La tumba puede ser visitada
Vendetta post mortem del escudero de Benedicto XVI
En sus memorias, el secretario del Papa emérito vulnera su deseo de destruir sus escritos privados y se ensaña con Francisco
A los pocos minutos de ser enterrado, trascendió que Benedicto XVI había solicitado que se destruyeran sin excepciones todos sus documentos privados tras su muerte. Da igual que fueran reflexiones teológicas o su correspondencia. Su secretario personal se ha saltado a la torera esta tarea encomendada. Así queda de manifiesto en las cartas firmadas por Benedicto XVI a Francisco que incluye en la autobiografía que se publicará este jueves y con la que Georg Gänswein rubrica una vendetta perfectamente organizada y que activó cuando el Papa emérito expiró en la mañana del 31 de diciembre. Lo ha podido confirmar LA RAZÓN, al acceder al libro titulado ‘Nada más que la verdad, mi vida al lado de Benedicto XVI’. Baste un ejemplo: Gänswein transcribe una misiva del 27 de septiembre de 2013, en la que Joseph Ratzinger le realiza unas observaciones a unas reflexiones de Jorge Mario Bergoglio sobre el aborto y la homosexualidad.
Lo cierto es que, con Ratzinger de cuerpo presente tanto en el velatorio privado como en la capilla ardiente multitudinaria de la basílica de San Pedro, Gänswein no ha parado de desfilar por prensa, radio y televisión. Sus apariciones ‘deluxe’ sin polígrafo continuaron ayer, cuando se abrió para visitar su tumba en las grutas vaticanas, donde se espera una afluencia media en estos días de unas 15.000 personas. El escudero sale a la palestra, no solo para honrar la memoria del pontífice fallecido, sino para atacar a Francisco. Al menos, ahora,a cara descubierta. Y es que, durante estos diez últimos años, el ‘George Clooney’ del Vaticano ha ejercido de amo de llaves de la residencia de Benedicto XVI. El resultado es que no pocos opositores a las reformas bergoglianas le han visitado y han distribuido sus fotografías con el Papa retirado como un trofeo, acompañándolas con alguna reseña en la que ponían en boca de Ratzinger cierto disgusto con el actual pontificado. El clímax de estos tejemanejes propios de un guionista de ‘prime time’ fue la publicación, a finales de enero de 2020, de un libro que Gänswein coordinó con el cardenal Robert Sarah y que vendieron a la opinión pública como una obra a cuatro manos con Benedicto XVI frente a lo que consideraban un intento inmediato de Francisco de aprobar la ordenación de hombres casados. Nada más salir a la venta, se destapó la trama por la que engañaron al Papa emérito que solo aportó unas reflexiones sobre el celibato sin saber su destino y uso. Sarah y Gänswein intentaron salir al paso, pero ya era tarde. El pontífice argentino había destapado la campaña y de inmediato le daba vacaciones indefinidas al secretario, manteniéndole en su cargo de prefecto de la Casa Pontificia responsable de la agenda papal y puente entre ambos.
Precisamente este episodio es el primero que ha salido a la luz en la autobiografía de Gänswein. Según el testimonio del secretario indiscreto, le reunió para decirle: «De ahora en adelante, quédate en casa, acompaña a Benedicto, que te necesita». !Parece que el Papa Francisco ya no se fía de mí y quiere que seas mi guardián», cuenta Georg poniéndolo en boca de Joseph Ratzinger en tono irónico. El secretario rememora su respuesta sarcástica: «Así es..., pero, ¿debo ser portero o carcelero?». Incluso reproduce el manuscrito de Francisco donde le releva definitivamente sus funciones: «Por el momento creo que es mejor mantener el status quo. Gracias por todo lo que haces por el Papa Benedicto: que nada le falte».
Los dardos al Papa actual son continuos, como a otros curiales como los ex secretarios de Estado Angelo Sodano y Tarcisio Bertone. Pero, hasta tal punto retuerce la figura de Francisco que, le echa en cara no haberle dejado habitar una casa dentro del Vaticano que le correspondería como prefecto, un apartamento, tampoco tendría sentido que habitara, en tanto que tenía como principal encargo el cuidado personal de Benedicto.
Con el libro circulando ya de manera informal por el Vaticano, este diario ha confirmado cómo en la Curia, cada una de estas salidas de tono de Ratzinger no solo ha caído como un jarro de agua fría, sino como la vulneración de un principio básico en cualquier organización, más allá de considerarlo un pecado : la confidencialidad. Y el respeto a la última voluntad de un fallecido que ya no puede defenderse.
«Si lloran, dadles el pecho con libertad»
Francisco destacó ayer la importancia del bautismo, un sacramento que debe ser celebrado «como un nuevo cumpleaños» porque supone el «renacer a la vida cristiana», durante la misa en la que bautizó a 13 niñas y niños, hijos de trabajadores del Vaticano. Desde la Capilla Sixtina, bajo los frescos de Miguel Angel. Como si se tratara de un párroco, les dijo a las madres: «Si lloran de hambre dadles el pecho con libertad, lo importante es que hoy sea una fiesta».
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