Investigación
Desarrollan una nueva familia de medicamentos para tratar el alzhéimer y el dolor
Descubiertos por científicos españoles, modulan una diana terapéutica muy poco estudiada, los receptores imidazólicos I2, que se encuentran alterados en muchas enfermedades sin tratamiento
El alzheimer es una de las enfermedades en las que más veces se ha creído estar cerca de encontrar una cura, y más veces los resultados han sido fallidos.
El último ejemplo es el del lecanemab, una novedosa terapia aprobada por la Agencia del Medicamento de EE UU (FDA, por sus siglas en inglés) en 2023- y por la europea (EMA) en agosto de 2024- que, según ensayos clínicos, había demostrado ralentizar ligeramente la progresión de la enfermedad. Aunque fue recibida con entusiasmo por la mayor parte de la comunidad científica internacional, ya que representaba el primer medicamento de este tipo capaz de influir en la enfermedad, durante los ensayos clínicos surgieron efectos secundarios (inflamación y hemorragia cerebral) que han generado dudas entre algunos pacientes y médicos sobre el tratamiento.
Aunque lecanemab es una de las pocas moléculas que ha resistido dignamente el paso de los resultados de fases preclínicas a ensayos en humanos, la investigación básica sigue siendo parte de la clave para dar con la familia de fármacos que consiga frenar el deterioro que produce la enfermedad.
En esta línea, resultan alentadores los resultados de un estudio en animales publicado en la revista Journal of Medicinal Chemistry que presenta un nuevo grupo de compuestos como potenciales candidatos para el tratamiento del alzhéimer y del dolor.
Investigadores de la Universidad de Barcelona han liderado un equipo multidisciplinar que ha diseñado, sintetizado y validado farmacológicamente estas moléculas que modulan una diana terapéutica muy poco estudiada, los receptores imidazólicos I2, los cuales se encuentran alterados en numerosas enfermedades que no tienen tratamientos farmacológicos efectivos. Según los investigadores, el nuevo compuesto tiene las "características necesarias para progresar en fases preclínicas y poder situarse como un potencial fármaco antialzhéimer o un analgésico con un mecanismo de acción novedoso", según recoge Ep.
Los receptores imidazólicos I2 se localizan en diferentes órganos y se ha demostrado que participan en múltiples procesos fisiológicos (como la analgesia, la inflamación o los desórdenes del sistema nervioso, entre otros). De hecho, sus niveles se encuentran alterados en enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer y el Parkinson, y su modulación ha mostrado tener impacto en el dolor, por lo que estos receptores se han identificado como potenciales dianas farmacológicas.
Estos compuestos candidatos han sido evaluados en estudios preliminares en modelos animales tanto de enfermedad neurodegenerativa como contra el dolor, en los que han demostrado ser muy eficientes y no tener efectos tóxicos.
"Un modelo murino de alzhéimer tratado con uno de los nuevos compuestos seleccionados ha mostrado una mejora cognitiva y de los marcadores bioquímicos de la enfermedad", ha explicado la catedrática de la Facultad de Farmacia y Ciencias de la Alimentación y miembro del Instituto de Biomedicina de la UB (IBUB), Carmen Escolano, que ha coordinado el estudio. "Este compuesto también ha mostrado propiedades analgésicas en un modelo murino de dolor, sin efectos secundarios a nivel motor", ha indicado.
Novedoso pero conocido
Se trata de moléculas que son estructuralmente diferentes a las utilizadas hasta el momento para interaccionar con estos receptores, que tienen un mecanismo de acción novedoso pero ya probado en estudios previos, lo cual supone una ventaja para su futuro desarrollo.
"Describir mecanismos de acción novedosos permite la propuesta de nuevas moléculas que, después de sufrir procesos de mejora, se pueden convertir, tras años de investigación, en nuevos fármacos para curar enfermedades que necesitan alternativas terapéuticas", ha destacado Escolano.
En este sentido, los investigadores ya trabajan en la caracterización completa de los receptores imidazólicos I2 para poder modularlos de una manera "muy eficaz y selectiva, lo que abrirá el campo al desarrollo de nuevas moléculas para diferentes indicaciones terapéuticas", concluye la investigadora.