La mujer en la Iglesia

«Hay un esfuerzo real en la Iglesia por el liderazgo femenino»

Natalia Peiro, secretaria general de Cáritas, es la mujer con mayor responsabilidad ejecutiva en el ámbito eclesial

Natalia Peiro, secretaria general de Cáritas
Natalia Peiro, secretaria general de CáritasJesús g. feriaLa Razón

En cuanto Natalia deja a sus hijos en el cole, coge su Vespa... Y a rodar. Sea camino de la sede de Cáritas Española o hacia cualquier de los proyectos que tienen en marcha. Aunque ya desde primera hora de la mañana ha tenido que pisar el acelerador en casa. Porque la pobreza no da tregua ni Cáritas descansa. Esta madrileña de 47 años es, hoy por hoy, la mujer que cuenta con un mayor puesto de responsabilidad ejecutiva dentro de la Iglesia española. «Es el cuarto 8 de marzo que vivo como secretaria general de Cáritas Española y siento que en este tiempo se están dando muchos pasos en materia de igualdad. De hecho, estoy convencida de que he sido la primera pero no la última», expresa sobre los techos de cristal.

«En toda mi trayectoria, no siento ni que se me haya apoyado ni tampoco se me han puesto las cosas más difíciles por ser mujer, no se me ha cuestionado laboralmente por ser madre de cuatro hijos. He estado siempre cerca de personas que han confiado en mí por ser Natalia, me sentido respetada y considerada», expone al echar un vistazo atrás en su carrera.

Licenciada en Ciencias Políticas y de la Administración, desembarcó en la confederación caritativa y social de la Iglesia en 2002. Se forjó en cooperación internacional y después asumió el área de comunicación hasta que hace cinco años los obispos españoles confiaron en ella para llevar el timón del principal colchón de nuestro país, con más de 81.000 voluntarios y 5.300 trabajadores que se vuelcan para sacar adelante a 2,85 millones de personas en riesgo de exclusión.

Se calcula que siete de cada diez integrantes de Cáritas son mujeres. O lo que es lo mismo, sin ellas, mañana se echaría el cierre. «Totalmente, en todos los sentidos», suscribe Natalia, que subraya ese aporte femenino que pasa por «saber cuidar y acompañar». «Diariamente compruebo cómo son líderes en la primera línea de fuego porque están al frente de las Cáritas parroquiales, toman decisiones constantemente ante los problemas, coordinan los grupos de trabajo…», aprecia, a la vez que añade: «No tienen miedo a implicarse hasta el fondo, pero en los órganos de toma de decisión su presencia es relativa».

Salto generacional

Para justificarlo, se mueve en un «fifty-fifty» entre la inercia institucional y falta de empuje femenino para lanzarse al ruedo, por lo que, urge estimularlo desde la formación y la concienciación «para que ellas estén preparadas, disponibles e interesadas»: «Por ejemplo, hoy por hoy, todos los directores de las Cáritas diocesanas son laicos y jubilados, profesionales entregados que al terminar su etapa laboral han decidido regalar toda su experiencia a los demás. Pertenecen a una generación en la que la mujer no estaba en el mercado laboral. Cuando haya un salto generacional, esto cambiará, no para quitarles a ellos, sino complementándonos todos».

En cualquier caso, Peiro reconoce que «hay un esfuerzo real por promover el liderazgo de las mujeres en la Iglesia». En este sentido, en la propia Cáritas tienen en marcha su propio plan de igualdad que navega en la vía de la conciliación familiar y la paridad en los mandos intermedios, amén del programa de mentoring impulsado desde Cáritas Internationalis.

Con el informe Foessa que radiografía la pobreza en España sobre su escritorio, Natalia siente que poco hay que celebrar este 8-M. Y es que el estudio de Cáritas certifica que la pandemia ha aumentado la brecha de género: la exclusión social ha crecido más del doble en los hogares cuya sustentadora principal es una mujer. «No puede seguir existiendo esa desigualdad en materia de empleo. Los trabajos más precarios y los salarios más bajos son para ellas, y no solo porque se ocupen del sector de los cuidados o porque su vida laboral se interrumpa por la maternidad, que son otros elementos a tener en cuenta», reclama, a la par que recuerda cómo «la violencia contra la mujer continúa siendo una lacra que causa aislamiento y perpetúa la pobreza». En este sentido, también le duele la ausencia de una apuesta por la falta de recursos para cuidar de la salud mental femenina.

Juegos políticos

De hecho, con un coronavirus que ha generado 2,5 millones más de pobres, se entendería perfectamente que Natalia perdiera las formas cuando le toca sentarse ante un político después de conocer la angustia de una familia de la Cañada Real. «A veces me cuesta contenerme. Al final asumo que yo hago mi trabajo y ellos, el suyo. Puedo entender que den menos dinero del que se necesita o la lentitud en la expansión de una prestación porque soy consciente de las limitaciones de las administraciones públicas. Pero me molesta que se juegue políticamente con temas tan serios como la familia y la igualdad. Como madre y mujer, no me vale ni me gusta el folclore que se puede generar alrededor». Desde ahí, respeta las reivindicaciones del 8-M, pero insiste en que «faltan prestaciones y ayudas de verdad».

Lo dice desde su contacto directo con jóvenes que necesitan guarderías o redes de apoyo de otras mujeres si quieren echarse a la calle para dar de comer sus hijos. Con este sentir, Cáritas ha lanzado la iniciativa «Ellas somos nosotras» con motivo del Día internacional de la Mujer. Ocho embajadoras, entre las que se encuentran la periodista Sonsoles Ónega o la empresaria Marta Colomina, se convertirán en portavoces de otras mujeres en situación de vulnerabilidad. «Nos hace falta algo más que palmaditas en la espalda. Esto no se resuelve con políticas cortoplacistas», zanja Natalia.

Mano a mano con los equipos ucranianos

Natalia Peiro está viviendo de cerca la guerra en Ucrania. No solo porque como vicepresidenta de Cáritas Europa viajara en septiembre y mantenga contacto por videollamada con la presidenta de Cáritas Ucrania, Tetiana Stawnychy. Desde 2010, Cáritas Española trabaja en la zona y recientemente el Ministerio de Exteriores había aprobado un proyecto de cooperación. «Están en shock y con la adrenalina de estar al frente una emergencia nunca vista. Ya han trasladado todos los centros de atención a lugares seguras, llevándose con ellos a los usuarios más débiles», expone, resaltando además la labor de las Cáritas de frontera de los países limítrofes en la acogida de refugiados. «Ahora nos piden coordinación para ser eficaces en la explosión de solidaridad», mantiene.