La opinión de Antonio Pelayo
Llamadas a la Curia
El Papa Francisco ha aprovechado la recepción navideña para invitar a la curia a revisar actitudes a veces demasiado burocráticas y estereotipadas
Todos los años, en vísperas de la Navidad, los Papas reciben a la Curia Romana –el organismo de gobierno de la Iglesia universal– para intercambiar las felicitaciones del año nuevo. Francisco ha aprovechado la ocasión para invitarles a revisar actitudes a veces demasiado burocráticas y estereotipadas.
En 2014, les dirigió un discurso en el que registraba las quince «enfermedades» de la curia: vanidad, rivalidades y alzheimer espiritual, entre otras. El año sucesivo se concentró en los posibles remedios a esta lamentable situación.
Este año ha utilizado un tono menos severo, pero no menos exigente, invitando a los curiales a la humildad y a la escucha. Con suavidad el Papa les ha exhortado a cultivar tres verbos: escuchar, discernir y caminar. «Escuchar de rodillas» ha sido su consejo, que se traduce en no situarse ante los otros «en posición de quien piensa saberlo ya todo, interpretando las cosas antes de escuchar». Y a este propósito señala que «a veces también en la comunicación corremos el riesgo de ser como lobos rapaces que buscan devorar enseguida las palabras del otro sin de veras escucharle».
El segundo verbo es el ignaciano «discernir», o lo que es lo mismo, la actitud de quien «se despoja de la pretensión de saberlo ya todo».
Por último les invita a caminar en la búsqueda de la verdad frente a «los miedos, la rigidez, la repetición de esquemas generan estatismo que tiene la ventaja de no crear problemas y nos llevan a girar en vacío en nuestros laberintos».
«Sesenta años después del Concilio Vaticano II –advierte el Papa– todavía se discute sobre la división entre progresistas y conservadores cuando la verdadera diferencia es entre enamorados y habituados». «Sólo quien ama es capaz de caminar», sentencia.
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