Entrevista
«Dogma son pocas cosas, hay que aprender a dialogar con el mundo»
José María Rodríguez Olaizola, secretario de Comunicación de los jesuitas en España, lanza «Bailar con el tiempo», donde reivindica una madurez interior frente al síndrome de Peter Pan
A José María Rodríguez Olaizola (Oviedo, 1970) no se le da mal bailar. Al menos eso dice. Para comprobarlo, habría que escaparse a alguna celebración familiar. Porque más allá de eso, este jesuita prefiere animar al personal a danzar en otros parámetros. Si hace tres años lanzó a la pista editorial «Bailar con la soledad» (Sal Terrae) y rompió los techos de venta de libros de espiritualidad en España, ahora sigue al compás de «Bailar con el tiempo». Promete rematar su trilogía «bailando con Dios». Cuenta con plácet del Papa, que hace poco le envío un mensaje manuscrito: «Muchos te dirán que eres un poco temerario por decir que bailamos con Dios, pero no dejes de bailar…».
¿Qué es lo que no vamos a encontrar en «Bailar con el tiempo»?
Promesas para una vida fácil ni promesas imposibles que llevan a pensar que puedes conseguirlo todo. No se van a encontrar promesas resultonas ni discursos de una alegría sin raíz. Es una propuesta para tomarse la vida en serio.
¿No es un recetario de Thermomix para ser feliz?
Ni mucho menos. En el libro invito a tomar las riendas de nuestra vida. Tiempo no es solo pasar el tiempo, sino que nosotros también podemos hacer que este tiempo pase.
Proliferan los «coach» que motivan a sus clientes para que se crean todopoderosos. Usted, en cambio, se rebela contra el «Síndrome de Peter Pan», arremete contra la absolutización de la juventud y reivindica hacerse adulto de verdad...
Esos «coach» te susurran al oído que no hay nada que se te resista si te empeñas lo suficientes. Es muy peligroso. Tenemos que aprender que puedes luchar por cosas con todas tus fuerzas y fracasar. La vida es muy compleja y dura, pero mucho más bonita que un marco de Instagram. Hace un poco una amiga me daba un eco tras leer el libro: las redes sociales ocultan el dolor. Todo ese mucho de la autoayuda y de los coach en el fondo promete acabar con el sufrimiento sin más, cuando forma parte de la vida. Mi propuesta pasa por asumirlas, comprenderlas, abrazarlas y saber que son parte del camino. Por otro lado, no demonizo la juventud. Hay que valorar a los jóvenes aunque tú no lo seas, pero lo llamativo es esta especie de idolatría de lo joven. En redes sociales vemos esa estética que busca aparentar unos años menos, el miedo a que determinadas opciones implique cerrarte puertas, el temor a las ataduras que implica dejar caminos atrás, a no implicarse para que nada te haga herida…
No mojarse es un modo de supervivencia que funciona…
En la vida hay que tener cierta estrategia y no meterse en todos los charcos, o al menos en un momento concreto. Hay que saber medir los tiempos. Por ejemplo, en redes sociales, donde soy muy activo, hay una manera errada de mojarte que da munición a planteamientos que son destructivos. El camino no es la polémica, porque provoca alineamientos maniqueos a favor y en contra. Los «haters» te odian y otros te encumbran como un héroe, pero al final te acabas quemando. Viendo la vida como una línea sostenida en el tiempo es más fácil saber cuándo puedes ofrecer determinados mensajes o abordar determinados conflictos.
También alerta en su obra del infantilismo católico…
Esta sociedad líquida emerge a la par que se acaba con los discursos sólidos como la moral, la ética, la religión o la familia. Así, emergen propuestas religiosas basadas en experiencias afables, pero con falta de elementos firmes. Esta falta de referencias puede ir al extremo de una fe sentimental donde todo es relativo, pero también al extremo del dogmatismo, donde todo es inamovible. Dogma son pocas cosas y hay que aprender a dialogar con la complejidad del mundo de hoy para ver cómo la verdad los ilumina.
¿Le diría al Papa jesuita que frene en sus reformas para esquivar las críticas que sufre?
Me siento muy identificado con la valentía con la que el Papa invita a mirar cara a cara a los problemas de nuestro tiempo. Lo que nos está pidiendo como Iglesia es que busquemos juntos respuestas, atendiendo a la complejidad de nuestro mundo. Esta es la propuesta de este Sínodo de la Sinodalidad que ahora afrontamos, pero es lo que ha planteado antes para los jóvenes, para las familias, el medio ambiente…
¿Le va a faltar tiempo a Francisco para cumplir sus planes?
Lo que está haciendo es sembrar, y lo creo de verdad. De la misma manera, que Benedicto XVI sembró mucho de lo que ahora vemos fructificar, Francisco está preparando el terreno. Las reformas que intuía el cónclave que le eligió no se hacen de la noche a la mañana, no se venden en Twitter, son de calado. Para mucha gente a quienes la inmediatez y el cortoplacismo es lo único que vale, les parece insuficiente. El Papa es consciente de que la Iglesia es mucho más que él, que seguirá más allá de él y que el Espíritu Santo seguirá soplando. Él siembra y ya crecerá lo que tenga que crecer.
Responsable de Comunicación de la Compañía de Jesús en España, ¿cómo ha vivido la crisis de los abusos del jesuita genio de los mosaicos, Marko Rupnik?
Aunque no le he conocido personalmente, es un disgusto enorme, porque de golpe te encuentras con un mazazo sobre alguien a quien admiras por su arte. A esto se añade la constante pregunta: ¿Podemos como institución haberlo hecho mejor, haberlo comunicado mejor, haber respondido mejor a las víctimas? Una y otra vez la respuesta es sí, aunque vayamos aprendiendo. Ahora lo hacemos mejor que antes, pero espero que mañana lo hagamos todavía mejor porque hay muchas cosas que mejorar. Estamos constatando cómo además genera un desgaste muy fuerte en las comunidades, en Iglesia, en los profesionales de la comunicación… Al final todo eso se queda en un segundo plano, porque si piensas en las víctimas y su sufrimiento, es tremendo. En la respuesta a las víctimas hay muchas lagunas, no sabemos acercarnos a ellas.
Muchas madres de delincuentes, en un primer momento, niegan el delito de su hijo. ¿La Iglesia está todavía en esa fase?
En el pasado sí se ha dado esa negación y ha habido encubrimientos. Ahora, si alguien todavía no se ha caído del guindo de que estas cosas pasan, y que pasan más de lo que pensamos, es estar desconectados de la realidad y de la verdad.
¿Cómo ha vivido la persecución de los jesuitas en Nicaragua? ¿Hasta dónde llegará Ortega?
No sé hasta dónde, dependerá de la presión internacional. Que un régimen así de alguna manera ataque a la Compañía de Jesús como estandarte, no el único, de la defensa de la libertad y de la dignidad, por ser capaz de plantar cara, es más motivo de orgullo que de pena. Así como las noticias de abusos te descorazonan y te minan la moral, estas noticias, siendo alarmantes, te reafirman en tu vocación y en tu misión. Por esto entré yo en la Compañía, para servir a la justicia y a la verdad que nacen de la fe. Me alegro de estar del lado de las víctimas y no de los verdugos.
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