Opinión

¿Por quién llora el Papa?

El Papa Francisco se emocionó el pasado día 8, durante la celebración del Día de la Inmaculada Concepción
El Papa Francisco se emocionó el pasado día 8, durante la celebración del Día de la Inmaculada ConcepciónGregorio BorgiaAgencia AP

Parafraseando el título de la célebre novela de Ernest Hemingway «¿Por quién doblan las campanas?» podemos preguntarnos por quién o quiénes llora Francisco, qué es lo que provoca las lágrimas del Pontífice.

Como todo ser humano Jorge Mario Bergoglio habrá llorado en más de una ocasión de su larga vida, pero es excepcional que lo haya hecho en público, consciente además de que cualquiera de sus gestos es transmitido al mundo entero.

El día de la Inmaculada el Papa argentino llegó a los pies del monumento que en la romana Piazza di Spagna conmemora la proclamación del dogma mariano en 1854 por el papa Pío IX. Dio lectura a una bella plegaria, en la que le confesaba a la Virgen que le hubiera gustado ser portador del agradecimiento por la paz en Ucrania; y aquí su voz se quebró… dejó de hablar y sus ojos se llenaron de lágrimas; un silencio absoluto se apoderó de la plaza, que algunos segundos después se rompió con un aplauso liberatorio, y Francisco pudo concluir su oración.

Finalizada la ceremonia saludó a un grupo de periodistas a los que confesó su dolor, su gran dolor por la locura de la guerra, que es «una derrota para toda la humanidad». Esa es la causa de sus lágrimas: el martirio de Ucrania, la crueldad de los bombardeos que destruyen la vida de un país, la fuga obligada de millones de personas que abandonan sus casas y su tierra, la amenaza de una catástrofe nuclear con devastadoras consecuencias para toda la humanidad. Por todo eso llora el Papa y con él toda la Iglesia y los hombres y mujeres de buena voluntad esparcidos por todo el universo. Lágrimas más que justificadas, necesarias y ejemplares.