Huelva

Asesinato de Laura Luelmo: La casa del horror

El letrado Servando Carranza que ha asistido desde su detención a Bernardo Montoya, autor confeso de la joven Laura Luelmo, ha renunciado a su defensa

El asesino confeso de Laura Luelmo, Bernardo Montoya (c), a su llegada a los juzgados de Valverde del Camino. EFE/Raúl Caro
El asesino confeso de Laura Luelmo, Bernardo Montoya (c), a su llegada a los juzgados de Valverde del Camino. EFE/Raúl Carolarazon

Montoya ha llegado este viernes, poco antes de las 20,00 horas, a la sede judicial de Valverde del Camino para comparecer ante la titular del Juzgado de Instrucción número 1

Bernardo Montoya, presunto asesino de la profesora Laura Luelmo, sólo mantuvo en su casa a la víctima durante una hora y media y no durante dos días seguidos, como se ha reflejado en algunas versiones recogidas por medios de comunicación, según han informado a LA RAZÓN fuentes de la investigación.

De haber sido ciertas dichas versiones, que carecían de sentido, los agentes de la Benemérita que vigilaron como primer objetivo desde el primer momento a Bernardo Montoya como autor del secuestro y muerte de Laura, no hubieran estado alrededor de su casa sin adoptar ninguna actuación.

De cómo se sucedieron los hechos se tendrá conocimiento, según se espera, en la próximas horas, una vez que la jueza de Valverde del camino dicte el correspondiente auto de prisión, toda vez que ha levantado el secreto del sumario

Muchos restos biológicos

Serían sobre las 23:00 del miércoles 12 de diciembre cuando David estaba fregando unos vasos en la trastienda de la barra del bar de la sociedad de cazadores Salvochea de El Campillo (Huelva). Estaba tan tranquilo cuando, de repente, escuchó unos golpes terribles. «Salí fuera y les dije a los que estaban: ‘‘Están dando ahí unos porrazos que no son normales’’. Pero bueno, qué vas a pensar. No echamos cuentas y ahí quedó la cosa». El viernes, cuando se enteraron de la desaparición de Laura Luelmo (a quien aún no habían visto por el pueblo), a David le pareció que ese dato debían saberlo en el centro de mando que ya había instalado en la localidad a fin de organizar batidas para la búsqueda de la chica. Él creía que los golpes venían de casa de Laura pero, ahora que se van conociendo más detalles de lo que pudo pasar aquellas horas, puede que, en realidad, vinieran de la casa de enfrente (situada apenas a tres metros de la sociedad de cazadores), la de Bernardo Montoya y donde se cree que pudo ser el escenario del crimen. Esos golpes que describe David encajan con las horas que maneja la investigación acerca del lugar y la franja horaria en la que Montoya abusó sexualmente de Laura para después propinarle una paliza que terminaría con su muerte. Lo creen los investigadores por la cantidad de restos biológicos hallados en el lugar. Concretamente, sangre de la joven en varios puntos de la diminuta vivienda, a pesar de que Montoya trató de eliminar pruebas y limpió con lejía la casa e incluso la ropa que llevaba ese día. De poco le sirvió porque no hay gota de sangre indetectable para los especialistas de Inspecciones Oculares de la Guardia Civil y, sobre todo, para Marley y Athor, los perros del Servicio Cinológico del Instituto Armado, que ya participaron en investigaciones como la de Gabriel Cruz o Diana Quer. En la casa también estuvieron por la mañana agentes del equipo de Criminalística buscando nuevas evidencias.

El episodio de su casa es otro punto que la investigación ha evidenciado y que Montoya omitió de su «confesión», cuando «derrotó» la madrugada del miércoles (menos de 24 horas después de ser detenido) y admitió ante los interrogatorios de la Guardia Civil ser el responsable de la muerte. Mintió en este punto (dijo que le dio un golpe en la cabeza con el maletero del coche y directamente la metió en él para llevársela al paraje donde encontraron su cuerpo). Allí dijo que intentó violarla pero que no lo consiguió, un extremo que, desgraciadamente, ha desmentido también la ciencia: la autopsia reveló que fue agredida sexualmente. Creen que Laura fue violada en casa de Montoya y se deshizo de su cuerpo cerca del kilómetro 166 de la N-435 mucho después. De hecho, creen que pudo sacar de la vivienda a la joven con la manta que encontraron ayer. Otro vecino de El Campillo también contaba el lunes, cuando apareció el cadáver, que vio «al gitano» sacar un bulto (que luego supusieron sería la chica) en una manta pero nadie le creyó y lo metieron en el saco de las exageraciones y bulos que esos días corrían por el pueblo. Ahora sabemos que pudo ser cierto. Lo que es verdad es que desde la casa de Montoya hasta el punto donde se encuentra el cuerpo de Laura lo más sencillo es ir por una carretera que bordea el pueblo y pasa por el cementerio. Allí recuperaron los agentes, tras confesarlo el autor, una bolsa de plástico con algunas pertenencias de Laura que Montoya tiró allí. Había un monedero, las llaves de casa y del coche, y enseres de higiene personal. Lo que no ha querido decir Montoya es el lugar donde tiró el móvil de Laura, que también lo llevaba encima y que aportaría información relevante. Siguiendo por este camino, a unos 5 minutos en coche, se llega al kilómetro 167 de la N-435, donde se ha recuperado la manta con restos de sangre, a un kilómetro del punto donde sale el camino que conduce al barranco de Mimbrera, donde estaba el cuerpo de Laura. La autopsia reveló que el cuerpo estaba «fuertemente violentado»; es decir, que no sólo sufrió un único golpe mortal en la frente.

Declaración

El letrado Servando Carranza que ha asistido desde su detención a Bernardo Montoya, autor confeso de la joven Laura Luelmo, ha renunciado a su defensa al considerar que es "lo más oportuno".

Montoya ha llegado este viernes, poco antes de las 20,00 horas, a la sede judicial de Valverde del Camino para comparecer ante la titular del Juzgado de Instrucción número 1 de la localidad, comparecencia que ya ha comenzado en presencia de un nuevo letrado.

El autor confeso ha sido puesto a disposición judicial este mediodía pero hasta casi las 20,00 horas no ha llegado a los juzgados para prestar declaración. Mientras tanto ha estado custodiado en el cuartel de la Guardia Civil del municipio valverdeño.

Durante todo el día los accesos a los juzgados valverdeños han sido acordonados y la Guardia Civil ha habilitado un amplio dispositivo de seguridad con un gran número de agentes.

Montoya ha salido esta mañana desde la Comandancia de Huelva, sobre las 9,15 horas, escoltado por dos agentes entre gritos de 'asesino' por parte de unas 50 personas que lo esperaban en la puerta de la Comandancia para increparlo.