«Te invito a cenar»
La cena del buen samaritano (con estrella Michelín)
Ocho plataformas sociales de la Iglesia organizan esta noche una velada con más de mil invitados en riesgo de exclusión gracias al respaldo de cien chefs de primer nivel
Para Juana es la fiesta del año. «Es como si fuera la primera vez. Estamos muy nerviosas y todavía estamos dando vueltas para ver qué nos ponemos». Hace días que para ella y para su hija Celinett ha arrancado la cuenta atrás. Auer participaron con más de mil personas en «Te invito a cenar», un proyecto solidario que cumple diez años en la antesala de la Navidad gracias al empeño de unos 500 voluntarios y decenas de empresas colaboradoras. Se trata de una iniciativa promovida por la Compañía de las Obras, que aglutina a ocho organizaciones sociales de la Iglesia.
Para esta dominicana que llegó hace 23 años a España, tener la oportunidad de sentarse en una mesa de gala no es un regalo, sino un reconocimiento de su dignidad. Auxiliar de enfermería, aterrizó en Madrid con una mano delante y otra detrás. «A través de una amiga, nos recomendaron que acudiéramos a Cesal y a partir de ahí se convirtieron en nuestra familia», explica Juana sobre esta entidad con más de tres décadas de experiencia y delegaciones en siete países. Hoy su hija estudia Ingeniería Forestal a la vez que trabaja para costearse la carrera gracias al respaldo integral de la ong. Por eso, el complejo Mirador de Cuatro Vientos se convertirá para ellas en un lugar privilegiado para brindar por quienes les tendieron la mano cuando apenas veían la luz en medio de las dificultades para llegar a fin de mes.
Perfil diverso
El perfil de quienes se sientan a la mesa es tan diverso como las plataformas que participan en la cena: refugiados, madres solteras, personas sin hogar, familias en situación de pobreza, drogodependientes, menores acogidos, jóvenes con dificultades… Pero todos en igualdad de condiciones. O, dicho de otro modo, en igualdad de Estrellas Michelín.
Sí, porque uno de los signos de distinción de «Te invito a cenar» es la colaboración altruista de más de cien chefs de alta cocina como Pepe Rodríguez, Paco Roncero, Carlos Maldonado y Diego Guerrero, amén de otros delantales ilustres como Pepa Muñoz, Samantha Vallejo-Nágera y Chicote. Entre todos ellos, componen unj panel irrefutable de aperitivos, entrante caliente, pescado, carne, postre y lo que se tercie.
«Aquí no hay competencia ninguna porque nos une una misma premisa: dar lo mejor que podamos dar. Ya que estas personas en riesgo de exclusión no pueden ir a un restaurante Michelin, nosotros nos movemos con nuestros fogones», explica Sergio Fernández, uno de los rostros más visibles de Canal Cocina, que se sumó desde sus comienzos a esta aventura.
«Cuando uno se plantea qué puede hacer por el otro, lo primero es dar de comer. Si no comes no puedes ni vivir», asevera este cocinero que ya tiene ultimada su receta de merluza frita con pimiento de piquillo que servirá a sus comensales: «Cada uno ponemos lo que podemos. Unos el trabajo, otros la materia prima, otros su tiempo». A partir de ahí, el artífice del posicionamiento de restaurantes como Raimunda, Torcuato o La Bobia, comparte una máxima que no solo aplica para esta cita humanitaria, sino para su día a día cuando se pone el delantal: «No es lo que tú haces, sino lo que todos aportan».
«No cuesta nada convencer a estos genios que se sumen. Es un gremio muy solidario y en seguida se fue corriendo la voz entre ellos de que merecía la pena embarcarse en esta aventura», Pablo Llano, uno de los promotores de esta cena solidaria desde que arrancara hace una década. «Algo ayuda que una de nuestras líneas estratégicas para la inclusión social sea la formación para el empleo en el sector gastronómico y de la alimentación», admite el también director de Cesal.
Sobre la razón de ser de «Te invito a cenar», apunta que «no se trata de estar en una mesa con alguien que no conoces y olvidarte de él al día siguiente. Los invitados son aquellos con los que compartimos la vida en lo cotidiano y con los que queremos tener un encuentro especial con ellos, por todo lo alto».
La gratuidad como eje
Así, de un plumazo, desmiente que aquello sea un «calma conciencias» para afortunados vitales. «Ponemos delante lo que somos y lo que hacemos. Habrá gente que lo haga por generosidad, por puro altruismo y porque se siente bien entregándose. Yo lo veo como el fruto de un trabajo de todo el año, no como un hecho aislado», apunta, concretando aún más: «Yo soy católico y puedo decir que aparte de nosotros nos mueve la gratuidad con la que vivimos, la suerte de haber recibido tanto en el encuentro con el Señor y querer compartirlo». Desde ahí, subraya que se trata de «una actividad completa y puramente caritativa, en el sentido más sano de un término que vemos como en algunos foros se usa de manera peyorativa». A la par, Pablo recuerda lo cuesta arriba que se puso aquel primer año cuando convocaron a 350 personas en el Palacio de Negralejo: «Nos preocupaba ver cómo reaccionarían al verse en un restaurante de lujo, que no se sintieran cohibidos o fuera de lugar. Para nada ocurrió». Ahora, a pesar de haber triplicado las plazas, garantiza que se mantiene «el clima de familia y de fraternidad». Eso sí, aclara que han ido sumando ideas, como regalos para los niños, espectáculos musicales, rifas… Y todo, posible, además, no solo por la disponibilidad de los voluntarios, sino que además de servir las mesas o preparar el menú, aportan 20 euros cada uno para la sostenibilidad del evento.
Por eso, ni tan siquiera la pandemia logró pararles: «Resultaba paradójico tener que anularlo en el año que más problemas tenían las familias y en el que más soledad estaban padeciendo. Le dimos la vuelta y, respetando las normas sanitarias, preparamos la cena y la llevamos personalmente a las familias a su casa», explica Llano, que admite que implicó «un despliegue sin precedentes y grandes dosis de creatividad para preparar, envasar y entregar».
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