Pamplona

«La manada» se reúne

Los cinco acusados, durante las fiestas de San Fermín de 2016
Los cinco acusados, durante las fiestas de San Fermín de 2016larazon

Hoy ha comenzado el juicio por la presunta violación en grupo en San Fermín.

La primera sesión de la vista oral del juicio que ha comenzado este lunes por la supuesta violación grupal en los Sanfermines de 2016 ha realizado un receso de tres cuartos de horas para dilucidar las cuestiones previas planteadas.

La vista oral ha comenzado pasado un cuarto de hora de las 10 de la mañana y dos horas y media después se ha iniciado un receso para que el tribunal de la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Navarra dilucide las cuestiones previas que se han planteado.

El tribunal ha vuelto a citar a los abogados de las distintas partes a las 13.30 horas para exponer las decisiones adoptadas.

Antes del juicio, un furgón trasladó ayer domingo a dos miembros de «La manada», el guardia y el soldado, desde la prisión militar de Alcalá Meco hasta la cárcel de Pamplona, donde se encuentran encerrados los tres que son civiles: el Prenda, el peluquero y el futbolista. Fue allí donde los cinco se reunieron por primera vez desde que hace dieciséis meses fueran detenidos acusados de violar a una joven durante las fiestas de San Fermín y separados en dos cárceles diferentes. Lo curioso es que aquel 7 de julio, tras recibir la denuncia de la joven, una pareja de policías localizaron a los cinco sevillanos dando recortes a las vaquillas dentro de la plaza de toros, los sacaron a empellones, les interrogaron y, sorprendentemente, permitieron que se fuesen en libertad. ¿Fue una negligencia policial? ¿Una mala actuación? ¿Les creyeron?

LA RAZÓN ha accedido al testimonio de los dos agentes de la Policía Foral Navarra en el que se relata este desconocido y extraño incidente. «Aquel día, cuando comenzamos el servicio nos pasaron la descripción de cuatro personas presuntamente implicadas en un delito de agresión sexual». Les hablaron de unos chavales sevillanos, todos con barba, de entre 1,65 y 1,70 cm, dos con tatuajes en el abdomen y otro con un reloj blanco de esfera grande. «Mientras estábamos en la plaza de toros», continúan el relato, «un compañero del dispositivo que se monta para el tema de las vaquillas escuchó a varios jóvenes hablar en andaluz. Por su acento y por su aspecto físico los chicos encajaban con la descripción. Les pedimos que salieran del ruedo y que nos acompañaran al pasillo para identificarlos correctamente. Allí les solicitamos los documentos nacionales de identidad y que nos enseñaran el abdomen. El chico de complexión fuerte llevaba un tatuaje en forma de media luna con una inscripción en letras gruesas que ponía “Prenda”. Entonces uno de ellos sacó la placa y dijo: “Soy guardia civil. Hemos venido cinco amigos desde Sevilla en un Fiat Bravo que hemos dejado aparcado en el barrio de San Jorge. No entiendo qué está pasando”. Terminamos de identificarlos a todos con su nombre y apellido y llamamos al Comisario».

Según el atestado, fue este último quien mandó que los dejasen en libertad, aunque se desconoce lo inusitado de la orden. «Les autorizamos a que se marchasen sin detenerlos y ellos volvieron al ruedo». Durante más de medía hora deambularon libres, sin vigilancia policial. Con acceso a sus móviles, donde tenían grabada la presunta agresión de aquella misma noche. Pudieron borrarla pero, según explicaron después, no lo hicieron porque en su opinión no sólo no les incriminaba sino que demostraba su inocencia, algo que el juez ve justo desde el prisma opuesto.

«Nosotros, por nuestra parte, después de dejarlos ir», continúan rememorando los agentes de la Policía Foral, «fuimos a buscar el coche cuya matrícula y dirección de estacionamiento nos había facilitado el guardia civil». Lo encontraron donde les había indicado y dieron el aviso a la policía local, que se estaban encargando de la investigación. «Mientras esperábamos a que viniesen los compañeros, llegaron los sevillanos. Esta vez iba uno más, cinco, y lo identificamos». A continuación empezaron a preguntarles: «¿Qué habéis hecho esta noche?”. “Estábamos todos de juerga”, respondió el Prenda, “pero tres queríamos descansar y nos hemos ido a dormir. Buscamos un hotel, pero eran muy caros, así que dormimos en un portal desde las 4.30 a las 6.30 que nos ha despertado la alarma que pusimos para no perdernos el encierro”». Mientras esta escena se producía, dos policías locales se presentaron en el lugar: «Eran las diez de la mañana cuando llegamos donde estaban los jóvenes sevillanos y el coche aparcado. Los compañeros de la Foral nos contaron que los chicos les habían reconocido que sí, que todos habían mantenido relaciones sexuales con una joven, pero que habían sido totalmente consentidas. Entonces les leímos sus derechos y les detuvimos».

Fue la última vez que estuvieron juntos. Desde entonces no habían vuelto a verse y ha sido hoy cuando se han vuelto a sentar en el banquillo, juntos, durante las dos semanas que dura la vista oral. Todos los juicios de mayores de edad son públicos y se permite entrar a los ciudadanos, pero en este caso se hará a puerta cerrada, tanto para proteger a la víctima como a los acusados.