La búsqueda de más fondos para la Iglesia

El negociador que actualizó la hucha eclesial

Logró que se elevara la asignación prevista del IRPF del 0,52 al 0,70%

Junto a José Luis Rodríguez Zapatero en el encuentro «El humanismo en el siglo XXI» en la UCAV en el año 2012
Junto a José Luis Rodríguez Zapatero en el encuentro «El humanismo en el siglo XXI» en la UCAV en el año 2012A R RoldanLa Razón

Un hombre de diálogo. Un negociador nato. Sin renunciar a sus principios, pero sin levantar muros con el diferente. Con esa premisa, el cardenal Antonio Cañizares se ha movido en la compleja encrucijada de las relaciones Iglesia-Estado. Y es que el purpurado se convirtió en una pieza indispensable para mantener un hilo invisible de algo más que cordialidad con el Gobierno en la era de José Luis Rodríguez Zapatero, cuando otras mitras optaron por levantar un muro negando el pan y la sal. «Nunca me quitó ninguna libertad para hablar y denunciar aquellos aspectos que no eran conformes», ha expresado en más de una ocasión el hasta ahora arzobispo de Valencia que en aquel momento pilotó todas las negociaciones con Moncloa en el trienio 2005-2008, cuando formó un tándem como vicepresidente con el cardenal Ricardo Blázquez como presidente.

Perseverancia dialogante

La perseverancia y capacidad de buscar soluciones creativas a cuestiones enquistadas permitieron que en 2006 se firmara un acuerdo histórico sobre el modelo de financiación de la Iglesia que sigue vigente 15 años después. El Gobierno suprimió la aportación directa del Estado a cambio de elevar la asignación prevista del IRPF del 0,52% al 0,7%. También desaparecía la exención del IVA y el llamado complemento presupuestario. De esta manera, se eliminaba cualquier atisbo de privilegio vía presupuestos y se dejaba en manos de la ciudadanía, a través de su declaración de la renta, el apoyo económico a la Iglesia.

Hay quien auguraba que aquello supondría un agujero en el cepillo eclesial. Sin embargo, el tiempo ha respaldado a quienes rubricaron esta autofinanciación, pues hasta la fecha las equis a favor de la Iglesia han ido creciendo y, a la vez, se ha dado un salto en materia de transparencia ante la sociedad.

El resultado final fue fruto de un mano a mano entre Cañizares y la entonces vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega, que fueron capaces de desenmarañar un ambiente enrarecido tanto por los sectores más laicistas del PSOE que buscaban una venganza anticlerical por el posicionamiento del Episcopado ante la reforma educativa y la aprobación del matrimonio homosexual. Desde las sacristías también había voces que consideraban que el mero hecho de sentarse en la misma mesa que los socialistas constituía en sí mismo una traición y se aferraban a que no había que bajar del 0,8% de la asignación, la cuota vigente en Italia, mientras que desde Moncloa el tope se había situado en el 0,65.

Eso no le impidió mantenerse firme a la hora de defender el matrimonio entre un hombre y una mujer frente a las uniones homosexuales, la apuesta por la vida frente a la eutanasia o alertar ante los ataques más o menos latentes a la libertad religiosa.

Sin embargo, sí supo superar toda diferencia en la búsqueda de esa «cultura del encuentro» que le llevó a establecer un vínculo más allá de lo puramente político con la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega. Esa amistad se mantiene todavía hoy.

De hecho, la propia Fernández de la Vega llegó a resumir esa etapa con un dicho latino que se atribuye erróneamente a san Agustín de Hipona, pero que define al propio Cañizares: «In necesariis unitas, in dubiis libertas, in ómnibus caritas» («En lo esencial, unidad; en lo dudoso, libertad; en todo, caridad»).

Debate inédito

La sinceridad sin anestesia del purpurado, combinada con una cercanía personal y un argumentario solido en sus postulados, también conquistó a Rodríguez Zapatero. El clímax de esta fluidez mutua que pasó de la cordialidad a la confianza se tradujo en el debate que organizó LA RAZÓN, de la mano de la Universidad Católica de Ávila con el tema «El humanismo en el siglo XXI», donde el prefecto para el Culto Divino y Disciplina de los Sacramentos mantuvo un cara a cara con José Luis Rodríguez Zapatero, ya como ex presidente del Ejecutivo.

Ambos protagonizaron un conversatorio inédito hasta hoy, en el que, más allá de las diferencias, ambos defendieron la necesidad de apostar por una Europa de los valores. En un tiempo de polarización política especialmente llamativo, Cañizares y Rodríguez Zapatero ofrecieron una lección, como bien expuso el purpurado, de cómo «el diálogo verdadero y fiel con el interlocutor no puede hacer más que bien a la sociedad». Y lo materializó calmando a un auditorio que no se lo puso fácil al líder socialista.

Tal fue la complicidad de los dos en aquella cita, que ambos citaron a «El Quijote» para reivindicar la necesidad de soñar con una Europa «en progreso y paz».