Salud
Uno de cada cuatro adultos tiene un trastorno hepático que a menudo se pasa por alto
La Asociación Americana del Corazón recomienda la dieta mediterránea para frenar la enfermedad del hígado graso, que es un factor de riesgo de enfermedad cardíaca
Se estima que aproximadamente uno de cada cuatro adultos en el mundo tiene una afección hepática, que es un factor de riesgo de enfermedad cardíaca, según una nueva declaración científica de la Asociación Americana del Corazón publicada ayer en la revista “Arteriosclerosis, Thrombosis, and Vascular Biology”.
Se trata de una acumulación anormal de grasa en el hígado, llamada enfermedad del hígado graso no alcohólico, que puede provocar daño hepático permanente. Y, en este sentido, la enfermedad cardíaca es la principal causa de muerte en personas con hígado graso.
Las organizaciones profesionales especializadas en Gastroenterología han publicado previamente declaraciones sobre la afección; sin embargo, se centran en la toxicidad hepática (incluidas las cicatrices, la cirrosis y el cáncer de hígado) en lugar del riesgo de enfermedad cardíaca.
Debido a que la enfermedad del hígado graso no alcohólico a menudo se pasa por alto en los exámenes médicos de rutina, la nueva declaración científica de la Asociación Americana del Corazón aumenta la conciencia y la comprensión sobre su vínculo con la enfermedad cardíaca y describe cómo prevenir y diagnosticar este trastorno hepático.
Dos tipos de enfermedad
“Es una afección común que a menudo se oculta o se pasa por alto en la atención médica de rutina. Es importante conocer la afección y tratarla a tiempo porque es un factor de riesgo de daño hepático crónico y enfermedad cardiovascular”, afirmó P. Barton Duell, profesor de Medicina de la Universidad de Ciencias y Salud de Oregón en Portland, Oregón.
Hay dos tipos de enfermedad del hígado graso no alcohólico (además de la patología que tiene al alcohol como causa subyacente: uno cuando solo hay grasa presente en el hígado (llamado hígado graso no alcohólico), y el otro cuando también hay inflamación y cicatrización.
Es posible que este trastorno hepático no se diagnostique durante años, por lo tanto, la declaración de la Asociación Americana del Corazón enfatiza la necesidad de concienciación y control y el acceso a mejores herramientas de detección y tratamiento. También hace hincapié en lo importante que es realizar cambios en el estilo de vida para ayudar a prevenir y tratar el trastorno. ¿Cómo? Manteniendo un peso corporal saludable, haciendo ejercicio regularmente, llevando una dieta cardiosaludable, controlando afecciones como la diabetes tipo 2 y los niveles elevados de triglicéridos en la sangre.
Las recomendaciones dietéticas incluyen reducir la ingesta de grasas, limitar el consumo de azúcares simples y elegir más vegetales ricos en fibra y cereales integrales. Una dieta de estilo mediterráneo es el único patrón dietético específico recomendado. Además, la asociación aconseja evitar el alcohol, ya que incluso el más mínimo consumo puede agravar el trastorno e interferir con la capacidad de curación del hígado.
La declaración cita investigaciones que muestran que perder el 10 % del peso corporal redujo drásticamente la grasa del hígado y mejoró la fibrosis. La investigación también respalda 20-30 minutos de actividad física por día para disminuir la grasa del hígado y mejorar la sensibilidad a la insulina incluso en ausencia de pérdida de peso.
Enzimas elevadas
Además, la mayoría de las personas con este trastorno no está diagnosticada, lo que crea una barrera para el manejo médico óptimo, según el comunicado. En las etapas iniciales, generalmente, no se tienen síntomas y las personas se sienten bien. De hecho, es posible que los análisis de sangre rutinarios de los pacientes no muestren anomalías hepáticas o que, en caso de enzimas hepáticas elevadas, se atribuya erróneamente a un efecto secundario de la medicación o al consumo reciente de alcohol. Además, la ausencia de niveles elevados de enzimas hepáticas no descarta que uno tenga hígado graso alcohólico ni el no alcohólico.
Según el comunicado, un ultrasonido (un tipo de gammagrafía) que mide la elasticidad del hígado, la grasa y la rigidez (resultado de la cicatrización) en el hígado puede detectar el trastorno hepático no alcohólico. Sin embargo, se utiliza poco. Y lo importante, tal y como sucede con la mayoría de las patologías, es su diagnóstico precoz, máxime cuando si se diagnostica a tiempo, el daño hepático puede ser reversible.
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