Envejecimiento
El café alarga la vida... y la soledad la acorta
La ciencia descubre sorprendentes paradojas para alargar la juventud
Tomar café rejuvenece. Estar solo, envejece. La propuesta breve es algo simplista, pero no está lejos de la realidad. Dos estudios científicos publicados esta semana han venido a remover el panorama de las investigaciones sobre envejecimiento.
El primero ha visto la luz en la Revista Europea de Cardiología Preventiva. Según sus autores, consumir dos o tres tazas de café diarias puede aumentar la esperanza de vida y reducir el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, al menos en comparación con aquellos que deciden eliminar definitivamente el consumo de esta sustancia. Lo más sorprendente de este trabajo es que los resultados aparentemente positivos se aprecian por igual cuando se utiliza café molido, café instantáneo y café descafeinado.
El autor principal de la investigación, el doctor Peter Kistler, del Insituto de Investigación del Corazón y la Diabetes de Melbourne, ha declarado que “en los tres tipos de café se manifiesta una similar reducción en la incidencia de enfermedad cardiovascular y mortalidad. Podríamos asegurar que el consumo moderado de café forma parte de un estilo de vida sano”.
En realidad no existe mucha información científica sobre el impacto de las diferentes preparaciones de esta bebida en la salud cardiaca. Aunque sí es sabido que el consumo excesivo de cafeína es un factor de riesgo de enfermedad coronaria. Este estudio trató de descubrir la relación entre diferentes cafés y la incidencia de arritmias, insuficiencias cardiacas o muerte por fallo coronario. Para ello se usaron datos de la base Biobank del Reino Unido, que recoge las historias clínicas de miles de ciudadanos de entre 40 y 69 años.
La población de control consistió en un grupo de 449.563 participantes sin signos previos de arritmia o enfermedad cardiovascular evidente. El 53% eran mujeres y la edad media del grupo, de 58 años. Los sujetos respondieron a un cuestionario sobre hábitos de vida que incluía declarar cuántas tazas de café toman al día.
Posteriormente, se dividió el grupo en seis categorías de consumo: desde los que no tomaban nada de café a los consumidores de más de cinco tazas.
El 44 por 100 de los encuestados consumía café instantáneo; el 18, molido y el 15, descafeinado. Un 22 por 100 no tomaba nada.
El último paso del trabajo consistió en analizar algunos parámetros de salud como las arritmias, la presencia de diabetes, la presión sanguínea, el consumo de tabaco o la apnea. Los datos obtenidos se remontan a los últimos 13 años por lo que se ha podido establecer el efecto de estos hábitos a través de casi tres lustros.
El 6,2 por 100 de los participantes murieron durante ese tiempo. Pero la probabilidad de estar en el grupo de fallecidos era menor entre los consumidores de café. El grupo en el que mayor reducción del riesgo se apreció fue el de los que tomaban dos o tres tazas al día. Los consumidores de café molido reducen el riesgo en un 27 por 100, los de descafeinado un 14 y los de instantáneo un 11 por 100.
Además, un 9,6 por 100 sufrió algún tipo de enfermedad cardiovascular. Pero el riesgo se reducía un 20 por 100 entre los tomadores de dos o tres tazas café molido y entre un 6 y un 9 por 100 en las otras dos modalidades de bebida. Similares datos beneficiosos se observaron en la incidencia de arritmias.
En palabras del doctor Kistler, «todos asociamos el café a la cafeína, pero esta bebida contiene más de 100 sustancias biológicamente activas. Es muy probable que sea alguno de esos componentes los que intervengan en el mantenimiento de un corazón más sano ya que, en otros múltiples estudios, se ha reconocido que el exceso de cafeína, por ejemplo el que se puede consumir en bebidas estimulantes, afecta negativamente al corazón».
Si este órgano puede parecer más joven con el consumo moderado de café, el efecto contrario se produce cuando se lleva un estilo de vida solitario o se tiene un estado de ánimo depresivo.
Otro trabajo conocido esta semana, en esta ocasión publicado por la revista «Aging-US», ha medido los efectos sobre el envejecimiento de la soledad, la falta de sueño y la infelicidad. Uno de los factores biológicos que conducen al envejecimiento es la acumulación de daño molecular en las células a medida que estas se dividen. Se sabe que estos procesos de deterioro son mayores en unos individuos que en otros y, por lo tanto, los efectos el paso del tiempo afectan más a los primeros que a los segundos.
Existen marcadores celulares que permiten conocer el estado de esos daños antes de que aparezcan los estragos del tiempo en la salud, una especie de «reloj del envejecimiento biológico». Un equipo de científicos del consorcio Deep Longevity ha medido estos marcadores en un grupo de 11.914 individuos de China para descubrir que el envejecimiento se acelera sobre todo entre personas que han padecido un ictus, enfermedad del corazón o el hígado y, sorprendentemente, en individuos con un estado de ánimo vulnerable. «De hecho, sentirse solo, desesperanzado o infeliz ha resultado acelerar el envejecimiento incluso más que el tabaquismo», afirman los autores.
El trabajo demuestra que el deterioro por culpa de la edad no es solo un proceso físico, sino que incluye factores de riesgo psicoemocionales que frecuentemente se obvian en las políticas de salud preventiva. El doctor Alex Zhavoronkov, biogerontólogo, asegura que «la salud mental es uno de los más robustos predictores de envejecimiento que existen. Es necesario poner el foco en ella para reducir los efectos del paso de los años en el cuerpo».
Hasta ahora no existen demasiados estudios científicos que unan felicidad y longevidad y es difícil establecer el nexo biológico entre ambas. ¿Las personas solas y con tendencia a la tristeza generan reacciones celulares más perjudiciales? ¿La psique y la biología están íntimamente relacionadas? ¿O se trata de un factor de riesgo meramente social y ambiental ya que estos individuos suelen tener más tendencia a descuidar su salud, menos redes de atención y, por lo tanto, un tratamiento de sus enfermedades más precario? Los próximos pasos de la ciencia anti-edad deberán dar respuesta a estas preguntas.
Diana para evitar que le pase a los niños
Un equipo internacional de investigación dirigido por la Universidad de Ciencia Rey Abdullah (Arabia Saudí) ha identificado una nueva diana para tratar los síndromes que provocan el envejecimiento prematuro en los niños. Los síndromes progeroides son un grupo de trastornos genéticos raros que provocan signos de envejecimiento prematuro en niños y adultos jóvenes, como el síndrome de Werner y el síndrome de progeria de Hutchinson Gilford.
Los pacientes afectados por los síndromes progeroides desarrollan síntomas y patologías asociados al envejecimiento, como enfermedades cardíacas, cataratas, diabetes de tipo II y osteoporosis. Este envejecimiento se caracteriza por la pérdida progresiva de la arquitectura nuclear y por un programa genético subyacente.