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Entrevista

José Cobo: «Francisco era sanamente provocador y puntero»

El vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española y cardenal arzobispo de Madrid viaja mañana a Roma para despedirse del que ha sido su mentor en estos últimos años

El arzobispo de Madrid, José Cobo, posa para Europa Press, a 26 de diciembre de 2024, en Madrid (España). José Cobo es arzobispo de Madrid desde 2023. Además, desde 2024 es vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española y ordinario para los fieles de rito oriental en España. Entre 2018 y 2023, fue obispo titular de Beatia y obispo auxiliar de Madrid. 26 DICIEMBRE 2024;RELIGIÓN;RETRATOS;POSADO;RECURSOS;ARZOBISPO Eduardo Parra / Europa Press 26/12/2024 Eduardo ParraEuropa Press

Cuando hace dos años fue nombrado arzobispo de Madrid y a las pocas semanas Francisco le nombró cardenal, alguien le preguntó al Papa cómo se había decantado por un cura madrileño, hijo de migrantes jienenses, para convertirse en pastor de la principal diócesis española. «Fue un gol del centro del campo que metió el Espíritu Santo», despejó Bergoglio por la escuadra sobre José Cobo. El actual vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española, de 59 años, viaja mañana a Roma para despedir al Pontífice.

¿El cardenal de Madrid ya ha llorado lo que tenía que llorar?

Todavía queda… La gente que se ha cruzado en la vida de uno y que ha influido de la forma que ha influido Francisco, no solo por las decisiones que ha tomado, sino también por la cercanía, siempre se transforma en una ausencia que se nota y que duele. Me siento un poco huérfano.

Cuando era un cura de parroquia recién ordenado ¿se imaginó que un Papa le confiaría Madrid, el cardenalato y que le llamaría con total naturalidad?

Si hace unos años me hubieses hablado de la posibilidad de ir a Marte, me lo hubiera creído. Pero si me llegas a profetizar todo lo que he vivido con Francisco, te diría que es imposible. Todo lo que ha sucedido ha sido totalmente inesperado para mí. Ha sido un cúmulo de sucesos repentinos y sorprendentes. Pero, en el fondo, es parte del legado que nos deja Francisco: abrirnos a la sorpresa de Dios, como él lo ha hecho. Francisco ha sido un mediador de las sorpresas de Dios.

Días de poner etiquetas a Jorge Mario Bergoglio: ¿cuál lleva grabada en su corazón?

Un hombre de Dios. Un hombre bueno con una gran experiencia de Dios, que tenía en Dios a su gran amigo en el que depositaba toda su confianza. Eso le hacía transmitir con total transparencia la bondad, la ternura y la misericordia de Dios en su forma de vivir samaritanamente. Esa es la forma con la que nos invita ahora a relacionarnos con el mundo.

Si le digo rojo, peronista, montonero, populista, hereje… ¿Usted qué me contesta?

Yo diría Evangelio, Jesucristo, bienaventuranzas y pobres. Frente a las etiquetas políticas está la lectura evangélica, que es la de la valentía. Francisco se define por vivir en clave de Jesús en favor de los pobres, de los migrantes, de la vida, de la unidad y la fraternidad precisamente en la política. Cada uno ha querido adjudicarse a Francisco para su causa, cuando él ha sido muy libre.

¿Provocador o incómodo?

Sanamente provocador y puntero en su lenguaje, en sus formas, con ese toque argentino de querer ir siempre un poquito más adelante, para despertar e interpelar al que estaba oyendo, para que la Iglesia y el mundo no se quedaran dormidos. No provocaba por provocar, sino para promover el encuentro y el diálogo. Provocador ha sido su sueño de una Iglesia de todos, todos, todos, para hacernos entender que nadie sobra, que todos caben.

Se quedó pendiente el viaje a Canarias…

Él quería, pero la salud le frenó en seco. Los migrantes han sido una constante preocupación y un dolor para él, que nos ha hecho mirar todos a una realidad que, de otra manera, habríamos ignorado.

Con la crisis de los abusos, ¿cogió el toro por los cuernos?

Más que coger el toro por los cuernos, afrontó todo el toro. Dio soluciones, no solo para parar esta lacra, sino para ayudarnos a mirar desde la víctimas, para hacer un examen de conciencia de las víctimas.

¿José Cobo es un alumno aventajado de Francisco, como dicen algunos?

Si así fuera, sería un honor. Desde luego, me identifico mucho con él desde el principio del pontificado. Cuando todos comenzamos a escucharle hace doce años, te quedaba la sensación inmediata de decir: ¿Cómo lo hace? ¿Cómo sabe poner palabras a cosas que estamos sintiendo? Incluso lo decían los jóvenes, que se sabían apartados de nuestros espacios: «A este Papa yo sí le entiendo». Él ha sido capaz de reconectar con un mundo que estaba viviendo a otros ritmos y en otros parámetros.

¿Francisco ha logrado recuperar la Iglesia vecina de la gente y no una Iglesia juez?

Creo que, en primer lugar, ha llegado a la gente porque ha sabido escuchar a la gente. A partir de ahí, ha sido capaz de abrir las puertas de la Iglesia, no solo para que todo el mundo entrara, sino también para que Jesús saliera y saliéramos los de dentro para demostrar que nuestras parroquias, nuestras catedrales, nuestras comunidades, son la casa de todos. Francisco insiste en ese todos, todos, todos, porque es el Papa de la acogida sin condiciones. Más que vecina, yo diría que nos ha puesto en primer plano la necesidad de una Iglesia inclusiva, de una Iglesia madre que siempre tiene sus brazos abiertos para recibir y acoger a todos y cada uno. Yo he podido comprobar en primera persona como todo esto no lo decía solo con palabras y con gestos, sino en el tú a tú y también con sus reformas. El lunes por la tarde, me emocioné al ver cómo la catedral de la Almudena se llenaba de gente sencilla que no son habituales, pero que necesitaban expresar su cercanía a un Papa que ha sido cercano.

A veces da la sensación de que esos que vienen de fuera le han querido más que los de dentro…

Porque lo manifiestan más, porque los de dentro a veces estamos a otras cosas o somos más rígidos y racionales. Sin embargo, el Pueblo de Dios es un pueblo que siente, que huele a ese pastor con olor a oveja que era Francisco. Hay una virtud enorme, heroica del Papa: se ha dejado tocar y eso le ha permitido tocar las heridas, los corazones de las personas de a pie, que no necesitan grandes discursos, sino palabras de verdad que lleguen. En el fondo es lo que hacía y hace Jesús. Esa intuición de Francisco no la podemos dejar escapar, necesitamos seguir ejercitándola.

La muerte llega cuando llega. En el caso de Jorge Mario Bergoglio, fue el día después del Domingo de Resurrección, habiendo impartido la bendición «Urbi et orbi» a todo el planeta, con su último baño de multitudes en papamóvil por la plaza… ¿Casualidad o providencia?

Providencia. El Papa terminó su pontificado donde lo comenzó. En ese balcón donde nos dijo que venía del fin del mundo, con ese aire fresco que nos ha llenado a todos. Y se marcha a la Casa del Padre justo cuando celebramos que Cristo ha resucitado. Francisco lo ha hecho bien incluso hasta el morir.

¿Cómo le sienta al cardenal Cobo que, estando todavía Francisco de cuerpo presente, ya se estén barajando las quinielas del próximo Papa?

Lo que me ha sorprendido es el gran interés en todos los medios mundiales y locales que ha suscitado de repente el cónclave. Y no lo digo con connotaciones negativas. De alguna manera es una llamada a la Iglesia para que sepamos ver esos puntos de atención del mundo de hoy. Por otro lado, en relación a las quinielas, son más bien frutos del deseo de cada uno, que vienen a mostrar lo que quieren o sueñan. Es muy atrevido lanzar cualquier nombre.

¿Cómo afronta el cónclave en el que participará en breve? ¿Alguna vez se ha imaginado dentro de la Capilla Sixtina, intenta evitar ese pensamiento?

No lo pensaba, pero lo cierto es que ahora, al precipitarse los acontecimiento es inevitable hablar de la cuestión. No diría que lo vivo con miedo, pero sí con una sensación en la que se entremezclan la confianza y la responsabilidad, por el peso que la Iglesia pone en los hombres de cada uno de los cardenales. Pero a la vez, Francisco nos ha enseñado a través de estos años lo importante que es escucharnos los unos a los otros y ponernos de acuerdo, siempre dejando que resuene en nosotros la voz del Espíritu Santo. No es que se trate de que salga al final el que más conviene con nuestro pensamiento o sensibilidad, sino el que más conviene a la Iglesia. Ahí está la clave.

¿Teme que se convierta en una batalla campal, una afrenta política o un reparto de votos entre izquierda y derecha?

Personalmente creo que no. Esto no es como la película «Cónclave». Los cardenales somos mucho más humanos. Independientemente de ideologías y tendencias, todos buscamos lo mejor para la Iglesia. Será lo que necesita la Iglesia por encima de cada una de nuestras sensibilidades.

Francisco decía con ironía que le pasaba el relevo a Juan XXIV…

Era una broma recurrente en él, porque ciertamente uno de sus motores, junto a Pablo VI, fue Juan XXIII. Su gran pasión fue recuperar el Concilio Vaticano II para aterrizarlo en toda su plenitud, con todo el tiempo de maceramiento que había tenido previo.