Opinión

La jaula y las ratas

Me inquieta que la reforma de la Ley de Bienestar Animal acabe por perjudicarnos a todos

Representación de Joseph Smit de la especie Mus macleari, posteriormente reclasificada como Rattus macleari
Representación de Joseph Smit de la especie Mus macleari, posteriormente reclasificada como Rattus macleariJoseph SmitDominio Público

Si hay un animal que me espeluzne es la rata. Debo de tener algo en mí de aquel Winston Smith del 1984 de Orwell, al que torturan atendiendo a su máxima fobia que son estos animales. Solo recordar la jaula con ratas hambrientas cerca de su cara, se me multiplican las pesadillas. Amo a los animales. Pero no a las ratas. Tampoco a las cucarachas. Y no me gustaría toparme con un lobo con ganas de llevarse algo al hocico, por bello que me parezca.

Más allá de pánicos personales, es puro sentido común. Quiero decir que hay animales peligrosos. También de dos piernas, claro. Pero, ese es otro asunto. Porque, aunque algún animalista me crucifique, el ser humano es un animal distinto a los demás. Y por eso me inquieta que nos volvamos locos y que la reforma de la Ley de Bienestar Animal acabe por perjudicarnos a todos.

Incluso a los propios animales, que muchos no querrán tener, por si acaso su modo de cuidarlos no es idéntico al de los hijos y no parece suficiente a sus señorías.

Parece una broma, pero la barbaridad de que se pueda penar más el maltrato de un perro que de una persona, y que sea delito defenderse de los animales «silvestres» –que antes se llamaban salvajes– (como hacen ellos mismos con el resto de los animales, por cierto, que además se comen para alimentarse) está contemplada en esa nueva reforma animalista del Código Penal.

Y hay que proteger a la flora y a la fauna, claro; y cuidar a los animales domésticos. Pero si alguien me dice que si una rata se cuela en mi casa y la mato puedo ir a prisión me siento tan indefensa como Smith ante aquella jaula…