Obituario

César Nombela Cano, un asceta en la ciencia

«Trabajador infatigable y cristino comprometido, fue maestro y amigo»

César Nombela
César NombelaCristina BejaranoLa Razón

Sus amigos quedamos sobrecogidos al conocer la noticia de su muerte. No nos la esperábamos. Seguíamos su lucha contra la enfermedad, en la que él nos infundía confianza y ánimo, pero al final no logró superar la acumulación de adversidades. El cáncer venció, pero al mismo tiempo agrandó su leyenda.

Le conocí en el año 1996, cuando me llamó para que formase parte de su equipo, en calidad de coordinador del Área de Humanidades y Ciencias Sociales del CSIC. Siempre me sentí cómodo trabajando con él, con unos criterios que ya había conocido durante mi permanencia en el Colegio Mayor San Juan de Ribera (Burjasot, Valencia): la política del esfuerzo y de la valoración de la excelencia.

César era un ciudadano universal de Carriches (Toledo), su pueblo al que siempre estuvo unido y que acogerá sus restos. Trabajador infatigable, cristiano comprometido, pero alejado de cualquier sectarismo, fue siempre, sobre todo, maestro y amigo.

Formación en EE UU

En 1969 obtuvo la licenciatura en Farmacia, con premio extraordinario, y en Ciencias Químicas en la Universidad de Madrid; tras lo cual se trasladó a Salamanca, en cuya Universidad se doctoró (1972) especializándose en Microbiología bajo la dirección de Julio R. Villanueva. Completó su formación en Estados Unidos (1972-75), en la Universidad de Nueva York, con el Premio Nobel Severo Ochoa, y en el Instituto Roche de Biología Molecular en Nueva Jersey.

De regreso a España (1975) se incorporó por oposición al Instituto de Microbiología Bioquímica del CSIC en Salamanca, pero pronto reorientó su vida hacia la vocación docente, opositando a una agregaduría de la Universidad de Santiago de Compostela (1979) y posteriormente cátedra de Microbiología (1981) en el mismo centro. Un año más tarde se trasladó a la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense.

El 17 de junio de 1996 fue nombrado presidente del CSIC, cuyo desempeño del puesto ha merecido que haya sido calificado como uno de los que mejor han ejercido dicha responsabilidad. Dos cosas querría destacar: un ejemplo, su gestión de los vertidos tóxicos de Aznalcollar y un compromiso, su labor de presidencia en pro de la ciencia.

En cuanto a lo primero, logró poner en pie una comisión de un centenar de expertos de diversas instituciones que supieron gestionar brillantemente las consecuencias de la contaminación. En cuanto al compromiso, incrementó su plantilla científica en un 23% y sus presupuestos en un 35%, situándose entre los tres primeros organismos de la UE en capacidad de competir por los recursos de investigación de la Comisión Europea.

Su inesperado cese (8-9-2000) en la Presidencia del CSIC no fue comprendido por una gran parte del personal del organismo, como lo demuestra el clamoroso aplauso que se le tributó en el acto de toma de posesión de su sucesor, celebrado en el amplio hall de la sede central, abarrotado por personas de todas las escalas.

En diciembre de 2012 fue nombrado rector de Universidad Internacional Menéndez Pelayo, a la que dio un renovado impulso, y en la que supo crear un excelente grupo de entusiastas colaboradores, que le acompañaron hasta el final de su mandato (2017).

Biología molecular

Su investigación en Biología Molecular microbiana y Biotecnología se ha centrado en microorganismos modelo, abordando la biogénesis de la pared celular, la transducción de señales en la célula, patogenicidad y factores de virulencia, y aplicaciones a la producción de proteínas recombinantes.

Destaca su empleo de la tecnología genómica y proteómica, dirigiendo desde 2001 la primera cátedra extraordinaria de Genómica y Proteómica de la universidad española (patrocinada por los laboratorios Merck, Sharp & Dhome). En fin, un trabajador infatigable, un asceta en la ciencia.

Pero su faceta científica no se reduce solamente a su docencia y a su investigación, plasmada en artículos y tesis doctorales de alumnos, sino que también ha sido a autor de numerosas actividades de divulgación, especialmente importantes en situaciones críticas, como la mencionada de Aznalcóllar o el coronavirus. Política científica y Ética, en fin, fueron dos campos en los que sus aportaciones deben ser tenidas muy en cuenta.

Ha ocupado importantes cargos en fundaciones, siendo presidente de la «Fundación Carmen y Severo Ochoa» por designación testamentaria del Nobel. Miembro de varias sociedades científicas, ha presidido la Sociedad Española de Microbiología (1982-90) y la Federación Europea de Sociedades de Microbiología (1995-98).

Asimismo, ha sido miembro del Comité Internacional de Bioética de la Uneso (1998-2003) y, en España, presidente del «Comité Asesor de Ética en la Investigación Científica y Tecnológica» (2002-2005). Es miembro de la Academia Europaea.

Además, su larga dedición a la función pública le hizo merecedor, entre otras distinciones, de las grandes cruces de las órdenes del Mérito Civil (2001) y de Alfonso X el Sabio (2012); de las medallas de oro de la Universidad de Lérida (2000) y de la de Castilla-La Mancha (2001).

*José Ramón Urquijo Goitia es exvicepresidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)