Pena de muerte

Los 230.935 dólares que le faltan a Pablo Ibar para costear su defensa

La familia asegura que «es inocente y que hay que sacarle de prisión»

Cándido Ibar y Andrés Krakenberger, portavoz de la familia, junto a la imagen de Pablo Ibar, ayer, en Madrid
Cándido Ibar y Andrés Krakenberger, portavoz de la familia, junto a la imagen de Pablo Ibar, ayer, en Madridlarazon

La familia asegura que «es inocente y que hay que sacarle de prisión».

Tras dos juicios y numerosas apelaciones, el 1 de octubre arranca el nuevo juicio de Pablo Ibar, que se enfrenta a la pena de muerte por tres asesinatos perpetrados en Florida en 1994. Con el fin de poder costear su defensa, su padre, Cándido, vino ayer a España para presentar la puesta en marcha de una campaña de «crowdfunding» para recaudar los 255.320 dólares que les faltan; una cifra a la que hay que restar los 20.979 euros que el gobierno español les ha adjudicado aunque aún no han recibido, tal y como precisó a este periódico tras la rueda de prensa Andrés Krakenberger, portavoz de la familia.

«No somos ni optimistas ni pesimistas. A Pablo hay que sacarlo de ahí, porque es inocente, las pruebas cantan. Esperamos poder demostrarlo. Si un juicio fuese una máquina que metes información de ambas partes y el resultado por otro, estaría claro que no es culpable. Por eso es tan fundamental la selección del jurado», afirmó Krakenberger. Un proceso que comienza el 1 de octubre y que puede llevar entre cuatro y seis semanas, ya que «van a estar entrevistando del orden de 300 personas al día» para que en ese tiempo «haya un jurado compuesto por 12 integrantes y seis suplentes», precisó Krakenberger, que explicó que es aventurado afirmar en cuanto tiempo podría haber sentencia, ya que «en el caso hipotético de no llegar a una unanimidad (antes con que siete miembros del jurado estuvieran de acuerdo era suficiente), el juez puede declarar el juicio nulo y empezaríamos otra vez. Esperamos que no sea así». En cualquier caso, el juicio podría durar «entre tres y seis meses, aunque hay muchas incógnitas al respecto», añadió Krakenberger, que recordó que «es como si volviésemos hacia atrás en el tiempo, ya que las cosas están como en 1994» a nivel legal; no en lo personal, dado que cabe recordar que Pablo lleva todo ese tiempo en prisión, primero antes del juicio, después en un corredor y ahora en la cárcel del condado de Broward, «que es una de las peores de EE UU», afirma su padre. Y es que «el régimen que tenía era mejor en el corredor de la muerte que ahora. Antes tenía una celda solo para él, ahora no. Antes su familia podía visitarle todos los sábados durante cinco horas, ahora en cambio, el encuentro es una hora, una vez a la semana y en habitaciones distintas», precisa Krakenberger.

De ahí que, cuando a Pablo se le comunicó que «el juicio iba a ser en enero, estuvo –durante un tiempo– bastante mal porque está cansado. Ahora que el juicio va a ser el 1 de octubre está más animado aunque más nervioso, pero al menos hay ya una fecha para su juicio», afirmó su padre, que insistió en que la vida de su hijo «depende del jurado», y mientras –la decisión– «dependa de otras personas no hay garantías. Pero esperamos que todo salga bien».

Aún así, el nerviosismo es evidente; máxime cuando la Fiscalía va a presentar para este juicio una nueva prueba de ADN a la que Andrés resta importancia. En concreto, tras años de cotejo de pruebas de ADN entre la camiseta que uno de los asaltantes arrojó en el jardín de la casa donde se cometieron los salvajes crímenes y la ropa requisada a Pablo, «la Fiscalía ha detectado una mancha microscópica» en la que sale una «coincidencia parcial, no completa con el ADN de Pablo». Es la primera vez que se detecta tras «ocho o diez comparativas de ADN», aclara el portavoz de la familia, que hace hincapié en que, según los expertos, eso puede deberse a que se haya producido una contaminación porque «tanto la camiseta como la ropa de Pablo se guardaron juntas en una caja de cartón. De hecho, esa prueba no se admitiría en España».