
El gran apagón
De comer, bocata, y para pagar, en efectivo
Ha habido ciudadanos que se han quedado encerrados en ascensores, comercios que han echado el cierre o personas sin movilidad que no han podido subir a su vivienda.

Hoy en muchos hogares españoles toca comer bocata, esta es una de las consecuencias menos graves que se están viviendo en Madrid, donde ha habido ciudadanos que se han quedado encerrados en ascensores, comercios que han echado el cierre o personas sin movilidad que no han podido subir a su vivienda.
"Me voy a la gasolinera a comprar pan, por lo menos les haré un bocata a mis hijos", dice un vecino de la Avenida de Burgos al portero de su vivienda mientras se dirige a este negocio que hoy sólo vende lo que tiene en su tienda, siempre que se pague en efectivo, porque no se puede repostar combustible.
Ésta es una de las situaciones que hoy se viven en las calles de Madrid, en cualquiera de sus 21 distritos, como en el de Latina, en plena Plaza de Cascorro, donde el farmacéutico ha decidido continuar abierto para atender emergencias como, según ha contado a EFE, la de dispensar insulina o vacunas.
Y, como tampoco le funciona el sistema del Servicio Madrileño de Salud, tras cobrar en efectivo apunta en una hoja los datos del paciente.
En este mismo emplazamiento, los bares con terrazas sobrellevan esta situación gracias a los platos que no necesitan el 'chup chup', como son ensaladas o, en el mejor de los casos, platos hechos en la brasa, como le sucede al restaurante La barca del patio.
En el distrito Centro, el frutero de la calle San Cayetano tampoco ha cerrado, pero pregunta a todos los clientes que entran si llevan efectivo porque por lo demás hoy su negocio puede seguir funcionando porque la báscula que tiene funciona con batería externa.
Y es que, como dice una joven que hace cola para comprar, en un día como hoy es "fundamental" tener dinero en efectivo.
Las colas también se han visto en un comercio de decomisos de la calle Toledo, donde han tenido un pico de ventas de radios, pilas y linternas.
"No tenemos internet y no sabemos nada, queremos enterarnos de las noticias", ha dicho una señora mientras que otro compañero de cola ha exclamado: "me morí de risa con lo del kit de supervivencia y ahora lo necesito".
Mientras tanto, en el interior del comercio sin luz, dependientes de otras tiendas han acudido a ayudar al encargado de este local, que no da a basto cobrando, comprobando que las radios funcionan y que las linternas daban luz.
Dada la hora a la que se ha caído la red eléctrica, también han sido muchos padres y madres los que han tenido que dar de comer a sus hijos un bocata improvisado a su salida del colegio. Un momento en el que se han vivido agolpamientos de escolares ante la urgencia de salir del centro educativo, como ha sucedido en el instituto San Isidro.
"Al principio pensé que era un mini apagón. Seguimos dando clase, pero luego nos han llevado a un salón y ya no hemos hecho nada", ha contado uno de estos menores.
Pero sin duda los mayores y personas con discapacidad han sido los que más están sufriendo las consecuencias del apagón, porque si bien muchos han podido subir escalón a escalón a sus casas, otros están aún esperando que los ascensores vuelvan a funcionar para entrar o salir de su vivienda.
Eso si a la hora crítica no estaban subiendo en ascensor, como le ha sucedido a otros madrileños durante este día en el que Madrid ha vivido algo que sólo habíamos visto en la televisión o el cine, informa Efe.
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