Denuncia

Las sexólogas, acosadas: «Nos confunden con prostitutas y nos mandan fotos de genitales»

Las terapeutas reciben imágenes explícitas y mensajes sexuales a través de las redes sociales

Resentida
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El Instituto de las Mujeres encargó este año un estudio demoscópico para valorar hasta qué punto las jóvenes son acosadas a través de las redes sociales. El resultado fue aún peor de lo esperado. El 45,7 por ciento de las encuestadas reconoció haberse sentido alguna vez ofendida, humillada o intimidada por esa vía y el 53% admitió haber recibido imágenes o comentarios sexuales explícitos que no había solicitado.

Este «sexting» forzoso es una lacra que sufren desde hace años las sexólogas en nuestro país, un sector profesional que a menudo se confunde con otro bien distinto. Marta Ibáñez Sainz-Pardo lleva quince años dedicada al mundo de la Psicología. Casi los mismos que soporta el acoso cibernético de hombres que no saben, o no quieren saber, lo que ella trata realmente. «Es que hay algunos que con solo leer la palabra sexo se obnubilan y no ven más allá. Me mandan fotos de genitales al whatsapp o me llaman y lo primero que aparece en la pantalla es su pene. También me envían mensajes para preguntarme por la consulta que van derivando en otras cuestiones como si yo les haría tal o cual cosa», explica en conversación telefónica con LA RAZÓN. Este contenido indeseado le llegaba antes todas las semanas hasta que, harta de ser diana del acoso, comenzó a publicar menos contenido sobre relaciones sexuales en su blog de difusión.

La posibilidad de que la violencia sexual ejercida a través del teléfono pueda consumarse en la clínica, en la que muchas veces trabajan solas, obliga a estas profesionales a andar con pies de plomo. Sin embargo, la enorme mayoría de las veces la conducta del acosador se limita a lo virtual, en parte por el anonimato que garantizan las redes sociales. Marta recuerda una vez en la que sintió miedo en consulta por «un comentario un poco fuera de tono» que luego no pasó a mayores. Por si las moscas, confiesa que guarda un spray antiviolador en el cajón y siempre hace varias comprobaciones antes de fijar la fecha para el cara a cara como manera de cerciorarse de las intenciones reales del paciente potencial.

«Lo que no entiendo muy bien es qué sacan ellos de esto. Los exhibicionistas de antes al menos podían ver tu reacción. ¿Creerán que esa actitud les va a llevar a alguna parte? La próxima vez voy a recomendar al que sea que me muestre sus genitales que vaya al médico y se los haga mirar porque observo signos de ETS», dice con sentido del humor. También le ha ocurrido que se le ofrezcan «esclavos», sumisos sexuales, y que la persona al otro lado del teléfono emita un tono de voz jadeante propio de la masturbación. Lo que nunca le ha sucedido es ser blanco de una mujer acosadora.

La forma más común de reaccionar es bloquear al interlocutor, que suele cejar en el empeño. Y si la cosa se pone muy intensa, acudir a la Policía a denunciar. Esta confusión de la Sexología con la prostitución se ha visto notablemente incrementada con la irrupción de las redes sociales en nuestras vidas. «Es que hay gente que cree que todo lo que aparece en Internet es pornografía, directamente. También esa figura de lo que han llamado ‘’asistente sexual’', una terminología con la que no estoy de acuerdo, ha favorecido esto de que nos tomen por lo que no somos. Lo que sí te puedo decir es que he hablado con otros compañeros varones y a ellos nos les ocurre. Tampoco con otros hombres». En opinión de Marta, la falta de Educación sexual tiene mucha culpa de esta lacra, que, en lugar de mejorar, va a más con las nuevas generaciones de profesionales con más presencia en TikTok y otras nuevas vías de difusión de contenido.

Norma Ageitos, miembro de la junta de la Asociación Estatal de Profesionales de la Sexología (Aeps), está de acuerdo en que la falta de una educación sexual adecuada a nivel nacional es la raíz del problema. En su opinión hay un desconocimiento enorme de esta ciencia en en toda la sociedad: «Cuando le dices a la gente a lo que te dedicas te ponen una cara rara. Incluso en el contexto personal, siempre llega un chiste o un comentario desubicado del tipo: ‘’Si necesitas a alguien para las prácticas, me llamas’'. Esto supone un desprestigio para todos los que desempeñamos esta profesión».

Con tres décadas de vida, la Aeps aglutina a 200 terapeutas, la mayoría de ellos mujeres. Llegan a esta especialización a través de diferentes vías, entre ellas la carrera universitaria de Psicología y distintos máster de postgrado. En el caso de Norma, ella accedió desde una licenciatura de Sociología y en este momento se dedica sobre todo a cursos de educación sexual en centros educativos.

Tal y como explica en conversación telefónica, el sesgo al que se ven sometidas puede ser de naturaleza opuesta según el contexto: «A las sexólogas se nos presupone en el ámbito privado una apertura mayor y habilidades especiales mientras que en los colegios en los que impartimos la materia ocurre lo contrario; debemos ser seres asexuales, asépticos».