Acoso sexual

La cámara de la gasolinera delató a Rosario

La Razón
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Dos mentiras han llevado a Rosario Porto, la madre de Asunta, a dormir por segundo día consecutivo en los calabozos de la comandancia de la guardia civil de A Coruña. Ella explicó que el día de la desaparición de su hija salió de casa a las 19:00. Allí quedó la menor, sola, estudiando. Regresó a las 21:30. Asunta ya no estaba. En esa franja de dos horas y media, según su versión, se acercó a la finca de sus padres a recoger unos bañadores de la niña y luego a hacer unas compras por el centro. Los investigadores han constatado que el contenido de su relato patina y se desliza hacia las sombras de la culpabilidad. Rosario Porto no fue de compras aquella tarde-noche. Nadie recuerda haberla visto, no consta cargo alguno en su tarjetas de crédito y no aparece su rostro en las cámaras de seguridad de ningún centro comercial. Algo, literalmente imposible, ya que Santiago es como un gran hermano, una pandemia de ojos digitales que lo registran todo. ¿Dónde estuvo entonces? En la finca de sus padres. Todo el tiempo. ¿Estuvo sola? Eso es lo que ella explicó, pero las imágenes afirman lo contrario. Tras el visionado de cientos de horas, los agentes han podido determinar que Rosario salió de casa en su Mercedes y se dirigió a la finca. Tienen grabado parte del recorrido, pero quedaron boquiabiertos cuando comprobaron que una de las cámaras, concretamente la de una gasolinera, registró dos siluetas oscuras en el coche de la madre de Asunta. Una conduciendo, otra en el asiento del copiloto. Como en el «caso Bretón», la calidad de la secuencia impide determinar la identidad de las sombras, pero lo que queda claro es que en el vehículo viajan dos personas. Por tanto, Rosario mintió.

El ordenamiento jurídico español prohíbe que un acusado sea condenado tan sólo por sus mentiras. Por eso los agentes de la guardia civil se esmeran en encontrar indicios de peso ajenos a su declaración que corroboren las sospechas que manejan. El objetivo, construir un atestado consistente que permita al juez instructor realizar una imputación formal contra la madre de la menor presupuesto de la futura acusación y posible condena. Por esa razón, en el día de ayer se realizaron registros en todos los inmuebles propiedad de los padres. El más concienzudo, el de la finca de los abuelos ya fallecidos, donde se sospecha que pudo morir Asunta. Pero no es el único camino que están recorriendo los agentes. Ante los insistentes rumores que circulan por las calles de Santiago, los investigadores quieren saber, entre otras cosas, quién era el beneficiario de la herencia de los padres de Rosario Porto y conocer la verdadera razón por la que la madre de Asunta ingresó en el mes de julio pasado en el Hospital Universitario de Santiago. Son incógnitas que la Policía Judicial de la Guardia Civil se afana por despejar, trabajando contra reloj, sin descanso, porque entre hoy y mañana Rosario pasará a disposición judicial y sólo indicios de calado permitirán al juez sostener la imputación de homicidio doloso y enviarla a prisión provisional sin fianza. Aunque siempre queda la posibilidad de que uno de los dos, o ambos, confiesen.