Estudio
Cómo ser amable puede mejorar la salud del cerebro
Un equipo de investigadores descubre que enseñar y practicar la amabilidad mejora tanto la resiliencia de los padres como la empatía de los niños
El estrés, la ansiedad y la depresión forman parte de la vida de millones de personas. Tratamos de combatir estas enfermedades con medicamentos, terapias, técnicas de relajación o ejercicio. Sin embargo, existe otro remedio que proviene de uno mismo: la amabilidad. Así lo acaba de demostrar un equipo de científicos un estudio publicado en la revista científica ‘Frontiers in Psychology’.
Investigadores y médicos del Center for BrainHealth de la Universidad de Texas (EE UU) pusieron en marcha un programa de formación ‘on line’ sobre la amabilidad. El objetivo era observar los comportamientos sociales de los niños en edad preescolar y la resiliencia (capacidad para superar circunstancias traumáticas) de sus padres durante momentos de estrés como en la pandemia de Covid-19.
Para el trabajo, los investigadores estadounidenses estudiaron el impacto de un programa de capacitación en amabilidad llamado “Mentes amables con Moozie”,desarrollado por Children’s Kindness Network, en un total de 38 padres con sus hijos, de 3 a 5 años. En el programa, una vaca digital (Moozie) describe ejercicios creativos que los padres pueden hacer con sus hijos para enseñarles a ser amables.
El equipo adaptó el programa para este estudio en función de su aplicabilidad a los padres de niños en edad preescolar y se centró en los comportamientos prosociales utilizando los cuatro pilares de la bondad que son fundamentales para la salud del cerebro: bondad con los demás, bondad con uno mismo, con los animales y con el planeta.
Cada pilar de la amabilidad enseña a los padres cómo pueden contribuir al desarrollo de un comportamiento prosocial empático de sus hijos a través de actividades dirigidas por los padres que promueven el reconocimiento y la denominación de los sentimientos propios y de los demás, compartir, turnarse, ayudar a los demás, decir palabras amables, interactuar con mascotas y/o animales al aire libre, y ser amable con la naturaleza en formas positivas (reciclaje y conservación) y negativas (tirar basura y desperdiciar).
El equipo pidió a los padres que calificaran su propia resiliencia y el nivel de empatía de sus hijos antes y después del programa de formación. Los resultados de la investigación mostraron que los padres fueron más resilientes y los niños más empáticos tras el entrenamiento en amabilidad. Tanto la resiliencia como la empatía requieren habilidades cognitivas como responder bien a los factores de estrés o considerar diferentes perspectivas. Por lo tanto, el estudio apoya la idea de que la amabilidad puede influir en la función cognitiva y en la salud general del cerebro.
“Nuestro objetivo es animar a los padres a participar en interacciones prácticas y saludables para el cerebro con sus hijos que ayuden a una mejor comprensión mutua, especialmente en momentos de estrés. La investigación muestra que la amabilidad es un poderoso potenciador del compromiso social dinámico, que a su vez es un componente esencial de la salud general del cerebro”, explica a Frontiers in Psychology Maria Johnson, una de las autoras del estudio.
“La amabilidad es una construcción familiar que va más allá de los límites educativos, psicosociales y culturales; sin embargo, muchas prácticas actuales no involucran un plan de estudios diseñado específicamente para que lo implementen los padres de niños en edad preescolar. La mente en desarrollo es fundamental para inculcar vías neuronales fuertes que promuevan la resiliencia y el comportamiento prosocial empático”, señalan.
El trabajo demuestra la importancia de diseñar herramientas terapéuticas digitales y capacitación en amabilidad diseñadas para mejorar el bienestar de los padres y los niños. profesores y padres) destinados a mejorar los recursos para hacer frente a los factores estresantes de la vida. “En momentos de estrés, tomarse un momento para practicar la bondad para uno mismo y modelarla para sus hijos puede aumentar su propia resiliencia y mejorar los comportamientos prosociales de sus hijos. No subestime el poder de la amabilidad, porque en última instancia puede cambiar y moldear la salud del cerebro”, apunta otra de las autoras de estudio, Julie Fratantoni.
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