francesa, Sophie Germain, la primera mujer de la Historia que hizo contribuciones propias. Para mí es “La Quijota” de las Matemáticas. Fue autodidacta, nació en una familia aristócrata poco antes de la Revolución Francesa. Como “El Quijote”, se encerró en la biblioteca de su padre a leer libros de matemáticas y se enamoró. Dado que la universidad no aceptaba mujeres, estudió por su cuenta y empezó a cartearse con los grandes de la época firmando con nombre de caballero, monsieur Le Blanc.

-¿Cuál ha sido el último gran descubrimiento en su campo?

-La verdad es que se producen todos los días, pequeños y muy técnicos. En 2018 hubo uno español que dio la vuelta al mundo. Lo hizo un grupo de 16 personas de todas las edades, entre las que me incluyo, y se trató de una nueva figura geométrica, el “escutoide” (en honor del jefe, Escudero). Es como un prisma espachurrado. El hallazgo partió de una consulta que nos hicieron los biólogos para describir las células epiteliales de la mosca de la fruta. Ahora se ha convertido en un producto de “merchandising”, qué pena que no lo patentáramos.