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«Siempre hemos tenido esperanza», dicen los españoles rescatados en Malasia

Marta Miguel y David Hernández han pasado un chequeo médico y se encuentran bien

Marta Miguel a su llegada al aeropuerto
Marta Miguel a su llegada al aeropuertolarazon

Los españoles Marta Miguel y David Hernández, que desaparecieron hace once días cuando navegaban en aguas del norte de la isla de Borneo, llegaron hoy a Kota Kinabalu, en Malasia, donde les esperaban varios familiares.

Los españoles Marta Miguel y David Hernández, rescatados en Malasia, no paran de mirarse con complicidad, sonríen y bromean en todo momento; las quemaduras del sol son el único rastro de haber pasado nueve días a la deriva a bordo de un pequeña embarcación.

"Ha habido momentos difíciles, de frustración y de impotencia absoluta, pero miedo de (pensar) se ha acabado: no", asegura a Efe Hernández, sentado en una habitación del hospital Greneagles en Kota Kinabalu, capital del estado de Sabah, donde ambos han pasado un reconocimiento médico tras llegar a tierra este viernes.

"Siempre hemos tenido esperanza. En ningún momento hemos pensado que era el final", precisa Miguel desde la camilla.

La pareja española, junto al chino Tommy Lam y la malasia Armella Ali Hassan, regresaba de una excursión a la isla de Balambangan cuando una ola grande golpeó con fuerza el costado de la embarcación y salieron arrojados al mar.

La barca, con el motor encendido, empezó a dar vueltas sobre sí misma hasta que una nueva ola la volcó.

Miguel y Hernández señalaron que tardaron más de una hora en conseguir dar la vuelta a la embarcación; luego se pusieron a achicar agua y descubrieron que el motor no arrancaba.

El madrileño, técnico electricista, intentó reparar el motor con una medalla que le ofreció Marta a modo de destornillador, pero no tuvo suerte y la noche se les echó encima.

"Han sido casualidades encadenadas que nos han llevado cada vez más a la deriva" por las corrientes marinas que hay en el noreste de Borneo, dice la también madrileña.

La pareja solo se puso seria durante la entrevista cuando recordó cómo el mismo día del accidente pasaron dos barcos al lado sin ayudarles.

"Los primeros días veíamos la costa. Hasta el tercero. Pero a partir del cuarto ya no", narra Miguel.

"Cuando yo flojeaba un poco, ella estaba allí para animarme y viceversa", señala Hernández, un aficionado confeso del Atlético de Madrid que se alegró cuando uno de sus salvadores le dijo que su equipo disputará la final de la Champions League.

"El mar fue implacable, pero también generoso", continúa, al rememorar como la tercera noche unos peces voladores saltaron dentro y ellos se los comieron en "tres bocados".

Para calmar la sed usaban agua de mar evaporada dentro de una bolsa impermeable, una idea que se le ocurrió a la española.

Unos pescadores vietnamitas que habían entrado sin permiso en aguas malasias del mar de China Meridional los encontraron cuando llevaban nueve días a la deriva y les ofrecieron agua y comida, pero debido a su situación de ilegalidad no informaron a las autoridades de Malasia y se pasaron con ellos dos días.

"Sabíamos que antes o después ellos nos iban a dejar (...) en Vietnam. Eso significaba estar con ellos diez días. Entonces ya nos habíamos hecho un poco hasta la idea. Aprendimos a pescar calamares", afirma Miguel con una amplia sonrisa mientras su pareja presume de haber pescado dos calamares que luego degustaron.

Pero el operativo malasio de búsqueda interceptó a otro pesquero vietnamita que faenaba ilegalmente y estos le informaron de que habían sido rescatados los españoles, el chino y la malasia por unos compañeros.

Un buque de Malasia los recogió de los vietnamitas ayer y hoy los depositó en Kota Kinabalu.

Los supervivientes, que están agradecidos con los pescadores vietnamitas, las autoridades malasias y españolas, tendrán que pasar unos días más en el Malasia para completar las declaraciones oficiales y recobrar fuerzas.

Después, regresarán a España con familiares, aunque tienen planes para volver a hacer las maletas rumbo a Malasia.

"No me voy a volver a preocupar por nada más en mi vida después de esto (...) Decirle (a nuestras familias) que estábamos bien nos ha permitido descansar", sentencia Miguel.