Madrid

Los obispos ante el aborto: «Es un hijo, no un tumor»

Blázquez volvió a abrir la Plenaria de los obispos tras su elección como presidente
Blázquez volvió a abrir la Plenaria de los obispos tras su elección como presidentelarazon

La Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española, la número 104, comenzó ayer con una intervención de su presidente, Ricardo Blázquez, en la que planteó, sobre todo, la cuestión de la familia en sintonía con el Sínodo de Obispos celebrado en el Vaticano sobre este tema el pasado octubre, aunque también tuvo ocasión de analizar algunas «inquietudes». Preocupaciones que tienen que ver, en primer lugar, con la retirada de la reforma de la ley del aborto por parte del Gobierno y, en segundo lugar, con la corrupción.

En una semana que se prevé crucial para la cuestión del aborto, pues el sábado se celebra en Madrid una manifestación a favor de la vida, Blázquez reconoció que los obispos siguen «desconcertados» por la decisión del Gobierno, al que exigió que se retome «lo prometido el programa electoral». «En esta ocasión quiero trasmitir una vez más el mensaje y el empeño de la Iglesia de defender siempre el valor sagrado e inviolable de la vida humana desde la concepción hasta el ocaso, y en todas las situaciones y circunstancias. Con predilección queremos defender la vida de los más débiles, entre los que se encuentran los niños concebidos y no nacidos», afirmó.

Para el también arzobispo de Valladolid, la ciencia deja claro que desde la concepción ya hay un tercer ser humano distinto al de los padres, que «no es un tumor, sino un hijo». Por ello, mostró su deseo de que la ley vigente «sea cambiada efizcazmente en el sentido de defender la vida de los niños en camino y de ayudar a las madres para llevar a término su embarazo».

Al igual que el filósofo Julián Marías, Blázquez cree que la aceptación social del aborto «es uno de los hechos más graves de nuestro tiempo» y expresó su disposición a «trabajar para que esta aceptación se convierta en rechazo social». En este sentido, y al hilo de las movilizaciones ciudadanas, dijo: «A ello ayudarán, sin duda, las expresiones sociales que canalicen las convicciones de los ciudadanos que quieren construir de manera plenamente democrática una sociedad justa y libre en la que la vida humana sea protegida en todas sus etapas. Sin abortos provocados, la sociedad será moralmente mucho más limpia. Nadie tiene derecho a decidir a quién se deja nacer y a quién se le corta el paso».

Como colofón a sus palabras sobre esta cuestión, el presidente del episcopado español lanzó una pregunta: «¿Cómo es posible que el Tribunal Constitucional no haya respondido todavía al recurso que hace cuatro años le fue presentado contra la segunda ley del aborto?».

Por otra parte, se refirió la corrupción, a raíz de los casos que están surgiendo en las últimas semanas. «No podemos inhibirnos de la situación de la sociedad. Es una convicción generalizada y un clamor que resuena en todos los rincones, el que necesitamos como pueblo una regeneración moral. La noticia de tantos hechos que nos abochornan, desmoralizan y entristecen debe llevarnos a detectar las causas y a cambiar el curso de las cosas», apuntó.

También dijo que no basta con la irritación, los rechazos y la condenación, y aunque las leyes son necesarias, deben «ser fortalecidas por la conciencia ética». «Aunque nadie sea testigo de nuestras acciones, no podemos silenciar la llamada a evitar el mal y hacer el bien; aunque ni la Policía, ni la Justicia, ni los medios de comunicación nos descubrieran, no podemos ocultarnos de la luz de la conciencia ni zafarnos del deber de no traicionar nuestra dignidad. Sin conducta moral, sin honradez, sin respeto a los demás, sin servicio al bien común, sin solidaridad con los necesitados, nuestra sociedad se degrada. La calidad de una sociedad tiene que ver con su calidad moral», concluyó.