Sanidad

Los anestesistas denuncian intrusismo profesional

Alertan de que personal sin titulación aplica sus fármacos

Los profesionales pueden resolver incidentes en cuidados intensivos que pongan en riesgo al paciente
Los profesionales pueden resolver incidentes en cuidados intensivos que pongan en riesgo al paciente123rf123rf

Cuando tenemos que someternos a una cirugía suelen aparecer muchas preocupaciones. Una de las más comunes tiene que ver con la anestesia, una técnica que consiste en la combinación de fármacos o gases para producir diferentes niveles de disminución de conciencia que permitan amortiguar el dolor o paralizar el movimiento del paciente durante los procesos quirúrgicos. Suele inquietarnos su seguridad, su duración y la recuperación. Sin embargo, y aunque suene paradójico, una cuestión que debería formar parte de nuestros desvelos es que su práctica sea llevada a cabo por un anestesista. Y es que, según denuncia la Sociedad Española de Anestesiología, Reanimación y Terapéutica del Dolor (Sedar), algunos procedimientos con sedación profunda no están siendo realizados por profesionales con competencias concretas y estrictos principios para garantizar la seguridad del paciente, lo que genera un «potencial riesgo» para la salud.

«Existe la falsa percepción de que, como la anestesia es muy segura, cualquiera la puede llevar a cabo: médicos digestivos, cardiólogos o neumólogos que han realizado un cursillo de unos días. Y la administración lo permite porque abarata los costes. Sin embargo, la sedación profunda es un procedimiento potencialmente mortal ya que este tipo de fármacos (Propofol o gases anestésicos) provocan, a dosis terapéuticas, depresión cardiovascular o respiratoria». Así lo ha advertido Javier García, presidente de Sedar y jefe del Servicio de Anestesiología, Cuidados Críticos, Quirúrgicos y Dolor del Hospital Universitario Puerta de Hierro. «Puede ocurrir, por ejemplo, que el enfermo entre en apnea –deje de respirar– o tenga un problema cardíaco durante la sedación. Si sucediera con un equipo de quirófano en el que hubiera un anestesista dedicado en exclusiva a monitorizar la sedación del paciente y a controlar la evolución de sus constantes vitales, se solucionaría la situación evitando la mortalidad anestésica o cualquier consecuencia neurológica. El anestesista tiene competencias en cuidados intensivos para resolver cualquier incidente que ponga en riesgo la vida del paciente, para garantizar la seguridad del enfermo haga lo que haga otro compañero. No es poner y quitar la anestesia», sentencia.

Así, Sedar reivindica que, además de ser especialista en anestesia, el médico encargado de sedar al paciente sea un profesional distinto al que realiza el procedimiento diagnóstico o invasivo dentro o fuera del quirófano. La sociedad científica también avisa de que existen casos en los que los profesionales que llevan a cabo estos procedimientos con fármacos puramente anestésicos ni siquiera tienen titulación médica.

Con el objetivo de empoderar a los pacientes tengan que realizarse una prueba o tratamiento que requiera sedación o anestesia para que cuenten con todas las garantías de seguridad posibles, Sedar ha lanzado la campaña «¿Dónde está mi médico anestesista? Quiero conocerlo». «Pretendemos que los pacientes pregunten por su médico anestesista, le consulten sus dudas, sepan que estamos ahí para cuidarles», explicó Antonio Planas, secretario general de Sedar y jefe de Servicio de Anestesiología y Reanimación del Hospital Universitario de La Princesa.

La mortalidad atribuida a la anestesia en el año 1960 era de un fallecimiento por cada 1.000 anestesias realizadas. Sin embargo, en la década de 2020 la mortalidad de causa anestésica se ha reducido a menos de un fallecimiento por cada 100.000/150.000 anestesias. Este altísimo margen de seguridad, según el presidente de Sedar, «no es una casualidad». Y niega que se deba a la evolución en innovación terapéutica. «En los últimos 20 años no ha habido avances en los fármacos. La industria farmacéutica invierte donde obtiene retorno, pero no va a entrar a competir con fármacos que, actualmente, cuestan entre cinco o diez euros, como es el caso de la anestesia general para una cirugía», lamenta. Y manifiesta que hay margen de mejora: hacia efectos secundarios y, sobre todo, a efectos más reversibles de las funciones de anestesia.

El gran cambio viene determinado por la formación y adquisición de competencias específicas. «En las primeras décadas, la anestesia la practicaba personal sanitario sin formación concreta. La creación de la especialización médica de Anestesiología provocó una primera gran caída de mortalidad en las décadas de 1960-70. A partir de ese momento, la especialidad continuó incrementando sus competencias y el nivel de formación de los médicos anestesistas mediante el sistema MIR», explica Planas.