Anticonceptivos

Aquí no se venden preservativos

Javier Cuesta tomó las riendas de su farmacia hace dos años. Antes, trabajó en un laboratorio
Javier Cuesta tomó las riendas de su farmacia hace dos años. Antes, trabajó en un laboratoriolarazon

En la botica de Javier Cuesta no dispensan la píldora del día después, pero tampoco venden preservativos.

Javier Cuesta sólo lleva dos años al frente de la farmacia que hasta hace dos años regentaba su padre, que a lo largo de 40 ha dispensando medicamentos al barrio madrileño de La Fortuna, en Leganés. Hasta que el pasado martes se conociera la sentencia del Tribunal Constitucional que avala la objeción de conciencia a la venta de la píldora del día después, Javier no se había planteado su estatus de objetor. Es más, ni se había informado de los derechos que tiene a este respecto. «El lunes me acercaré al Colegio de Farmacéuticos de Madrid para enterarme y presentarme como objetor», explica.

Y es que, a pesar de que la zona en la que vive «es marginal», a penas ha tenido problemas con los vecinos que le han pedido la pastilla o una caja de preservativos porque Javier tampoco vende este anticonceptivo. «Estos productos no son terapéuticos, no sirven para sanar sino para evitar el embarazo». Y es que el profesional insiste en que él no va contra la sociedad, «lo mío no es un pensamiento minoritario», puntualiza, sino que trabaja en conciencia no sólo con sus ideas sino con lo que le inculcaron en la Facultad de Farmacia. «Tengo una concepción de la medicina en línea con el juramento de Hipócrates, de lo que se entiende por una intervención sanadora». A este respecto explica por qué se opone a vender tanto la píldora del día después como los preservativos: «El aborto no es terapéutico, la concepción no es algo contra lo que deba medicarse; es algo que no se integra en la ley natural, no es ecológico». Y añade: «Y yo me considero ecologista». Javier considera que su posición no es exclusivamente contra estos dos productos y pone un ejemplo: «¿Qué debería hacer si me piden una cápsula para quedarse sordo? Si la hubiera, tampoco la dispensaría. Por esto mismo, no tiene sentido medicarse contra la vida como si fuera un tumor». El profesional considera que se deben dispensar los medicamentos «siendo conscientes de que el balance beneficio-riesgo puede que no sea positivo en un caso particular. ¿No tendría la obligación de cuestionarlo por objeción de conciencia?», se autopregunta.

La sentencia del Alto Tribunal protege a todos los profesionales de farmacia cuyas ideas vayan en contra de la venta de la píldora del día después, un fármaco que se puede obtener sin prescripción médica desde 2009, cuando la ministra socialista Trinidad Jiménez permitió su libre dispensación. En los estantes de la farmacia Fortuna nunca se ha colocado ninguna de las tres marcas que existen –Postenor, Norlevo y Ellaone–. Es más, Javier no sabe ni cuánto cuesta. «20 euros», le decimos. Reconoce que alguna vez se le ha planteado algún que otro problema, aunque han sido pocos, y casi todos por la noche, durante alguna guardia. «Cada mes y medio nos toca abrir 24 horas y sí que se acercan una o dos personas pidiendo la píldora del día después o una caja de preservativos. La mayoría son menores de edad, lo hacen sin prescripción médica y siempre por la noche, de madrugada. Después, ya sabes...». Lo deja ahí. Cuando le piden alguno de los dos productos, el boticario siempre responde con lo mismo: «No trabajo esos productos». No le dan pie a que les pueda argumentar su decisión, «y me gustaría hacerlo porque creo que muchos de los que vienen necesitarían algún que otro consejo sobre salud sexual». Ante la negativa, ellos no reaccionan de forma muy violenta. «Se enfadan, no lo entienden, pero no llegan a los insultos. No les molesta tanto que no tenga preservativos, como que no les venda la píldora porque los que me la piden vienen mucho más angustiados».

Tanto Javier como miembros de la plataforma Andoc (Asociación Nacional en Defensa de la Objeción de Conciencia) explican su rechazo a la venta de preservativos por la facilidad para adquirir este producto en cualquier otro local. «Los puedes comprar en el supermercado», explica el boticario, o en los bares y discotecas. Aún así, la sentencia que dictó el Constitucional esta semana apoya la objeción de conciencia a la hora de vender la píldora del día después, pero no contempla la misma protección con el preservativo. El Pleno rechazó otorgar el amparo en relación con la negativa del demandante a despachar preservativos, pues en ese supuesto no existe «ningún conflicto de conciencia con relevancia constitucional». Creen que no se vulnera la libertad ideológica y religiosa, que la Constitución reconoce en su artículo 16.1. «No entiendo esta decisión», afirma tajante, «no se puede apoyar una objeción de conciencia restrictiva. Eso hace que vayamos todos hacia el pensamiento único en lugar de hacia la pluralidad. El rechazo a la objeción de conciencia es la base de los autoritarismo. Por eso, las sociedades más progresistas apoyan la objeción». Y es que Javier insiste en que su decisión «no significa que vote a un partido político concreto. Es más, me considero apolítico y no siempre he votado a los mismos. Tampoco es una cuestión de religión, sino que es una opción personal, de conciencia».

«Obligar a que tengamos preservativos en nuestras farmacias es una exageración, mientras que hay otros medicamentos y productos sanitarios que son mucho más necesarios y urgentes y que no están incluidos en la relación legalmente establecida para que los tengamos en la farmacia». Y es que sólo existe un medicamento, para el dolor, que es obligatorio que tengan en todas las boticas.

Varios estudios, en los que se basa la decisión de Javier, apuntan a que la píldora poscoital es abortiva «por su mecanismo de acción que evita la anidación del embrión ya formado en la pared del útero», explica el profesional. ¿Se puede hacer una excepción a la hora de dispensar estos dos productos? «No entiendo ninguna razón para eliminar deliberadamente una vida humana con un abortivo o cualquier otro método», responde el propietario de la farmacia Fortuna. En lo que respecta al preservativo, Javier considera que utilizarlo es «una decisión egoísta, que empobrece la relación de pareja, aunque es una decisión libre». El boticario estima que el problema no está en la no dispensación de este producto sino en «la promoción que se da de estos productos en los colegios donde se busca generalizarlos, en lugar de fomentar la educación sexual y afectiva desde pequeños».