Religión

El regalo de Reyes de Francisco a Benedicto XVI

El Papa le dedicó su homilía de la Epifanía, con palabras que pronunció justo hace 10 años en el mismo lugar

El Santo Padre besa una imagen del Niño Jesús, ayer, durante la misa
El Santo Padre besa una imagen del Niño Jesús, ayer, durante la misaAndrew MedichiniAgencia AP

Una sutil referencia que se convirtió en homenaje de pastor a pastor. Francisco quiso tener presente ayer a Benedicto XVI, tan solo un día después de su funeral y entierro, en el transcurso de la misa con motivo de la festividad de la Epifanía.

En una basílica de San Pedro repleta de fieles y acompañado de varios cardenales y obispos, el Papa argentino citó a Joseph Ratzinger en una homilía más que significativa, la que pronunció el pontífice alemán hace justo diez años en ese mismo lugar, el 6 de enero de 2013, la última misa del Día de Reyes que presidió como Obispo de Roma en activo.

Al referirse a los Magos de Oriente, Benedicto XVI dijo entonces que «su peregrinación exterior era expresión de su estar interiormente en camino, de la peregrinación interior de sus corazones». El pontífice actual se sirvió de esta reflexión del Papa teólogo para invitar a los presentes a invitar su propio viaje en el camino de la fe.

Así, Jorge Mario Bergoglio remarcó que «la fe, si permanece estática, no crece». En esta misma línea, defendió que «no podemos reducirla a una devoción personal o confinarla entre los muros de los templos, sino que es necesario manifestarla».

«No detengamos nuestro caminar cediendo a la apatía o a la comodidad; y rindámonos, encontrándonos con el Señor, al asombro de la adoración», expresó el Papa, que no dudó en plantear un particular examen de conciencia a los feligreses a modo de interrogatorio personal: «¿Dónde está la felicidad para mí? ¿Dónde está la vida plena a la que aspiro?».

Francisco hilvanó su meditación en la «inquietud de las preguntas» que provocó que Melchor, Gaspar y Baltasar se pusieran en camino para conocer al Salvador.

Y mientras esto sucedía dentro del templo, en los pasillos vaticanos no se vivió ayer una jornada de luto, sino más bien de desconcierto por el hecho de que el secretario general del Papa fallecido, Georg Gänswein, haya abierto algo más que la caja de los truenos para honrar a su jefe desparecido.

Y es que en estos días de velatorio y sepelio, el arzobispo germano ha multiplicado sus apariciones en prensa y televisión con un objetivo claro: atacar a Francisco. De hecho, mientras se procedía al entierro de Benedicto XVI en las grutas vaticanas, trascendían algunos extractos de una autobiografía en la que literalmente asegura haberse sentido «humillado» por Bergoglio.

Con el título «Nada más que la verdad, mi vida al lado de Benedicto XVI», se lanzará en Italia la semana que viene acusa al pontífice de convertirlo en un «prefecto reducido a la mitad». A finales de enero de 2020, Francisco le dio vacaciones indefinidas como prefecto de la Casa Pontificia.

Sin retirarle el cargo, le vació de sus funciones por haber manipulado a Ratzinger para que participara en un libro liderado por el cardenal Robert Sarah, que buscaba presionar a Francisco para que no aprobara una supuesta ordenación de hombres casados en la Amazonía, un extremo que, a la vista está, sucedió.

Tal y como relata un resentido Gänswein, Bergoglio le reunió para decirle: «De ahora en adelante, quédate en casa, acompaña a Benedicto, que te necesita». El secretario, enojado, se lo comunicó a Benedicto y en la autobiografía pone en su boca esta irónica respuesta: «Parece que el Papa Francisco ya no se fía de mí y quiere que seas mi guardián». Lamentablemente, el Papa no reinante ya no podrá confirmar o desmentir esta cita no comprobada.