Religión
The Chosen: ¿Y si Jesús no llegara a fin de mes?
Aterriza oficialmente en España la serie sobre Cristo que ha conquistado a 435 millones de espectadores por subrayar su vida cotidiana desde la fidelidad a la Biblia
No busquen al crucificado ensangrentado de Mel Gibson que salpica al otro lado de la pantalla. Tampoco a un hippie a lo Leiva versionado del Superstar setentero de Ted Neely o de Camilo. Menos aún esperen toparse en alguna escena con el morbazo de las tentaciones carnales imaginada por Scorsese. «The Chosen» –«Los Elegidos»- no va de eso ni le hace falta para recontar la historia de Jesús.
Más bien se cocina con un maridaje de humanidad y naturalidad, despojándole al Hijo de Dios de mechas californianas, un foco resplandeciente a contraluz y un tonillo engolado en el habla que le distancie del común de los mortales. Si el Altísimo se encarna y se abaja en las afueras de Belén, en esta serie lo aplican hasta el extremo. Hasta los milagros huyen de efectos especiales atroces y grandilocuentes y a los personajes se les exime de éxtasis sentimentaloides.
Autenticidad en la trama
«Hemos buscado que todo se vea auténtico, es decir, mostrar el día a día y los apóstoles: cómo vivía un pescador de Galilea, lo que suponía para aquellos judíos vivir bajo la opresión romana, lo que les costaba llegar a fin de mes…», apunta Noah James, que da vida al que se considera el primer seguidor de Jesús, un Andrés que poco tiene que ver con la iconografía de un anciano barbudo salvo por esa valentía con la que se le ha identificado a lo largo de los siglos.
«Aquí a todos nosotros se nos ve normales y se dibuja a un Jesús accesible, que ríe, ama, llora y suda, que no vive apartado, sino que se sumerge en los problemas que pasan a su alrededor. ¿Tú te crees que dos hermanos como Santiago y Juan se iban a llevar bien siempre? Seguro que eran muy majos y se querían mucho, pero tendrían sus diferencias, discutirían… Las relaciones fraternales son eso también y eso permite al espectador identificarse con ellos», expone el intérprete.
James, junto a otros actores de la serie, se han dejado caer estos días por la Seminci de Valladolid para escenificar la puesta de largo del doblaje en castellano que podrá verse incluso en cines durante las primeras semanas de diciembre, así como del estreno el próximo 18 de noviembre de la tercera temporada de este producto audiovisual «outsider». Sí, porque ha logrado colarse en el circuito comercial sin el apoyo de una productora de Hollywood o plataformas digitales, sino a golpe de micro mecenazgo y creando su propia aplicación, tanto para teléfonos móviles como para pantallas de televisión.
Tal es el tirón, que solo el capítulo que recrea la Navidad, perteneciente a la segunda temporada, recaudó 1,5 millones de dólares en solo 12 horas. A día de ayer, la serie contaba con 435 millones de visionados en 140 países, 56 idiomas y subiendo, porque esperan llegar a siete temporadas y superar los 50 episodios. Esta inversión recuperada gracias a la calidad del proyecto se aleja del «quiero y no puedo» de algunas intentonas eclesiales. Véase simplemente cómo se recreó el Sermón de la Montaña, el de las Bienaventuranzas. Se rodó en Texas, en plena pandemia, y con 3.000 extras con test de antígenos en la mano.
Con dosis de humor
Sí, porque, aunque sea imposible hacer «spoiler» de una trama de la que se sabe el final, su creador, director y coguionista Dallan Jenkins, a través de la productora Angel Studios, ha sabido reconstruir la vida de Cristo y sus discípulos, sin alejarse un milímetro de las Sagradas Escrituras, pero con la pericia de recrear diálogos que enganchen, con un Jesús de Nazaret tan elocuente en sus alocuciones puramente doctrinales como ingenioso a través de un particular humor que, lejos de restarle autoridad, se la gana a pulso. Con 47 años, casado y padre de cuatro hijos, Jenkins es cristiano evangélico.
Sin embargo, haber contado con un equipo multidisciplinar le ha permitido elaborar un producto ecuménico, visto con buenos ojos desde Roma por su interpretación ortodoxa de la tradición que se narra en el Nuevo Testamento. Son un sacerdote católico, un rabino judío y un pastor evangélico los que supervisan cada uno de los guiones para reformular cualquier expresión o escena susceptible de herir sensibilidades a cualquiera de las confesiones y dar el «nihil obstat» final.
«Es muy interesante la comunidad global que se ha generado en torno a la serie, porque a través de redes sociales se abren debates sobre la actualidad del mensaje de Jesús y es muy refrescante comprobar cómo sus enseñanzas siguen vigentes», apunta James, que se confiesa judío sefardí: «No importa la cultura de la que vengas, cada capítulo ofrece puntos comunes para todos: la acogida, la esperanza, la aceptación del perdón, la amistad, la justicia…».
«Se respeta al máximo la Biblia, pero se dota a los personajes de realismo a través de toda la documentación histórica sobre cómo vivían aquellas gentes, sin forzar diálogos que a priori hablarían de la santidad de los protagonistas pero que les quitan realismo», detalla Elizabeth Tabish, que interpreta a una María Magdalena que, para decepción de los adictos al salseo, ni aparece como prostituta ni se la insinúa como amante del Maestro: «No se cae en esas especulaciones, sino que el personaje desarrolla lo que se cuenta en el Evangelio. Se parte de una mujer que está poseída por muchos demonios, es decir, por muchas heridas de la vida que Cristo cura y cómo a partir de ahí se convierte en la líder de las mujeres en todo momento, también en la Resurrección».
Así pues, la destreza del guion pasa, entre otras cosas, por presentar el misterio con cierta normalidad para evitar que se identifique el hecho religioso con un misticismo solo al alcance de unos pocos. Esto es, cuanto más humano, más divino. En «The Chosen» los que creen son la gente de a ras de suelo, y no por ignorantes que compran el discurso populista del primero que se erige en Mesías, sino porque ven a un tipo auténtico al que merece la pena seguir y confiar.
Esta lealtad bíblica, no es sinónimo de literalidad. Entretenimiento con un toque evangelizador, pero sin que aquello suene a documental pío o a plática catequética disfrazada de obrita parroquial. Es ficción y, por tanto, se da a alas a crear historias y personajes verosímiles. Como Tamar, una etíope interpretada por Amber Shana Williams, que se une al grupo de Jesús tras presenciar la curación del paralítico de Cafarnaúm. «No se trataba solo de retratar a Cristo, sino de presentar a alguien inspirador para el mundo de hoy, para que la gente pueda ver la serie y comprobar que hay esperanza en medio de la confusión actual y a eso contribuyen papeles como el mío», suscribe Amber, que defiende que «The Chosen» «no sustituye a la Biblia, pero sí es una adaptación accesible para los que creen y un medio de inspiración vital para los no creyentes».
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