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Alex Rovira: «La alegría puede venir de un café amargo»

Invita en su libro «Alegría» a descubrir la felicidad en las pequeñas cosas y asegura que existe un gozo en la tristeza «que se llama melancolía».

Alex Rovira: «La alegría puede venir de un café amargo»
Alex Rovira: «La alegría puede venir de un café amargo»larazon

Invita en su libro «Alegría» a descubrir la felicidad en las pequeñas cosas y asegura que existe un gozo en la tristeza «que se llama melancolía».

Responde a los emails casi al instante «por respeto» y porque no le gusta dejar nada para otro día. Asegura que mientras viva seguirá «aprendiendo a vivir». En su libro «Alegría» (Zenith) es crito junto con Frances Miralles, invita a disfrutar de las pequeñas alegrías de la vida mientras se espera la felicidad.

–Si la alegría fuera un café, ¿tendría mucha azúcar?

–No necesariamente. Sería del gusto de quien lo toma. Paradójicamente, la alegría puede venir de un café amargo. Muchas veces se dice que lo contrario de la alegría es la tristeza, pero tú puedes estar dando el pésame a una persona y en esa tristeza compartida y en ese abrazo hay alegría. La potencia de la alegría es que es omnipresente, pero la obviamos.

–¿Haría falta un gimnasio para entrenarla?

–Exacto. Igual que la inteligencia se cultiva en la reflexión, las emociones también pueden trabajarse, y por lo tanto hay una alfabetización emocional que no solo pasa por la lectura y la compresión de lo que es ese estado de ánimo, sino ,sobre todo, por el ejercicio activo. El libro nació por la constatación de que a lo largo de los años muy pocos filósofos habían hablado de la alegría y sí de la ira, la tristeza...

–¿Cómo le dice a alguien que está pasando por un mal momento que esté alegre?

–La alegría es un secreto abierto y no hay que banalizar. Cuando hay dolor físico y emocional no puede haber alegría ni felicidad. Pero a lo mejor sentándote con esa persona y sintiéndote escuchada emerge la alegría. Si alguien lo está pasando mal, dedicarle un espacio de mi acompañamiento, aunque sea con mi silencio, con una presencia no invasiva, puede provocar la emergencia de la alegría.

–En su obra escribe muchas cartas... ¿espera respuesta?

–Es un truco que ya utilicé en su día con «La brújula interior». En el fondo, lo que pretende el recurso de la carta, que va dirigida a alguien que no voy a desvelar porque figura al final, obedece a intentar emular el principio de reflexión.

–¿Por qué los niños son más alegres?

–Porque no están estropeados por el ego ni por el aspecto mental.

–Menciona la naturaleza, los animales. ¿Son más entusiastas que las personas?

–Yo convivo con seis perros en casa. Vivo en el campo y hace años recupero física y emocionalmente a perros aband0onados y luego les busco un hogar. En el fondo no es tanto la alegría como el amor, esa es la gran medicina. Y cuando el amor se instala, uno de los ingredientes es la alegría y el contacto con la naturaleza, con lo esencial, con lo no artificial. Se trata de crear circunstancias, y este libro pretende crear esas circunstancias para la alegría.

–¿Es muy difícil?

–No, es tan fácil como detenerse y hacer el ejercicio de la gratitud. Pero no nos detenemos en eso; por eso hablamos de la «rana hervida» y del «esfuerzo invertido». Perdemos el eje y entramos en una inercia absurda. La invitación a la alegría es: «Detente, echa un vistazo a esos secretos abiertos que están ahí.»

–Decía Carl Jung: «La vida no vivida es una enfermedad de la que se puede morir». ¿Lo ve así?

–Es una de mis tres frases favoritas. Hay mucha gente que se encierra en casa cada día y se olvida de vivir.

–¿Eso es un antecedente de la depresión?

–Es muy probable. O simplemente que hay un gozo en la tristeza que se llama melancolía. Dicen «cuidado con la tristeza, es un vicio». Pues el veneno está en la dosis. Lo que está claro es que la alegría da poder a la vida. Si hay algo que me fascina de la alegría es su simplicidad. En un beso sincero, en un abrazo, en el perro que te viene a saludar, en lo pequeño, en lo humilde...

–¿Hay muchas alegrías fingidas?

–Claro, la impostura está en todas las emociones.

–¿Habría un detector?

–Por su puesto, las simetrías de la sonrisa, por ejemplo. Si eres una persona con cierta sensibilidad e intuición, en el tono energético lo sientes y lo sabes.

–Dice en el libro: «Cuando criticamos, nos confesamos».

–Decía Baltasar Gracián: «Quien critica, se confiesa». Obviamente, me refiero a que cuando estás hablando del otro estás hablando de ti mismo y aquello que detestas del otro es lo que llevas en ti y no aceptas ver.

–¿La falta de tiempo nos ha robado alegría?

–Sin duda, sí. ¿Pero, realmente, vamos tan escasos de tiempo? Si eso es importante, el tiempo lo encuentras si hay voluntad. Mientras viva sigo aprendiendo a vivir.

–¿Qué le preguntaría Alex Rovira a Alex Rovira?

–Me hago las preguntas que tengo que hacer cuando surge el problema a resolver. Soy más de voy a llamar a papá y mamá para ver cómo están del cáncer, voy a llamar a mi amigo para ver cómo está de la depre...

–¿Cómo consigue remontarla?

–A Jose Luis Sampedro le preguntaron: ¿para qué vive? Y él decía: «Para comprender y no estorbar»; ése es mi lema. Entonces, ¿me necesitas para algo? Si no hay respuesta entonces no marees. Si es un sí, me organizo. Mi hija nació con una cardiopatía grave, estuvimos tres años en un proceso muy complicado, me hizo tres paradas cardiorespiratorias;Se moría en mis brazos. Todo el mundo sabe que se tiene que ir pero casi nadie se lo cree. Cuando tu hija se va a morir en tus brazos no te puedo explicar lo que es. Algo se rompió y surgió esa grieta en la que desde ese momento vivo la vida... Soy muy resolutivo. María tiene 12 años, está preciosa y es una niña increíble.