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¿Cuál es el secreto del éxito de la dieta mediterránea? 10 motivos para incluirla en tu estilo de vida
Va más allá de sólo una lista de alimentos que consumir: incluye hacer deporte y algunas costumbres respetuosas con el medio ambiente
Numerosos estudios han demostrado que seguir una dieta mediterránea beneficia la salud. Se reduce hasta un 30 por ciento la posibilidad de sufrir enfermedades cardiovasculares: bajan los niveles de colesterol y previene la hipertensión y el infarto. También se reduce el riesgo de padecer diversos tipos de cáncer. Aumenta la esperanza de vida, pero también la calidad de vida. Es por ello que cada vez más personas están decididas a seguir un estilo de vida saludable relacionado con la dieta mediterránea.
"La dieta mediterránea es mucho más que una forma de alimentarse: comparándola con los platos o las pirámides alimentarias de los cinco continentes, se ha observado como las pautas de la dieta mediterránea son las únicas que incorporan recomendaciones alimentarias claras y hacen alusión a la actividad física, a los factores socioculturales y económicos y al medio ambiente", explica Anna Bach, nutricionista y directora del máster universitario de Nutrición y Salud de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
En este sentido, destacan la preferencia por los alimentos de temporada, frescos y poco procesados; el descanso adecuado durante el día (siesta) y la noche; la moderación de las porciones, y la socialización en las comidas, que se ha demostrado que reduce la obesidad y favorece la salud en la adolescencia.
Más allá de ser reconocida como patrimonio inmaterial de la humanidad por la UNESCO, a lo largo de los años se ha comprobado que la dieta mediterránea tiene numerosos beneficios para la salud de las personas, gracias al alto contenido en aceite de oliva y grasas cardiosaludables, así como por su composición global. Bach, profesora de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC, remarca diez beneficios de esta dieta:
1. Mejora la esperanza de vida. Reduce en un 9 % la mortalidad y el riesgo de mortalidad en personas con sobrepeso u obesidad.
2. Disminuye el envejecimiento prematuro de las células. La capacidad antioxidante de la dieta mediterránea puede ayudar a combatir el estrés celular y a conservar la longitud de los telómeros.
3. Puede prevenir las enfermedades cardiovasculares. Gracias a la baja composición en grasas saturadas y al elevado contenido en grasas saludables, como el aceite de oliva.
4. Reduce la obesidad y el síndrome metabólico en personas sanas o en riesgo. La dieta mediterránea contribuye a rebajar los niveles de colesterol y triglicéridos en la sangre.
5. Tiene un efecto protector contra las enfermedades asociadas a la edad. Como las patologías neurodegenerativas y el deterioro cognitivo.
6. Disminuye la incidencia de diabetes tipo 2. Una alimentación rica en hidratos de carbono y aceite de oliva hace que los niveles de glucosa de nuestro cuerpo se regulen.
7. Es beneficiosa para el sistema inmunitario. Por sus micronutrientes, como las vitaminas (D, B, C), los minerales (selenio, magnesio) y el omega-3 del pescado.
8. Mejora la salud de los huesos. Tiene un papel clave en el mantenimiento de la masa ósea y la prevención de fracturas óseas.
9. Favorece el bienestar físico. Consumir alimentos de base vegetal de temporada, frescos y poco procesados y hacer ejercicio físico contribuye a un estilo de vida saludable.
10. Ayuda a mantener equilibrada la microbiota intestinal. Gracias al alto contenido en fibra de los alimentos y la presencia de probióticos naturales.
Sostenibilidad alimentaria
La dieta mediterránea, además de ser beneficiosa para la salud de las personas, es un patrón dietético sostenible con importantes ventajas socioculturales, económicas y ambientales. "Se ha demostrado que seguir la dieta mediterránea puede ser un elemento estratégico para combatir el cambio climático: en el contexto español, puede facilitar una reducción de hasta un 72 % de los gases de efecto invernadero, un 58 % del uso del suelo, un 52 % del consumo de energía y un 33 % del consumo de agua", explica la experta de la UOC. Hay que tener en cuenta que en la región mediterránea es cada vez más escasa el agua y que el sistema alimentario es el principal motor del uso de este recurso natural. La disponibilidad de agua es relevante en la cuenca mediterránea, y más teniendo en cuenta el aumento de la demanda para la agricultura y el proceso de desertificación. "Ante este contexto, la dieta mediterránea se convierte en una pieza clave para afrontar once de los diecisiete objetivos de desarrollo sostenible (ODS) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU)", dice Bach.
Desgraciadamente, cada vez hay más evidencia de que las poblaciones mediterráneas están abandonando sus hábitos alimentarios tradicionales a causa de la globalización de la producción y el consumo de alimentos. "Se ha constatado que la sustitución de la fruta, la verdura y los cereales integrales por productos procesados y con un elevado contenido de azúcares simples se relaciona con un mayor desarrollo de enfermedades crónicas y cardiovasculares", señala. "Por este motivo, es imprescindible recuperar y preservar la dieta mediterránea para garantizar la buena salud de la población y del planeta. No solo se trata de recuperar nuestras tradiciones, como los platos de cuchara típicos de la dieta mediterránea, sino también de cambiar y adaptar nuestros estilos de vida al contexto actual, con el fin de asegurar la sostenibilidad alimentaria y dejar el planeta en condiciones óptimas para las futuras generaciones", concluye la experta de la UOC.
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