Religión

Los jesuitas echan al midas del mosaico por abusador

El sacerdote y artista Marko Rupnik ha agredido a varias mujeres, monjas incluidas, desde los años 90

El jesuita Marko Rupnik y sus mosaicos para el santuario de la Cueva de Manresa
El jesuita Marko Rupnik y sus mosaicos para el santuario de la Cueva de ManresalarazonLa Razón

Decisión más que excepcional en la historia reciente de la Compañía de Jesús. La congregación masculina católica más relevante y numerosa del mundo ha decidido expulsar a uno de sus sacerdotes de referencia: el esloveno Marko Rupnik, de 68 años. ¿El motivo? Ser partícipe de la lacra de los abusos sexuales en el seno de la Iglesia. Ayer, la orden a la que pertenece el Papa Francisco, comunicó la decisión de echar a este jesuita laureado por revisitar el arte del mosaico hasta tal punto de contar con más de 130 obras que pueden contemplarse en templos tan relevantes del planeta como la capilla Redemptoris Mater del Palacio Apostólico Vaticano, la basílica brasileña de Aparecida o la capilla de la Sucesión Apostólica, en la sede madrileña de la Conferencia Episcopal Española.

La decisión de su salida de la congregación la rubricó el prepósito general de la Compañía, el venezolano Arturo Sosa, el pasado 5 de junio, pero fue ayer cuando trascendió una carta escrita por el consejero general de la Compañía de Jesús, Johan Verschueren, en la que se relata que la expulsión del religioso está motivada por «su obstinada negativa a observar el voto de obediencia». O dicho en otras palabras, por no haber cumplido las sanciones que se le impusieron después de que se multiplicaran las denuncias contra él sobre abusos sexuales a decenas de mujeres, incluidas algunas monjas. Hasta donde ha trascendido, por un lado, estaría acusado de generar agresiones psicológicas y sexuales en la década de los 90 a parte de una comunidad religiosa eslovena Loyola de Lubliana, fundada por un religioso del que Rupnik era amigo y capellán. Por otro, otros abusos se habrían producido en el entorno de su taller artístico.

«Solo nos queda una solución: su destitución de la Compañía de Jesús», sentencia Verschueren en la misiva. Desde hace meses, a Rupnik se le había prohibido, entre otras medidas cautelares, administrar el sacramento de la confesión, llevar la dirección espiritual a cualquier persona, dirigir tandas ejercicios espirituales, participar en actos públicos sin permiso de su superior local o liderar el taller Ezio Aletti de Roma que fundó y donde se crean sus mosaicos tesela a tesela.

El consejero general de los jesuitas detalla además en su escrito que «obligamos al padre Marko Rupnik a cambiar de comunidad y aceptar una nueva misión en la que le ofrecimos una última oportunidad como jesuita para hacer las paces con su pasado y dar una señal clara a los muchos heridos que testificaron en su contra, para que para entrar en un camino de verdad».

Sin embargo, Rupnik desafió a sus superiores con una «reiterada negativa» a «obedecer este mandato». El titubeo que mantuvo la cúpula de los jesuitas cuando el escándalo trascendió el pasado mes de diciembre y que dejó entrever un cierre en falso del caso, se torna ahora en la pena máxima que puede aplicar una orden religiosa a sus miembro.

Verschueren recuerda que Rupnik suma «numerosas denuncias de todo tipo que nos han llegado, provenientes de muy diversa procedencia y por hechos ocurridos en un período de tiempo más de 30 años».

«Como superiores, consideramos muy alto el grado de credibilidad de lo informado o presenciado», subraya el firmante del comunicado. Aunque el sacerdote artista tiene un mes para apelar la sanción que le impone la Compañía, no se espera que su recurso prospere y su salida, por tanto, antes o después, será definitiva.