Sentido testimonio

«Benedicto XVI es un astro que seguirá iluminando a la Iglesia»

Lydia Jiménez, directora de las Cruzadas de Santa María. La consagrada española es una de los 200.000 fieles que han participado en estos días en el velatorio del pontífice alemán

Lydia Jiménez, ayer, en oración ante el cuerpo sin vida de Benedicto
Lydia Jiménez, ayer, en oración ante el cuerpo sin vida de BenedictoDANIEL IBANEZLa Razón

Entre las 200.000 personas que en estos días han despedido a Benedicto XVI se encuentra la directora general del Instituto Secular las Cruzadas de Santa María.

¿Cómo lo ha vivido?

Una gran emoción, además de un privilegio inesperado poder estar en oración delante, en su capilla ardiente. Desde el silencio y ante Dios he podido recordar tantos momentos como he vivido muy cerca de él y las enseñanzas que nos ha dejado, que son imborrables. No solo han marcado una época para la Iglesia y para el mundo, sino que puedo asegurar que han marcado mi vida.

Cuando falleció Juan Pablo II se multiplicaron las voces que pedían que se le proclamara ‘santo súbito’. Con Benedicto XVI se pide que se le proclame ya doctor de la Iglesia. ¿Exageran?

Para nada. ¡Santo súbito! ¡Y doctor súbito! Tiene méritos más que sobrados para ser canonizado, pero sin duda alguna también para ser proclamado doctor de la Iglesia por la aportación inmensa que ha realizado como investigador a la teología y que, lejos de ser caduca, tiene vocación de permanencia para las generaciones de católicos que vengan. Benedicto XVI es un astro que ha iluminado la Iglesia y sus enseñanzas nos seguirán iluminando. Además, su santidad puede ser refrendada, no solo por católicos de cierta edad, sino por los millones de jóvenes que han confirmado su fe a través de encuentros como la Jornada Mundial de la Juventud. No hay más que ver estos días de velatorio cuántos han venido.

¿Qué herencia deja a las Cruzadas de Santa María este Papa sabio?

Con ejemplaridad en la vida, nos hace un llamamiento permanente a la sencillez. Para Benedicto XVI a humildad es la verdad y eso entronca directamente con nuestro ser y hacer. Si queremos defender la verdad tenemos que defenderla con una gran humildad y una preparación a fondo, como la que él ha tenido a lo largo de toda su vida, así como una fidelidad discreta y honda. Los sacerdotes que están vinculados a nuestra fraternidad sacerdotal Tomás Morales también reconocen en él a un referente atemporal.

La nueva presencia en Alemania de las Cruzadas, ¿puede considerarse un legado vivo de Ratzinger?

Desde luego que sí. No solo por el sentido de nuestra misión allí, sino porque estamos constatando precisamente cómo sigue conquistando a tantas personas a través de sus enseñanzas. De hecho, son varios los autobuses que hemos fletado y que han entrado en estas últimas horas para honrar al que consideramos un Padre de la Iglesia.

Ha tratado de cerca a Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco. Hay quien les presenta como opuestos.

De ninguna manera son contraposición los unos de los otros, sino que tienen procedencias distintas, caracteres distintos, han vivido momentos distintos, pero esa diversidad en la unidad es la que enriquece la Iglesia. Por ejemplo, no se puede comparar a la ligera el largo pontificado de Juan Pablo II con el de Benedicto XVI, como si su pontificado más corto solo fuera la sombra de su predecesor. De la misma manera, Francisco no es un polo opuesto. De él admiro su arranque, su soltura y sus ganas de trabajar porque la Iglesia esté acorde con los tiempos.

Como mujer, ¿qué desafío les deja Benedicto XVI?

Ha refrendado lo que nosotras tenemos que aportar a la Iglesia y hemos de aportarlo de una manera discreta, no desde la reivindicación, sino empeñándonos a fondo en cultivar nuestro genio femenino para aportarlo a la Iglesia y al mundo.