El nuevo Papa

Jesús Moliné, exobispo de Chiclayo: "León XIV es el Papa moderado que necesita la Iglesia"

Prevost sustituyó a este zaragozano en la diócesis

ZARAGOZA, 17/05/2025.- El aragonés que fue antecesor del Papa como obispo en Perú, Jesús Moliné, ofrece una entrevista a la agencia EFE en el Real Seminario de San Carlos, en Zaragoza. Nacido en La Puebla de Alfindén Zaragoza, Moliné coincidió con el papa León XIV en la diócesis de Chiclayo hasta 2014 y ha rememorado con EFE su labor al frente de la diócesis y su relación con el santo padre desde que arribó a tierras peruanas. EFE/Javier Cebollada
Jesús Moliné, exobispo de Chiclayo: "León XIV es el papa moderado que necesita la Iglesia"Javier CebolladaAgencia EFE

Tras la consagración del nuevo Papa, León XIV, se ha escrito mucho sobre sus vinculaciones hispanoamericanas y su carácter misionero, debido a que vivió alrededor de cuarenta años en Perú, donde ejerció como obispo de la Diócesis de Chiclayo, cargo en el que sustituyó al zaragozano Jesús Moliné, quien cree que el nuevo pontífice es "el Papa moderado que necesita la Iglesia".

En 2015, Robert Prevost asumió el cargo en sustitución de Jesús Moliné, nacido en La Puebla de Alfindén, un municipio de la provincia de Zaragoza.

El aragonés, que ahora reside retirado en el Real Seminario de San Carlos Borromeo de la capital aragonesa, ha rememorado con EFE su labor al frente de la diócesis y su relación con el santo padre desde que arribó a tierras peruanas.

"Era un hombre sencillo, acogedor", ha recordado Moliné desde el claustro del seminario, poblado de plantas, naturaleza y muros de piedra que algo pudieran asemejarse a la vegetación tropical de la costa norte de Perú.

El religioso, ya a sus 86 años, cuenta con una larga trayectoria en el país andino, al que llegó tras doctorarse en Derecho Canónico en Pamplona.

Tras una primera estancia de cuatro años en la ciudad vecina de Piura, regresó a España por una década y después volvió nuevamente a Perú, donde ejerció de profesor y párroco en una iglesia de los suburbios del mismo municipio.

Corría el final de la década de los noventa cuando Juan Pablo II le nombró obispo auxiliar con derecho a sucesión y, ya al final de su obispado, fue Francisco quien aceptó su misma renuncia por razones de edad.

Moliné conoció a Prevost en Trujillo, la ciudad de la "eterna primavera" a la que acudía a menudo por trabajo y en la que el pontífice residió más de siete años, como formador de los estudiantes agustinos y juez del Tribunal Interdiocesano, cargo que ambos compartían.

De la naturalidad e inteligencia del papa ha dado buena cuenta el obispo zaragozano, así como de su papel de misionero, muy valorado también por el seno eclesiástico.

"Realicé una biografía sobre el primer obispo de Chiclayo y él me redactó el prólogo. Ahí ya me demostró la profundidad de su pensamiento", ha alabado Moliné.

Más allá de la imagen "bucólica" o "idealista" que, ha reconocido, busca ver la gente de su figura, lo cierto es que Prevost estuvo predicando y ayudando en una pequeña población de la sierra piurana.

"La relación de Prevost con los peruanos era muy cercana porque iba de visita a los pueblos. Él se ponía sombreros, comía lo que le ofrecían... Le decían: 'come como peruano, luego es peruano'. La gente le quería mucho, era cordial y sabía estar en su sitio", ha expresado.

Moliné ha ejemplificado la cercanía del pontífice con una anécdota durante su estancia en Perú.

"A los pocos días de estar por allí cayeron fuertes lluvias, inundaciones, fue una lástima porque se malograron muchas cosechas y los pueblos quedaron aislados. El párroco de un pueblo llamó al obispo para desahogarse y él enseguida cogió el coche y se fue para allá, y estuvo trasladando la ayuda de un sitio a otro", ha narrado.

Pese a que no era uno de los nombres que más sonaban para relevar a Francisco, Moliné ha confesado que se lo esperaba en cierto modo.

"Cuando pronunciaron su nombre, sentí mucha emoción y di gracias a Dios. No tanta emoción como él, que se estaba conteniendo. Es muy sensible", ha relatado.

Del nuevo pontífice, el obispo emérito también ha destacado su "don de gentes" y su capacidad para hablar cinco idiomas.

De su condición o etiqueta de "moderado", ha aseverado que "es el papa que necesita ahora la Iglesia". "Francisco ha extendido el trigo, ha tocado muchas cosas. Confío en la capacidad de León XIV para recoger la trilla. Va a pulir algunas cosas, a matizar otras, corregir, añadir...", ha señalado.

Pese a esta tendencia continuista con el legado de su predecesor, Moliné también ha asegurado que Prevost "pondrá su propia impronta" al frente del papado, algo que ha ejemplificado con el atuendo con el que salió al balcón la tarde de su nombramiento, o el hecho de que comenzara su primera misa ante los cardenales en latín, o que cantara. "Tiene buena voz", ha bromeado.

A la cuestión de si León XIV abogaría por un mayor papel de la mujer en el seno de la Iglesia, que ya arrancara con Francisco, Moliné ha opinado que sí, y ha añadido que "a todo el mundo debería parecerle conveniente, si alguien tiene capacidades, no por ser mujer, que eso es una tontería".

"Hay ciertas cosas que no requieren ser sacerdote, y cosas que sí", ha añadido.

"Sobre la homosexualidad, ahí tuvo unas expresiones imprecisas y, cuando sea oportuno, estoy seguro de que va a matizarlas y a decir la doctrina correcta de la Iglesia", ha sugerido también.

Son tiempos difíciles para ser papa, y para la Iglesia en general, como él mismo ha reconocido. "Creo que está sirviendo para que la Iglesia se dedique a lo suyo: ir por el mundo anunciando el evangelio. Se está esperando demasiado de la Iglesia. La Iglesia no puede resolver siquiera los problemas de la paz, aunque puede hablar de la paz, puede ser una intermediaria", ha expresado.

El pontificado de León XIV se prevé largo, no solo por su edad, que no alcanza los 70 años, sino también porque "él es de salud muy fuerte" y "tiene gran capacidad de trabajo".

"No se acostaba ningún día antes de las doce, y a las ocho de la mañana estaba dando misa en la catedral", ha explicado. Más allá de cómo termine siendo su papado, para Moliné, sus primeros días al frente de la Santa Sede están siendo, indudablemente, muy positivos, informa Efe.