Lucha contra este mal

Nadie puede con el Alzheimer: la terapia más prometedora contra la enfermedad fracasa

Roche se ha visto obligada a suspender los ensayos en Fase III que llevaba a cabo con gantenerumab, una molécula que pasaba por ser la apuesta más prometedora

Las áreas rojas y naranjas de estos mapas de calor de cerebros humanos muestran dónde está más activo el gen APOE (dos imágenes cerebrales superiores) y dónde se concentran los ovillos de la proteína tau (dos imágenes cerebrales inferiores).
Las áreas rojas y naranjas de estos mapas de calor de cerebros humanos muestran dónde está más activo el gen APOE (dos imágenes cerebrales superiores) y dónde se concentran los ovillos de la proteína tau (dos imágenes cerebrales inferiores).DIANA HOBBS/WASHINGTON UNIVERSITYDIANA HOBBS/WASHINGTON UNIVERSIT

La lucha contra el Alzheimer es una especie de montaña rusa. La enfermedad sigue escapando a los cada vez más atinados intentos de la ciencia por poner coto a su progresión. El conocimiento de nuevos factores biológicos que conducen al deterioro progresivo de la función neuronal se combina con estrepitosos fracasos en ensayos clínicos con posibles terapias. Es la cara y la cruz de una lucha épica contra una de las patologías más esquivas que existen. En las últimas semanas, el frenesí de buenas y malas noticias a un tiempo ha arrojado dos grandes titulares.

En el rincón de las esperanzas, un equipo de investigadores del Institut Hospital del Mar y del Barcelona Beta Brain Research Center anunció en la revista «Alzheimer’s and Dementia» el hallazgo de nueve posibles biomarcadores en sangre relacionados con la proteína Tau y que podrían ser útiles para el diagnóstico precoz de la enfermedad. Basados en la realización de sencillos análisis, estos marcadores eran capaces de detectar el Alzhéimer con una precisión cercana a la de la prueba de referencia clínica que en la actualidad es la punción lumbar. Por lo tanto, pueden funcionar como un marcador diagnóstico, incluso en los primeros momentos de la enfermedad, adelantando el momento en el que los doctores, los pacientes y los familiares tienen conocimiento del mal al que se enfrentan. A falta de una curación, el diagnóstico temprano de la patología se convierte en una herramienta fundamental para la práctica clínica y para la mejora de la calidad de vida del enfermo, y de su entorno familiar y social.

Pero el gran talón de Aquiles de la batalla contra el Alzheimer sigue siendo la curación. A pesar de que la ciencia tiene cada vez un mayor conocimiento (aunque aún incompleto) de la génesis de deterioro neuronal propio de este síndrome, el ataque terapéutico sigue estando muy lejos de ser factible. Y en esa dirección ha caído como un jarro de agua fría el último fracaso de una compañía farmacéutica. Roche se ha visto obligada a suspender los ensayos en Fase III que llevaba a cabo con gantenerumab, una molécula que pasaba por ser la apuesta más prometedora de la empresa para lograr un fármaco anti-Alzheimer. El medicamento ha fracasado en su capacidad para detener el deterioro funcional y cognitivo de los pacientes.

En 2014 otro ensayo similar había arrojado también malos resultados. Aún así, la farmacéutica suiza tenía esperanzas de poder resucitar el medicamento con una nueva tanda de pruebas. La idea de esta segunda intentona era demostrar una reducción significativa del deterioro clínico de un grupo grande de pacientes medido por el índice CDR-SOB (Clinical Dementia Rating Scale Sum of Boxes) una herramienta habitual para determinar el grado de demencia.

Pero el trabajo realizado sobre una base de 2.000 pacientes estudiados durante más de dos años ha arrojado una reducción de la afectación estadísticamente poco significativa ( entre un 6 y un 8 por 100 en comparación con el placebo). Aunque la empresa presentará nuevos datos definitivos, el resultado que se conoce hasta ahora está lejos de poder considerarse esperanzador. Sobre todo en lo que se refiere a la desaparición de la acumulación de proteína Beta-amiloide, que ha sido menor de la esperada. La alteración del comportamiento de la Beta-amiloide ha sido considerada durante mucho tiempo como una de las causas generadoras de Alzheimer si bien es cierto que la teoría ha recibido algunas críticas recientemente.

Las palabras de Levi Garraway, director médico de Roche, no dejan lugar a la duda. En un comunicado oficial ha calificado de «muy decepcionantes» las noticias recibidas del ensayo.

Gantenerumab es un anticuerpo monoclonal totalmente humano que se administra por vía subcutánea y está diseñado para dirigirse y unirse a las formas agregadas de Beta-amiloide. Una vez allí pretende activar las células del sistema inmunitario de cerebro para que reaccionen evitando las placas de proteína y deteniendo su acumulación. En teoría, es el exceso de presencia de esta proteína Beta-amiloide la que genera las famosas placas que dificultan la correcta función de las neuronas.

No ha habido suerte: el medicamento no se ha mostrado realmente eficaz en esa tarea protectora.

Algunos analistas han asegurado que este fracaso despeja el camino para otras moléculas competidoras de la de Roche. Pero lo cierto es que a día de hoy ninguna alternativa parece suficientemente sólida.

El único fármaco aprobado por la FDA (aducanubab, de Biogen) sigue envuelto en la polémica. La compañía retiró en mayo la petición de autorización por la Agencia Europea del Medicamento. Aunque la molécula sí se demostró eficaz para detener la concentración de Beta-amiloide, las mejoras reales en la salud cognitiva de los pacientes se consideraron insuficientes.

El tercero en discordia es otro fármaco de Biogen (lecanemab), un anticuerpo que parece haber dado resultados estadísticamente relevantes y se rumorea que podría estar aprobado en el próximo año de 2023.

Pero en los últimos días ha sufrido un revés considerable. La muerte de un paciente incluido en uno de los ensayos saltó a los medios de comunicación hace unas semanas. Los autores del estudio aseguran que el fallecimiento no está relacionado en absoluto con la molécula. Pero es uno más de los sobresaltos que parecen acompañar a la batalla científica contra esta devastadora enfermedad.