Pandemia

Positivo en covid durante 480 días: primer caso en el mundo

El riesgo de que las personas inmunodeprimidas generen nuevas variantes del virus es muy elevado

Enfermeras asisten a un paciente en la UCI del Hospital de Marsella
Enfermeras asisten a un paciente en la UCI del Hospital de MarsellaDaniel ColeAgencia AP

El SARS-CoV-2 sigue teniendo en vilo a la comunidad científica. Según las conclusiones de un reciente estudio, en pacientes inmunodeprimidos, el virus que causa la covid puede presentar resistencia a los innovadores anticuerpos monoclonales, antivirales y plasma de convaleciente que se han desarrollado para mejorar las perspectivas de recuperación de los pacientes vulnerables, reducir las hospitalizaciones y, sobre todo, evitar fallecimientos.

Pero, además, los científicos han descubierto que tanto estos individuos inmunodeprimidos con resistencia a medicación antiviral como aquellos que presentan infecciones prolongadas pueden ser una fuente de desarrollo de nuevas variantes, especialmente cuando el sistema inmunitario y la terapia antiviral no consiguen eliminar la infección.

El estudio, firmado por científicos de la Clínica Mayo y la Universidad de Wisconsin-Madison, describe el primer caso en el mundo de un paciente que ha desarrollado una infección persistentemente positiva al SARS-CoV-2 tras 16 meses de fracasos terapéuticos. Se trata de una persona inmunodeprimida de 50 años de edad que dio positivo en la prueba PCR y evolucionó a neumonía e insuficiencia respiratoria llegando a tener un ingreso en UCI.

Durante los meses posteriores al diagnóstico, recibió tandas de corticoides, plasma de convalecientes , anticuerpos monoclonales, inmunoterapia intravenosa y antivirales con escasa respuesta terapéutica manteniendo positividad en la PCR y cultivos virales positivos durante 16 meses. Una biopsia pulmonar confirmó la viabilidad del virus en este tejido tras varios meses de infructuoso tratamiento

En condiciones normales, nuestro sistema inmune es capaz de resolver la infección por SARS-CoV-2, eliminar el virus y generar memoria antigénica celular en un plazo de 15 a 25 días. Esta corta duración de la replicación activa del virus limita la evolución del SARS-CoV-2 en nuestro organismo. Hasta la publicación de este estudio, la infección por SARS-CoV-2 más prolongada de un individuo que se había documentado había durado 333 días. Así, se confirma que las infecciones por SARS-CoV-2 en pacientes inmunodeprimidos pueden ser prolongadas en el tiempo y prorrogarse más allá de los 25 días.

“Al igual que ya estamos acostumbrados a tratar pacientes con resistencia a los antibióticos por infecciones bacterianas, ya presenciamos también casos de resistencia a terapia antiviral”, comenta Francisco José Roig Vázquez, neumólogo en el Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid. Y explica: “El estudio revela que el SARS-CoV-2 es capaz de permanecer latente en algunos tejidos, una situación que le permite adaptarse al medio inmunológico del huésped y generar mutaciones que le confieran mayor capacidad de escape frente a la respuesta inmune. Es decir, el virus demuestra tener una alta capacidad de adaptación. Esta es favorecida, en parte, por el hecho de que el sistema inmunitario y la terapia antiviral no consiguen eliminar la infección. Por consiguiente, se produce una teórica mayor capacidad de transmisión. A mayor trasmisión, mayor probabilidad de aparezcan y se desarrollen nuevas variantes aunque la enfermedad sea leve”.

Precisamente, las nuevas variantes han aumentado la transmisibilidad y han demostrado adquirir capacidad de evasión inmunológica frente a la inmunidad natural tras la infección, las vacunas, el plasma de convalencientes y los antivirales.

El paciente generó una nueva mutación del coronavirus hasta ahora no descrita en la literatura científica: la E484T. Este linaje evolucionó a partir de la cepa E484A. Así, este estudio muestra que las infecciones prolongadas por COVID-19 en este tipo de personas pueden ser origen de nuevas variantes. “Este estudio refuerza la hipótesis de que las variantes no solo surgen cuando hay una elevada incidencia y trasmisión, sino también cuando el virus logra permanecer tiempo acantonado en el organismo”, indica el neumólogo. De hecho, los autores del documento especulan que la variante Ómicron surgió de un paciente inmunocomprometido con infección persistente y que se convirtió en un propagador.

Frenar la trasmisión, el gran desafío

Este estudio confirma la imprevisibilidad de este coronavirus y da pistas sobre el gran desafío terapéutico al que nos enfrentamos. Según el doctor Roig, “las vacunas han mostrado un gran papel en el control del desarrollo de infecciones graves y muertes, pero no tanto del control de la trasmisión del virus”. En su opinión, el desafío futuro pasa por el desarrollo de vacunas con otras tecnologías que permitan tanto protegernos de las futuras variantes como controlar la trasmisión de la enfermedad. “A día de hoy, el control de la trasmisión es el gran reto todavía no resuelto eficazmente”.

“Es posible que con el tiempo podamos ver casos similares, por lo que es importante el seguimiento con PCR de pacientes inmunodeprimidos en cuanto se noten sintomatología. Es posible que se les etiquete por error de “reinfección” cuando en realidad se trata de infección permanente”, recomienda. Como él, otros especialistas hacen hincapié en que, desde que hay constancia de que la trasmisión no está controlada y surgen cada pocas semanas nuevas variantes, el fin de la pandemia todavía se encuentra en un horizonte lejano.

A este respecto, recomiendan vigilar todos los casos de infección persistente con test PCR positivo -especialmente después de 25 días del debut de la infección-, poniendo el foco en pacientes en estado grave o que padezcan ciertas patologías que debiliten su estado inmunológico. También manifiestan la necesidad de seguir manteniendo una estrecha vigilancia del genoma del virus para detectar variaciones que puedan ser más virulentas desde los laboratorios de secuenciación. En lo que respecta a la sociedad, piden seguir considerando la mascarilla como una herramienta eficaz no solo para prevenir la Covid-19, sino para poner contra las cuerdas a todas las enfermedades de trasmisión aérea.