
Enfermedades
Embarazo y glucosa: claves para entender la diabetes gestacional
Esta condición afecta a un porcentaje creciente de mujeres embarazadas, en parte por el aumento de la edad materna y los cambios en los estilos de vida

La diabetes gestacional es una alteración del metabolismo de la glucosa que se diagnostica por primera vez durante el embarazo. Aunque muchas veces no presenta síntomas, puede tener consecuencias importantes para la salud del feto y de la madre si no se detecta y se trata a tiempo.
Esta condición afecta a un porcentaje creciente de mujeres embarazadas, en parte por el aumento de la edad materna y los cambios en los estilos de vida. Pero afortunadamente, como señala el Dr. José Alberto Rodríguez León, del Servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid, “con un seguimiento adecuado y ciertos cambios en los hábitos, la mayoría de los embarazos llegan a término sin complicaciones”.
Cambios durante la gestación
Durante la gestación, el cuerpo de la mujer experimenta múltiples cambios hormonales. La placenta produce una serie de hormonas necesarias para el desarrollo del feto, pero que también pueden interferir con la acción de la insulina, provocando lo que se conoce como resistencia a la insulina. Cuando el páncreas materno no consigue compensar esta resistencia produciendo más insulina, los niveles de glucosa en sangre aumentan. Este fenómeno suele aparecer a partir del segundo trimestre del embarazo y, si no se controla, puede desencadenar la diabetes gestacional.
Los factores de riesgo más habituales son tener más de 30 años, sobrepeso u obesidad antes del embarazo, antecedentes familiares de diabetes tipo 2 o haber tenido embarazos anteriores con complicaciones como macrosomía fetal (bebés con un peso superior a 4 kg al nacer). Sin embargo, esta condición también puede aparecer en mujeres sin ninguno de estos antecedentes, por lo que el cribado sistemático es fundamental.

El diagnóstico suele realizarse entre las semanas 24 y 28 de gestación, a través del conocido test de O’Sullivan, que consiste en la ingesta de una solución con glucosa y la posterior medición de los niveles de azúcar en sangre. Si el resultado es positivo, se realiza una prueba más exhaustiva: el test de tolerancia oral a la glucosa. Confirmado el diagnóstico, comienza un proceso de control y seguimiento que implica al equipo de ginecología, endocrinología y nutrición.
Dieta y ejercicio
El tratamiento de la diabetes gestacional tiene como objetivo mantener los niveles de glucosa dentro de los valores normales. En la mayoría de los casos, esto se logra mediante una dieta equilibrada adaptada a las necesidades del embarazo y la práctica regular de ejercicio físico moderado, como caminar o nadar. En situaciones en las que estas medidas no son suficientes, puede ser necesario recurrir a la administración de insulina, que es segura para el feto.
Controlar la diabetes gestacional no solo evita complicaciones durante el embarazo y el parto, como la macrosomía, el parto por cesárea o la hipoglucemia neonatal, sino que también reduce el riesgo de que la madre desarrolle diabetes tipo 2 en el futuro. Por eso, tras el parto, es recomendable realizar un nuevo test de tolerancia a la glucosa para comprobar si la diabetes ha remitido y establecer pautas de seguimiento a largo plazo.
Tal como explica el Dr. Rodríguez León, “un adecuado tratamiento y control de la diabetes reduce de forma muy significativa la aparición de complicaciones durante el embarazo”. Su mensaje es claro: con información, acompañamiento médico y un estilo de vida saludable, esta condición puede manejarse con éxito.
La diabetes gestacional es, en definitiva, un desafío temporal que no debe subestimarse, pero que puede afrontarse con confianza si se cuenta con el diagnóstico oportuno y las herramientas adecuadas. La clave está en la prevención, la vigilancia y el compromiso compartido entre la paciente y el equipo sanitario.
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