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Cómo limpiar las almohadas cuando se ponen amarillas

La mejor manera de mantenerlas en perfecto estado es lavarlas dos veces al año y cambiar las fundas una vez por semana

Las almohadas se ponen amarillas con el paso del tiempo por el sudor, la humedad y, en ocasiones, la falta de limpieza
Las almohadas se ponen amarillas con el paso del tiempo por el sudor, la humedad y, en ocasiones, la falta de limpiezaLa Razón

Uno de los mejores momentos del día suele ser el de meterse en la cama después de una larga jornada. Da igual que sea para leer, para ver un rato la televisión, relajarse con el móvil o simplemente para dormir. Y la mejor aliada para ello es la almohada ya sea de microfibra, látex o viscolástica. La sensación es aun más placentera cuando las sábanas están recién lavadas, planchadas y tienen ese inconfundible olor fresco, a limpio.

Pero aunque estén recién lavadas no quiere decir que estén impecables. De hecho, con el paso del tiempo tanto almohadas como el colchón comienzan tener unas manchas amarillas y si no se actúa sobre ellas se irán oscureciendo poco a poco y tendrán un aspecto que hacen pensar que están sucias.

¿Cómo es posible que ocurra esto si llevan una funda protectora que lavamos muy a menudo? Los motivos por los que las almohadas se vuelven amarillas son múltiples, pero el que más influencia tiene es el sudor. Es cierto que unas personas sudan más que otras y esto influye en en tamaño de la mancha pero la almohada necesita muy poco sudor para atraparlo y filtrarlo a la tela de la funda.

Una mala noche, fiebre, calor o una simple pesadilla hace que el cuerpo elimine toxinas a través del sudor y es precisamente esa humedad generada la que genera las antiestéticas manchas que, al estar tantas horas pegadas a la cara hacen que se impregnen más y se vayan oscureciendo con el paso del tiempo.

Si además del sudor, nos acostamos con el pelo mojado o sucio (graso), sin desmaquillar o con cremas hidratantes que dejan la piel húmeda, acelerará la presencia de las manchas amarillas o empeorará las ya existentes.

Una vez que aparecen, a pesar de que se laven las fundas de manera habitual y al altas temperaturas (si los tejidos lo permiten) es difícil acabar con ellas. Pero no son permanentes.

Es cierto que cuanto antes se actúe contra ellas, más fácil será eliminarlas. Como primera medida, hay que rociarla con un espray quitamanchas y después lavarlo en la lavadora con media taza de lejía, media taza de bórax y el detergente habitual.

Pero no sólo hay que lavar las almohadas cuando aparecen estas molestas manchas amarillas sino que es necesario lavarlas al menos dos veces al año para eliminar microorganismos y bacterias que pueden ser perjudiciales para la salud, tal y como indican numerosos estudios.

Para acabar con las bacterias y ácaros no sólo hay que cambiar las fundas al menos una vez por semana sino que es necesario realizar un lavado más intenso dos veces al año. Para ello, es fundamental leer las instrucciones de lavado de la etiqueta, dónde los símbolos indican cómo y qué tipo de lavado se puede hacer en función de su composición. Porque no todas las almohadas se pueden lavar.

Las de viscolástica son un buen ejemplo porque no se pueden mojar en exceso ya que pueden perder las propiedades de adaptabilidad y el efecto memoria que las hace regresar a su posición original cuando no se están usando. En estos casos, hay que lavar la funda protectora de forma habitual y limpiar la almohada de forma manual.

Para ello, hay que preparar un barreño con agua tibia y jabón neutro. Después, se humedece un trapo limpio, se escurre muy bien y se frota la almohada haciendo movimientos circulares. Es muy importante secarlo de manera inmediata y concienzudamente con una toalla limpia. Para que se seque totalmente, deberá colocarse en una superficie plana y en una zona de sombra. Antes de volver a usar, hay que comprobar que está totalmente seca para evitar la aparición de moho o que coja mal olor.

Las de látex látex hipoalergénico se pueden lavar a máquina pero no es necesario hacerlo. En el caso de que queramos limpiarlas, la mejor manera es realizarla a mano para que el látex no pierda sus propiedades.

Para las almohadas que sí se pueden lavar en la lavadora, además de mirar la etiqueta, deberemos usar unos pequeños trucos para hacer una limpieza correcta. Así, lo primero es elegir un programa con agua fría y un detergente para prendas delicadas, para e esta forma evitar que se depositen residuos en el núcleo de la almohada.

Para eliminar todos los restos de jabón, es conveniente poner dos veces el ciclo de aclarado. Para secarlo, al igual que la de látex y la de viscolástica, ponerlas en una superficie lisa y a la sombra.

Lavado a mano

También se pueden lavar a mano. En un recipiente lleno de agua fría, se pone detergente líquido para prendas delicadas y se sumerge la almohada, para después lavarla de forma suave, sin frotar y sin que el lavado sea demasiado largo para que no esté en remojo demasiado tiempo. A continuación, aclararla bien hasta que no queden restos de jabón y poner a secar como las citadas anteriormente.

La de plumas y sintéticas también se pueden lavar a máquina, pero en un programa de ropa delicada y a una temperatura máxima de 40 grados y un centrifugado suave. Si disponemos de bolas de lavado ( o dos pelotas de tenis metidas en dos calcetines), incorporar un par de ellas al tambor para evitar que la almohada pierda volumen. En el caso de las almohadas de plumas, es conveniente remover de vez en cuando el relleno durante el periodo de secado para evitar que las plumas se apelmacen.

Cómo evitar la aparición de las manchas amarillas

La manera más efectiva de mantener la almohada limpia es ponerle una funda protectora extra. La almohada viene con una funda protectora de algodón sobre la que se suele poner la funda que va a juego con las sábanas. Si se pone una funda extra además de añadir una capa permitirá elegir una que se adapte a nuestros gustos o necesidades ya sea impermeable, hipoalergénicas, antiácaros...

En la misma línea de prevención, la funda de la almohada es conveniente lavarla cada semana con las sábanas para lograr esa higiene extra.

Cada cuánto tiempo hay que cambiar la almohada

Es difícil que cuando alguien encuentra una almohada que es de su gusto decida cambiarla. A no ser que pasen ya muchos años y vaya perdiendo firmeza y esté muy sucia. Lo difícil es saber cada cuanto tiempo es recomendable hacerlo. Según explicó en un vídeo Karan Rajan, cirujano del Servicio Nacional de Salud británico, cada persona elimina 4 kilos de piel al año y una gran parte de ella acaba en la cama y en la almohada.

Lo que convierte nuestro lugar de descanso en un paraíso de los ácaros del polvo. Rajan explica además que estos diminutos animales excretan toxinas alrededor de 20 veces al día, lo que multiplicado por el número de ácaros generan los suficientes residuos como para provocar problemas respiratorios y alérgicos.

Por ello, este cirujano propone una sencilla forma de saber si la almohada sigue teniendo vida útil o ya hay que jubilarla. Para ello, sólo hace falta doblarla por la mitad. Si vuelve a su posición, sigue teniendo utilidad. Si se queda quieta, hay que tirarla porque además puede provocar problemas de cervicales y de espalda.