Día Mundial de Lucha contra la Depresión
La ansiedad: una encrucijada emocional, cognitiva y física
La Organización Mundial de la Salud define la salud y el bienestar como un estado de plenitud en lo físico, lo mental, y lo social, y no sólo como la ausencia de enfermedad e incapacidad. En los últimos años, sobre todo desde el inicio de la pandemia, han aumentado los trastornos de ansiedad y depresión. En este sentido, el Informe Mundial sobre Salud Mental de la OMS de 2022 arroja unos de datos de crecimiento de la ansiedad de más del 25% durante el primer año de la pandemia.
La ansiedad, angustia o aflicción es una respuesta no adaptativa que se origina ante la percepción de un peligro o amenaza que, no genera valor, daña la salud e implica comportamientos poco adecuados o desajustados. La ansiedad y la depresión son dos fenómenos complejos que cuesta diferenciar, que suelen darse juntos y que afectan al plano emocional, cognitivo y físico.
Los segmentos de la población más sensibles son aquellos que no tienen recursos emocionales para gestionar las situaciones de la vida, las personas que sufren aislamiento social y no disfrutan de relaciones humanas de calidad y calidez, así como las que no encuentran un propósito de vida y carecen de objetivos personales que le den un sentido a su existencia.
El número de casos de ansiedad en adolescentes y en personas de la tercera edad se está incrementando. De hecho, uno de cada tres adolescentes presenta problemas de ansiedad según el Instituto Nacional de Salud. Entre las causas más comunes se hallan la inseguridad ante un mundo en constante crisis, la desesperanza por el futuro, la falta de tolerancia a la frustración, la carencia de referentes, la construcción de relaciones superficiales a través de la tecnología, en detrimento de la comunicación cara a cara, así como una idea falsa de que el éxito en la vida es sinónimo de popularidad en las redes, lo que afecta a la autoestima.
La ansiedad en personas de la tercera edad se manifiesta en un estado anímico bajo que impide llevar una vida cotidiana activa. La sensación de cansancio, la apatía, la tristeza y el abatimiento empobrecen la calidad de vida de este segmento de población y el de las personas de su entorno.
Como recomendación, se hace necesario reflexionar acerca de la importancia de la salud mental y considerar la visita a los profesionales de esta área ante el menor indicio de problema, ya que sólo un tercio de las personas que manifiestan trastornos depresivos recibe los cuidados adecuados. Además, la detección de los síntomas de forma temprana en la población de la tercera edad es clave para prevenir la aparición de cuadros de ansiedad que compliquen la vida de las personas mayores.
Nuestro mundo interno es un complejo entramado de emociones, sentimientos, pensamientos y acciones, que se enlazan formando encrucijadas que hay que gestionar. Todos podemos fortalecer de forma intencionada, consciente y deliberada nuestra capacidad para experimentar y maximizar lo positivo, actuando como escudo protector contra la ansiedad y la depresión.
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