Sucesos

El falso padre «perfecto»

Manuel ha cambiado su imagen para simular más aseo e intelectualidad
Manuel ha cambiado su imagen para simular más aseo e intelectualidadlarazon

El padre de Jaén que secuestró a sus hijos y en huelga de hambre para que se los devuelvan tiene un largo historial delictivo

En los últimos diez días, la vida de Manuel, de 47 años, se ha convertido en un tiovivo: ha sido detenido por la desaparición de sus tres hijos de 2, 5 y 7 años en La Carolina (Jaén); ha ingresado en prisión; tras la liberación de los pequeños por la Guardia Civil, salió de la cárcel con cargos; le han prohibido acercarse a los menores; y ahora anuncia que a partir de mañana comienza una huelga de hambre para reclamar que le devuelvan la custodia de sus «soles». Sabedor de que la imagen vende y cuenta mucho y de que los medios de comunicación habían posado sus objetivos sobre él, ha cambiado las camisetas por el traje y la corbata, se ha afeitado la cabeza y la barba para simular más aseo, incluso, se ha colgado del cuello unas gafas de ver que le otorgan apariencia de intelectualidad. Pero, ¿qué ocurre si se rasca debajo de esa estudiada nueva imagen?, ¿es Manuel un buen ejemplo para sus hijos? LA RAZÓN ha podido conocer cada detalle de su pasado delincuencial. Abruma.

Su mujer, Vanessa, lo conoció hace más de una década, a principios del arranque del nuevo siglo. Fruto de su romance tuvieron cuatro vástagos. Cuando el pequeño de todos apenas tenía 20 días de vida, la mujer se presentó en comisaría con los ojos irritados y el cuerpo lleno de golpes. «Desde que lo conozco me ha pegado y me ha amenazado, pero siempre acabo quitándole las denuncias. Me da lástima. Es el padre de mis hijos», reconoció a los agentes. «Pero esta vez se ha pasado», anunció antes de explicar por qué la había molido a palos. «Manuel está en paro y necesitamos comer. Le dije que iba a pedir el salario social a Asuntos Sociales y se volvió loco. Se puso a gritarme que era mentira y que en realidad quería salir de casa para acostarme con unos y con otros. Estaba fuera de sí. Cogió un junco de hierro y empezó a pegarme en las piernas, en los brazos y en la cara hasta que se cansó».

No es ni la primera ni la última denuncia que formuló contra él. Menos de un año después, Vanessa acudió con una brecha en la frente a la misma comisaria. «Manuel lo ha vuelto a hacer», les dijo a los agentes. «Se levantó sudoroso y muy nervioso. Tenía el mono porque es consumidor habitual de cocaína y heroína. Como sé que es violento, decidí irme de casa pero entonces me lanzó un bote de kétchup que me dio en el cuello. Él me gritaba e insultaba: ‘‘¡Perra, te voy a quitar a los niños!’’. Le pedí que parase y él me pegó un puñetazo en el ojo derecho, a la altura de la ceja. Como empecé a sangrar mucho, me fui al centro de salud Virgen de la Capilla y me han tenido que dar tres puntos». La mujer aseguró entonces que ya no iba a aguantar ni más golpes ni más insultos y anunció que ese mismo día rompía la relación: «Cojo a mis hijos y me voy a Madrid a casa de mis padres». Nunca lo hizo.

Si le preguntas a Manuel por las palizas, él tira de astucia. «Jamás la he pegado. Yo tenía un hijo enfermo de cáncer y cuando no le podíamos dar de comer, mi mujer me denunciaba falsamente para conseguir la ayuda que da el Gobierno de 426 euros a las maltratadas. Así le llenábamos el plato». Los que le conocen no le creen. «Siempre la ha pegado, diga lo que diga. Pero ella es como él, drogadicta, y ha tenido bastantes problemas con la Justicia. Además, tenía a los niños completamente desatendidos. Es lógico que la Junta les haya quitado la custodia. ¡Pero si el Manolín casi mata a uno de un tiro!».

Se refiere a un episodio que ocurrió el 22 de febrero de 2004. «Iba caminando por la calle», relata Rico, su víctima, de 43 años, cuando se me acercó un individuo con una pistola en la mano. Me dijo: “¡Dame todo lo que tengas!”. Le expliqué que no llevaba nada. Se enfadó y me propinó un fuerte culatazo en la frente. Me caí al suelo y me disparó a bocajarro en la ingle izquierda. Estaba muerto de miedo. Salí corriendo como pude hasta llegar al Hospital Universitario de Jaén. Me tuvieron que operar de urgencias para evitar la hemorragia». Cuando le enseñaron fotos de Manuel, lo reconoció de inmediato. La RAZÓN ha logrado recabar también el testimonio de otras de sus víctimas.

Marzo de 2002. «Un tipo me asaltó por la espalda. Me dio un cabezazo y un guantazo con la mano abierta en la cara. Luego me puso una navaja en el cuello. “Dame todo lo que lleves o te mato”, me dijo. Me quitó 40 euros».

Abril de 2008. «Iba paseando cuando se me acercó un hombre y me pidió fuego. No me dio tiempo a responderle cuando me dio un guantazo en toda la cara, me tiró al suelo y me metió la mano en el bolsillo del pantalón. Me quitó 200 euros».

Julio 2014. «Manuel me alquiló una habitación en su casa. Al día siguiente me puso un cuchillo en el cuello y me obligó, bajo amenazas, a ir al banco. Saqué 300 euros y se los di. Después apareció desnudo. Me cogió de la cintura y empezó a restregar sus partes íntimas contra las mías mientras me tocaba el culo y los pechos. Le dije que me dejara, que no quería hacer nada con él, pero él me intentó besar». Según su testimonio, consiguió evitar la agresión sexual porque alguien timbró en la puerta y él tuvo que abrir.

A pesar de que el carácter del hombre se forja de la suma de sus experiencias, Manuel se considera un buen padre, capaz de cuidar de sus hijos y se revuelve contra la Junta de Andalucía que le ha quitado la custodia. A partir de mañana dejará de comer hasta recuperarla.

Su ficha policial

Amenazas.

Atentado contra la autoridad.

Robo con violencia e intimidación.

Robo con fuerza en las cosas.

Malos tratos físicos en el ámbito familiar.

Hurto.

Tentativa de homicidio.

Allanamiento de morada.

Daños.

Receptación de material robado.

Detención ilegal.

Abuso sexual.

Obstrucción a la justicia.

Resistencia.

Desobediencia